Hacia la creación de nuevos paradigmas para la investigación de las diversidades en América Latina

Recepción: 10 de abril de 2023

Aceptación: 08 de junio de 2023

Resumen

En este texto se aborda la discusión sobre la decolonialidad en los estudios sociales sobre América Latina desde diferentes experiencias de investigación que buscan problematizar el concepto y mostrar que no toda la investigación que se realiza en el llamado Sur global es decolonial. También se plantean escenarios en los que los trabajos académicos han justificado la reproducción de desigualdades en América Latina, así como la discriminación que afecta a la región y que impide el acceso a modelos de justicia social.

Palabras claves: , , , , ,

toward the creation of new paradigms for research into diversity by latin american universities

This text addresses the debate about decoloniality in Latin American social studies from different research experiences that seek to problematize the concept and show that not all research that is done on the so-called Global South is decolonial. It also raises scenarios where academic works have justified the reproduction of inequalities in Latin America, as well as the discrimination that affects the region and that impedes access to social justice models.

Keywords: inequality, discrimination, intercultural education, Latin America, ethnicity and race.


La lectura del texto presentado por David Lehmann sobre algunos cambios en las perspectivas de la investigación social en América Latina es una provocación para la reflexión sobre la manera en que nos hemos acercado en las últimas décadas a diferentes escenarios en la región. Me parece importante destacar una primera distinción que tiene que ver con la mirada de los estudiosos que se acercan a América Latina desde los países hegemónicos y quienes lo hacemos desde el denominado Sur global. Esta distinción es central, pues justifica parte de la argumentación sobre la perspectiva decolonial y cuestiona su impacto en la justicia social; sin embargo, abundaré en este tema más adelante.

El otro punto sobre el que quiero centrar mi texto se inscribe en la creciente preocupación que, desde las ciencias sociales, ha tenido el estudio de los diferentes factores que condicionan la desigualdad en esta región históricamente excluyente –y de paso muchas veces excluida– y el peso específico que pueden tener algunos de estos factores. En particular, desarrollaré algunos temas que quedaron “en el tintero” en una de las obras citadas por Lehmann como ejemplo de los nuevos paradigmas sobre la investigación social en América Latina, no sólo porque tuve el enorme privilegio de formar parte del equipo de investigación del Proyecto Etnicidad y Raza en América Latina (mejor conocido como perla), sino por la creciente preocupación que se percibe en la región y el mundo sobre el muy nocivo impacto que tiene la discriminación y los grandes riesgos que se corren al documentar la diversidad –étnica, de género y otras– sin enfatizar la manera como suele justificar diversas formas de exclusión.

Finalmente quisiera también abordar un tema apenas esbozado en el texto de Lehmann, pero que tiene una creciente importancia en las publicaciones sobre América Latina y su relación con el mundo, y que analiza el papel de los discursos de odio que se difunden a través de los medios de comunicación y de las redes sociodigitales, que incluso usan resultados de algunas investigaciones académicas para justificar la discriminación y el racismo. Quienes hemos trabajado con rigor científico estos temas vemos en ocasiones retomadas nuestras investigaciones para descalificar a personas que pertenecen a colectivos históricamente discriminados (Abel, 2023).

Dejaré fuera temas que sé de antemano que son centrales en esta discusión como los que tienen que ver con el impacto de la diversidad religiosa o los análisis sobre las diferentes orientaciones de género, pero trataré de ir retomando otros de los temas abordados por Lehmann para dialogar con él sobre la construcción social de las diversidades en América Latina y sobre lo que implica hacerlo desde la perspectiva propia –que considero que muchas veces no es decolonial– y la mirada externa. Para este ejercicio también recuperaré parte de mi experiencia en la formación de colegas provenientes de diferentes pueblos indígenas de México y América Latina, con quienes tengo una enorme deuda en términos epistemológicos, y también en cuanto a su capacidad de combinar miradas etic y emic, para retomar la tradición de la antropología lingüística (Duranti, 2000), para pensar de manera diferente los alcances de la decolonialidad y para relativizar la universalidad de algunos valores que mucha de la academia latinoamericanista da por sentados. En particular, me enfocaré en la que retoma la tensión entre los valores universales –por ejemplo, aquellos que se reconocen como Derechos Humanos– y las preocupaciones de parte de la comunidad académica sobre los derechos específicos de las poblaciones minorizadas (Cfr. Lehmann, 2022).

