Ciudadanía y organización de cara a la crisis ambiental mundial

Recepción: 18 de abril de 2022

Aceptación: 31 de mayo de 2022

El mundo de mañana

Patrick Boitet, Anthony Forestier y Samah Soula, 2016 TF2, París.

La problemática ambiental está afectando ya a todo el planeta, sin diferenciar países, culturas, continentes ni clases sociales. El cambio climático debido a la emisión de gases de efecto invernadero está teniendo un impacto evidente en las sociedades urbanas y rurales en diferentes partes del mundo.

Frente a la crisis ambiental actual que “emerge desde el fondo del olvido de la naturaleza”, como señala Enrique Leff (2014), se presentan no obstante algunas alternativas viables. El lenguaje visual es una poderosa herramienta para difundir las experiencias que se están presentando hoy como opciones factibles, lo que se puede visualizar en el documental El mundo de mañana. En él se muestran algunos ejemplos en los que se enfrentan los desafíos técnicos y las respuestas a la creciente deshumanización de la vida cotidiana en las ciudades. Además, se plantean las opciones productivas del mundo rural, así como algunos proyectos que convierten las relaciones sociales en ejemplos a seguir frente a un mundo que oscila entre el pesimismo, la desesperanza y la desilusión.

Este documental remite a diferentes contextos urbanos y rurales que tienen en común la reacción de grupos sociales tradicionalmente vulnerables, la mayoría en la sociedad occidental, frente a la precariedad, la necesidad de imaginación para improvisar medios y tecnología o para llevar a cabo proyectos de producción sustentables y que generen algún ingreso económico.

En el documental se abordan temas de la crisis ambiental mundial y algunas experiencias que pretenden ser una respuesta a ella en contextos de vida urbana en lugares de eeuu, Canadá, Francia y la India. Las entrevistas combinan problemáticas de grupos humanos marginados en condiciones de vulnerabilidad social que viven en ciudades y las estrategias que tienen que desarrollar para optimizar recursos de espacio, vivienda y trabajo para reciclar e inventar técnicas que les permitan un ingreso mínimo para sobrevivir. Hay casos también del ámbito rural, en los que se intercalan reflexiones de orden filosófico para mostrar la manera en la que se puede iniciar un cambio de mentalidad y se decide a actuar como individuo para evitar la falta de respuesta social o institucional frente a lo que ya se presenta como la agudización de una catástrofe ambiental de nivel mundial. Los casos que se presentan son ejemplos de la forma en la que diversos grupos humanos se organizan para

construir esta filosofía ambiental y la defensa de modelos locales que no escinden la naturaleza de la cultura. Estos modelos pueden ser económica, ecológica y culturalmente diferentes y pueden constituir proyectos de modernidad alternativa o de alternativas a la modernidad (Escobar, 2012: 25).

Se trata de experiencias de vida en grandes ciudades y en el medio rural que nos permiten observar y escuchar cómo se resuelve el esfuerzo de cambiar los hábitos de consumo, de alimentación, el uso del tiempo de trabajo en el campo, el tiempo libre y la familia. Estos ejemplos son un enfoque y una manera distinta de hacer las cosas respecto del modelo urbano; es decir, se trata de impulsar otra forma de pensar al ser humano, a la familia, a los allegados y la relación de todos ellos con el entorno natural. Nos permite entender el valor de los productos artesanales y también nos invita a reflexionar acerca de la necesidad de vivir no para ganar dinero exclusivamente, sino también para organizarse con sus vecinos, con la gente cercana y realizar otro tipo de actividades igualmente importantes, como la convivencia o el trabajo para el bien común, que son aspectos que ayudan a mejorar la calidad de vida y fortalecen el tejido social. En esa perspectiva, es correcta la sugerencia de Arturo Escobar cuando dice que

el punto de partida para transformar la realidad actual caracterizada por la crisis ambiental y que nos debe llevar al logro del objetivo de una filosofía ambiental es pensar en la forma de transformar la relación entre naturaleza y cultura establecida por la modernidad dominante (Escobar, 2012: 15).

¿Y qué mejor cuando se puede constatar la importancia que tienen estos modelos locales como espacios privilegiados en la construcción de esta filosofía ambiental en la que no se escinda la naturaleza de la cultura?.

