Quinto aniversario en la sociedad de las imágenes, las redes sociodigitales, la súper inteligencia artificial y los tecnopoderes
Encartes cumple cinco años de haber salido a la luz. Cuando nos visualizamos como una alternativa editorial multimedia, nos pensábamos aprovechando nuevas oportunidades digitales, nuevos alcances, nuevos canales de difusión. Pensábamos en una revista estéticamente atractiva. Nos veíamos siendo un puente generacional entre lecto-escritores y productores audiovisuales. Teníamos la certeza de que la apertura a registros mediáticos liberaría la producción del conocimiento al incluir aquello que no cabe en una hoja de papel. Nos brindaría elementos para transmitir la movilidad y el dinamismo de la realidad que no se puede congelar y encajonar en una hoja vertical.
Lo que no preveíamos es que la alternativa no consistía solo en adoptar herramientas técnicas o formales, sino que nos llevarían a emprender nuevas reflexiones y debates epistemológicos. Quisiera enumerar algunos aprendizajes: esta preocupación nos fue haciendo conscientes de la relevancia de romper con la centralidad de la escritura en las publicaciones científicas para posicionar otros códigos –visuales y orales–, y con ello facilitar la expresión más amplia de distintas voces y ontologías que se viven limitadas por la escritura y la lectura. También nos ha brindado la capacidad de integrar producciones participativas y, por ende, más horizontales, como han sido las convocatorias abiertas a ensayos fotográficos con un mismo tema abordado desde distintos lugares y con distintos lentes. Asimismo nos ha permitido ofrecer formatos de discusión y diálogo, como son las secciones de Coloquios y Discrepancias.
Pero, sobre todo, hemos podido reconocer que incluir imágenes, voces y sonidos no demerita el rigor académico, ni debilita la voz crítica, antes bien la amplifica y le imprime tonadas que llevan a la ciencia hacia usos y apropiaciones senso-pensantes. En este trayecto de once números hemos logrado que este proyecto, que se percibía como impensable, se hiciera realidad: la consolidación de una alternativa de comunicar ciencia de manera diferente.
Lo que no imaginábamos eran los alcances que en este periodo tendría el avance del desarrollo tecnológico, sobre todo de la mano de la inteligencia artificial. Gracias a los algoritmos, algunos de nuestros artículos han conquistado a miles de lectores en distintos lugares del mundo. La virtualidad de la revista nos permitió estar preparados durante la pandemia del covid-19, que, por un lado, confinó cuerpos y, por otro, encontró en las redes sociodigitales el salvavidas para la comunicación. La inteligencia artificial nos ha abierto paso a la transnacionalización al utilizar el traductor DeepL para que nuestros contenidos se lean también en inglés, francés y portugués.
Y no es casualidad que este número 11 se dedique al coloquio centrado en un texto de Rossana Reguillo titulado “Ensayos sobre el abismo: políticas de la mirada, violencia, tecnopolítica”, con el que dialogan Dorismilda Flores Márquez, Néstor García Canclini, Mary Louise Pratt, Salvador Salazar Gutiérrez y Amparo Marroquín Parducci. Quienes conocemos a Reguillo sabemos que le gusta poner el dedo en la llaga para visualizar las producciones comunicativas de realidades emergentes y poderlas atender desde sus determinaciones políticas. Pero, además, siempre va adelante.
La portada de nuestra revista nos hace sentir que vamos en caída libre y sin paracaídas hacia un agujero que invita al abismo, lugar donde se ha construido la ciudad. Lo sorpresivo es que fue realizada por una aplicación que produce imágenes inteligentes, a solicitud de Signa_Lab.
Semanas antes de publicar esta edición, los avances alcanzados por la inteligencia artificial se convirtieron en un tema de sobremesa, llegando incluso a tambalear a la institucionalidad universitaria con la aparición de un programa capaz de escribir sobre un asunto con una estructura de ensayo en la que se ofrecen, además de definiciones, sólidos argumentos. Este programa abre una nueva etapa para las producciones del saber académico y nos exige pensar en los dilemas que nos plantea a futuro: ¿qué tanto la inteligencia artificial suplirá la razón y la imaginación? O, ¿seremos capaces de ampliar nuestras competencias y desarrollar mayor inteligencia tecnosocial?, ¿permitirá ampliar resistencias o contribuirá a concentrar el tecnopoder en el ya anunciado Big Brother?
Los invito a disfrutar y recorrer este número de Encartes que hemos preparado para ustedes en este 2023.
Renée de la Torre
Directora editorial de Encartes