El estudio de las diversidades en América Latina se centró en buena parte del siglo pasado en la documentación sobre la diversidad étnico-racial, que suele referir a la diferenciación entre los pueblos originarios, los pueblos afrodescendientes y las personas que habitan la región y provienen de otras partes del mundo. Este énfasis ha estado motivado por el origen mismo de disciplinas como la antropología en países como México y su tradición boasiana (De la Peña, 1996). La preocupación de los fundadores de la antropología mexicana para la generación de categorías identitarias (muchas de ellas de hetero identificación)1 coincide con esfuerzos en el ámbito regional para fortalecer las identidades nacionales con base en la incorporación de todas las personas nacidas en un país como parte de una narrativa nacionalista. Han sido notablemente exitosas estas narrativas en países como Brasil y México, que contaron con diversos científicos sociales desde inicios del siglo xx formados en la antropología culturalista norteamericana (Martínez Casas, Saldívar, Flores y Sue, 2019).

Una de las diferencias entre las categorías identitarias que propusieron antropólogos como Manuel Gamio o Paulo Freire y las nuevas perspectivas que analiza el texto de Lehmann radica en la finalidad con la que se crearon dichas categorías. Si las identificaciones buscan generar proyectos nacionales que artificialmente borren la diversidad, estamos frente a lo que autores como Stavenhagen denominan de manera tajante colonialismo interno: el desafío no es documentar el valor de la diversidad, sino lograr la homogeneización nacional (Stavenhagen, 2001). En muchos casos las intenciones no fueron malas, las jóvenes naciones latinoamericanas de la primera mitad del siglo xx requerían de acciones agresivas para mitigar las enormes desigualdades sociales. El problema –o uno de los problemas– es que se ha responsabilizado a los propios sectores discriminados de su exclusión. Los indígenas son pobres por su falta de educación, porque no hablan bien español o porque viven en regiones rurales. Su destino es, casi inevitablemente, dejar atrás sus orígenes para incorporarse al desarrollo nacional (véase Telles y Martínez Casas, 2019). Serán otras personas –académicos, funcionarios gubernamentales, organismos internacionales– quienes diseñarán la mejor ruta para su redención. Los análisis de Stavenhagen permiten mostrar cómo el uso de estas categorías de identificación ha dado lugar a proyectos que no sólo atentan contra los derechos culturales de las minorías étnicas, sino que han justificado su desplazamiento en aras de su incorporación al desarrollo nacional y otras formas de despojo de sus territorios y sus formas de vida. Esta preocupación se alinea con lo planteado en el texto de Lehmann con relación a la aspiración regional por lograr una verdadera justicia social que beneficie a los sectores históricamente discriminados.

Otra diferencia en el uso de este tipo de categorías de identificación estriba en el giro que se empezó a dar justo a la mitad del siglo xx y que desencadenó una serie de reivindicaciones sobre los derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes a su identidad, su lengua y el manejo de su territorio. Este tipo de propuestas cambiaron los paradigmas para el establecimiento de las identidades –específicamente las étnico-raciales– en aras de permitir que las personas se apropiaran de estas categorías y las volvieran suyas. Uno de los efectos de este viraje se puede apreciar en el incremento de la autoadscripción étnica en la mayoría de los censos en América Latina en el siglo xxi (Barbary y Martínez Casas, 2015). Sin embargo, esto no asegura la mirada decolonial del cambio de rumbo. Si bien es innegable la visibilización de muchas demandas de grupos sociales excluidos, la desigualdad en la región no se ha visto igualmente mitigada. Con frecuencia surgen propuestas comunes para el uso de etnónimos que les permitan a las personas utilizar etiquetas que son de uso cotidiano en sus regiones y que suelen incluir términos en las diferentes lenguas que se hablan en el país; sin embargo, su uso por parte de las instituciones gubernamentales y por muchos académicos es todavía muy acotado (inpi, 2023).

También quisiera reflexionar sobre la experiencia de la educación intercultural, especialmente en instituciones de educación superior, y los esfuerzos en el espacio en el que he desarrollado buena parte de mi trabajo académico. Lehmann analiza la experiencia de las universidades interculturales en México y recupera los análisis de autores como Dietz y Mateos (2020), pero no analiza el proyecto de formación de lingüistas del ciesas. Es probable que lo pequeño del programa haga que su impacto sea poco conocido, pero ha permitido que tres centenas de jóvenes hablantes de lenguas indígenas de México y América Latina estudien las lenguas de las comunidades de las que provienen e incidan en políticas públicas, no sólo en el ámbito educativo, sino en varios espacios públicos, así como también en un gran número de comunidades que buscan fortalecer su patrimonio lingüístico y cultural (Martínez Casas, 2011). Las y los lingüistas egresados de la licenciatura en Etnolingüística (1979-1985) y del posgrado en Lingüística Indoamericana, que nació en 1991 y sigue en funcionamiento, son un buen ejemplo de los esfuerzos que se han hecho para formar, con una aspiración decolonial, a académicos que deberían incidir mejor que otros en la inclusión de la diversidad cultural en la investigación en ciencias sociales y humanidades.

Pero la realidad es que solo algunos de los egresados del posgrado en Lingüística Indoamericana logran moverse de manera cómoda entre el mundo académico y la vida comunitaria de sus localidades de origen. Las presiones de los colectivos de colegas los colocan en posiciones que oscilan entre la subordinación a los expertos y la desconfianza hacia su origen y pertenencia. Esto resulta particularmente agudo para las mujeres, quienes encuentran graves obstáculos para conciliar la vida familiar y comunitaria con las exigencias de la vida universitaria. De mis colegas egresadas del posgrado en Lingüística Indoamericana la mayoría son solteras y no tienen hijos, y casi nunca es una decisión tomada por ellas. Ya Du Bois hace más de un siglo había analizado el fenómeno que denominó la doble conciencia y que obliga a las personas racializadas a alejarse de sus grupos primarios de pertenencia (Rabaka, 2009). Este fenómeno explica la dificultad para conseguir que algunos de los esfuerzos de profesionalización de grupos minorizados sean realmente decoloniales; no obstante, Rabaka –retomando a Du Bois– muestra la importancia de la acción afirmativa para el surgimiento de una nueva teoría social que se construye desde la perspectiva de los diferentes y pone distancia de la academia hegemónica.

Por consiguiente, esto no le resta méritos a las propuestas de formación académica que buscan reducir las brechas formativas y laborales de las personas indígenas –especialmente de las mujeres–; sin embargo, sus propuestas no han resultado todavía suficientemente contundentes como para resultar realmente decoloniales no sólo en términos epistemológicos, sino tampoco en cuanto a su capacidad de incidencia social. No resulta suficiente proponer un modelo académico participativo con y desde los colectivos históricamente excluidos, hace falta, como lo plantea Lehmann en su texto, seguir proponiendo estrategias que articulen de mejor manera la investigación social con las demandas de las personas que han experimentado la discriminación de forma inmemorial y que genuinamente aspiran a una sociedad más justa. Esto también se ha abordado en otras investigaciones sobre las trayectorias educativas de los estudiantes indígenas y las barreras que suelen enfrentar para lograr una buena inserción tanto en el mundo académico, como en el ámbito laboral (Czarny, 2008).

Finalmente, me propuse abordar un tema que es tratado con otra mirada por Lehmann en el artículo con el cual estamos dialogando: las identidades y las desigualdades en la era digital se expresan de maneras muy diferentes a como se manifestaron durante el siglo xx (Castells, 2001). No sólo la coyuntura de la pandemia por covid-19 nos obligó a mediatizar prácticamente todos los ámbitos de la vida de las personas, desde unos años antes las redes sociodigitales se habían ya convertido en vía de expresión de formas diferentes de entender los procesos decoloniales, pero también han encontrado cajas de resonancia que amplifican las expresiones de rechazo a lo diverso (Cfr. Abel, 2023).

Como señalé al inicio de este texto, las nuevas maneras de hacer investigación social y humanística en América Latina se han encontrado con la enorme ventaja de poder difundir de manera masiva muchos de los resultados de trabajos académicos y nos han obligado a comunicarnos con públicos no especializados. También se manifiestan de diferentes maneras –y desde estos públicos distintos– usos inéditos de los resultados de investigación sobre las diversidades. Los apoyos y críticas ya no sólo provienen de la comunidad académica, ahora es muy frecuente encontrar alusiones a trabajos de investigación que, en lugar de producir los efectos esperados en la búsqueda de una sociedad más inclusiva y respetuosa, se usan para justificar expresiones racistas o xenófobas. Esta situación no es nueva, ya Huntington –héroe e inspiración de personajes como Donald Trump– inicia su obra sobre la identidad norteamericana y lo indeseable de la migración hispana citando a académicos y escritores mexicanos (Huntington, 2004). Este y otros de sus trabajos han sido retomados por movimientos supremacistas y de un particular nacionalismo que cada día crecen más no sólo en Estados Unidos, donde tuvieron su origen, sino en muchos otros países de la región latinoamericana. Las denuncias sobre este tipo de nacionalismos excluyentes tuvieron una importante manifestación en movimientos como Black Life Matters (civicus, 2021) y siguen estando presentes en muchas expresiones públicas de actores políticos que tienen influencia global.

Y con este tema quisiera finalizar mi diálogo con la obra de David Lehmann, la mirada decolonial no es unívoca ni infalible y está en proceso de construcción tanto por los colegas latinoamericanistas que trabajan en instituciones de países hegemónicos como por quienes lo hacemos desde posiciones menos visibles y, crecientemente, por investigadores que provienen de sectores históricamente excluidos. No tengo una receta para asegurar el éxito de esta importante apuesta epistemológica, pero aspiro –como muchos de mis colegas– a lograr que el trabajo de investigación social mejore las condiciones de vida de quienes habitamos en una de las regiones más desiguales del mundo. La invitación que nos hace Letimann a repensar cómo definimos categorías analíticas como género, raza y etnia nos obliga a darle voz a personas racializadas y excluidas, y a incorporarlas en los trabajos académicos, así como también en los espacios de comunicación de los resultados de investigación y en la búsqueda de la creación de agendas que realmente incidan en la justicia social. La ruta que propone su texto es clara y nos puede ayudar a construir una mejor agenda en esa dirección.

Bibliografía

Abel, Sarah (2023, 30 de marzo) Tomándole la medida al racismo: las tecnologías de color de piel y sus efectos, de las encuestas socioeconómicas a los discursos sociales. [Ponencia] Ciclo de presentaciones “Investigación y un cafecito”, ciesas Ciudad de México. https://www.facebook.com/watch/live/?ref=watch_permalink&v=23916659848356

Barbary, Olivier y Regina Martínez Casas (2015). “L’explosión d’autodéclaration indigène entre les recensements mexicains de 2000 et 2010”. Autrepart, 74-75(2), pp. 215-240. https://doi.org/10.3917/autr.074.0215

Castells, Manuel (2001). La era de la información. Vol. ii. El poder de la identidad. México: Siglo xxi.

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Czarny, Gabriel (2008). Pasar por la escuela. Indígenas y procesos de escolarización en la Ciudad de México. México: Universidad Pedagógica Nacional.

De la Peña, Guillermo (1996). “Nacionales y extranjeros en la historia de la antropología mexicana”, en Metchild Rutsch (ed.). La historia de la Antropología en México. Fuentes y transmisión. México: uia/Plaza y Valdés/Instituto Nacional Indigenista, pp. 41-81.

Dietz, Gunther y Laura Selene Mateos (2020). “La Universidad Veracruzana Intercultural (uvi): un caso de interculturalización de la educación superior mexicana, en Luis Alberto Delfín Beltrán, Raúl Manuel Arano Chávez y Jesús Escudero Macluf (coords.). Método del caso: una opción de formación para la investigación. Xalapa: Red Iberoamericana de Academias de Investigación, pp. 77-99.

Duranti, Alessandro (2000). Linguistic Anthropology. Cambridge: Cambridge University Press.

Huntington, Samuel (2004) Who Are We? The Challenges to America’s National Identity. Nueva York: Simon & Schüster.

civicus (2021) Parte 1. La lucha social por la justicia racial, en Informe sobre el estado de la sociedad civil. Disponible en: https://civicus.org/state-of-civil-society-report-2021/es/wp-content/uploads/2021/05/SOCS2021Part1_es.pdf.pdf (consultado el 6 de julio de 2023).

Lehmann, David (2022). After the Decolonial. Ethnicity, Gender and Social Justice in Latin America. Cambridge: Polity Press

Martínez Casas, Regina (2011). “La formación de profesionistas bilingües en el México contemporáneo”. Perfiles Educativos, vol. xxxiii,
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Rabaka, Reiland (2009). Du Bois´ Dialectics: Black Radical Politics and the Reconstruction of Critical Social Theory. Lexington: Lexington Books.

Stavenhagen, Rodolfo (2001). La cuestión étnica. México: El Colegio de México.

Telles, Edward y Regina Martínez Casas (eds.) (2019). Pigmentocracias. Color, etnicidad y raza en América Latina. México: Fondo de Cultura Económica.


Regina Martínez Casas es lingüista y antropóloga. Es investigadora en ciesas desde 2002 y miembro del sni nivel ii y de la Academia Mexicana de Ciencias. Es experta en políticas lingüísticas y educativas en México y otros países de América Latina y ha trabajado en la formación de lingüistas hablantes de lenguas indígenas nacionales tanto en posgrado como con grupos de docentes de educación básica bilingüe. Ha coordinado varios grupos de investigación sobre el impacto de megaproyectos en pueblos indígenas, políticas sociales para indígenas en contextos de movilidad, niños indígenas en escuelas urbanas, personas indígenas en reclusión, la región transfronteriza México-Guatemala y la dinámica étnico-racial en México y su impacto en la discriminación y la desigualdad.

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