Los casos de unidades productivas rurales rentables son una elección que contradice la idea actual de que el campo ya no es viable en términos económicos. Cuando menos eso se ha hecho creer. También se piensa que la unidad rural de producción agrícola es opuesta a la modernidad de la sociedad contemporánea. El documental, por el contrario, muestra la manera en la que las granjas familiares y el trabajo artesanal dan a los procesos de vida moderna un componente de calidad, lo que permite revalorizar la actividad productiva agropecuaria y los vínculos de solidaridad, compartir los compromisos, vivir en colectividad y, sobre todo, dejar atrás el estilo de vida urbano. La adopción de un estilo distinto del urbano implica, antes que nada, un cambio de perspectiva amplia al que hay que saber adaptarse de manera colectiva, de tal forma que se pueda encontrar la motivación, el interés y sobre todo el compromiso colectivo que permitan una continuidad a mediano y largo plazo. Un aspecto sustancial del documental es la entrevista a Cyril Dion, fundador de un importante movimiento ecologista en Francia que busca movilizar a la gente en torno a algunas problemáticas ambientales y también en relación con aspectos educativos, de economía, mostrando que todo está vinculado entre sí. Él realizó una película titulada Mañana que obtuvo un premio César en Francia (equivalente a los Óscares de Estados Unidos). La película se exhibió en el cop21, el acuerdo de París de 2015, que se basa en tres puntos, a saber: contener el calentamiento global, mejorar la capacidad de adaptación de las sociedades humanas a los cambios que ya son irreversibles y, por último, propiciar las condiciones necesarias para que los flujos financieros sean consistentes con los objetivos de los dos puntos anteriores. La película muestra al público que generar las condiciones para crear otro mundo es posible y que, para ello, cada quien puede colaborar a su manera para construirlo. Su militancia ecologista critica el modelo de vida urbano, el desperdicio de comida, así como la contaminación de la mitad del territorio francés por causa de los nitratos usados en la agricultura, lo que hace que 93% de las corrientes de agua contengan plaguicidas. Es una realidad que afectará a largo plazo a la población que vive cerca de dichas fuentes de agua y que trabaja en el campo. No es posible, señala, que unas cuantas empresas multinacionales decidan y determinen lo que tenemos que comer, en lugar de que sea el ciudadano el que escoja lo que prefiere. Eso es una muestra de la antidemocracia que se vive actualmente a escala planetaria. En ese sentido, el documental nos sitúa ante la discusión actual en Europa respecto del futuro de las organizaciones y movimientos ambientalistas y su constante interacción con otras fuerzas políticas que determinan la orientación de la política pública que regula la elaboración de alimentos de buena calidad.

En relación con lo anterior, es preciso señalar el fenómeno social reflejado en los “neorrurales” franceses, que en el documental son presentados como personas sin vínculos con la vida rural, es decir, no son “agrodescendientes”, pero viven en una granja colectiva y en su discurso reivindican el regreso al modelo de la vida familiar campesina. Se trata de un modelo que recurre a productos frescos cultivados con técnicas agroecológicas y a pequeña escala, y donde además también se cría a animales de corral y se elaboran productos artesanales, como mermeladas, pan, quesos etc., lo cual tiene la ventaja de propiciar una relación directa entre productor y consumidor. En esa medida, se elimina la figura del intermediario que básicamente encarece los productos, y permite la venta de alimentos artesanales de calidad a un precio razonable. Todo este proceso fue descrito ampliamente por Bernard Kayser en su libro El renacimiento rural. Sociología del campo en el mundo occidental (2020), en el que da cuenta de los desplazamientos de población urbana y periurbana a zonas de producción rurales como consecuencia del creciente proceso de urbanización que inició desde la década de los años 70 en los países industrializados. Siendo Francia un país con una amplia trayectoria de vida campesina a través de siglos de historia social, aún se encuentran rastros de la vida rural en diferentes zonas que, desde la perspectiva de la modernidad urbanizada de postguerra, han resistido a los intentos de desaparición de amplios sectores vinculados con la producción agrícola, y al control productivo de las grandes empresas agropecuarias.

Otro movimiento interesante, aunque al parecer más radical, es el de los off the grid, los “desconectados” en Estados Unidos; se trata de un campamento “salvaje”, al que asisten personas que dejan temporalmente el confort de un departamento o una casa en la ciudad y procuran vivir en un campamento sin electricidad, ni agua corriente, ni celular, ni tv ni aparatos electrodomésticos. Se vive en tiendas de campaña y de manera colectiva se organiza el abastecimiento de comida, el acceso a baños, al lavado de ropa y se participa en diversos talleres. Es un tipo de experimento social basado en principios básicos de convivencia con ciertas reglas que toda la comunidad respeta, como evitar el consumo de drogas o alcohol o generar basura de manera innecesaria. En definitiva se trata de llevar a la práctica, de manera colectiva, una vida opuesta al individualismo y la vida atomizada del medio urbano y cuyo objetivo es adaptarse mediante el aprendizaje de técnicas de supervivencia en el bosque por medio de un reencuentro con la naturaleza. La experiencia de vivir algunos días así permite comparar y valorar este contacto con el campo para posteriormente, si es el caso, cambiar la forma de vida y generar las condiciones necesarias para asentarse en un lugar lejano del estrés urbano y la aglomeración citadina.

Un aspecto que resalta de manera reiterada en esta parte del documental se relaciona con los ingresos que las parejas entrevistadas dicen tener. Al parecer el monto de su ingreso no rebasa los 500 euros al mes, es decir, pueden vivir con la tercera parte de lo que en teoría necesitarían para vivir en la ciudad, lo cual es síntoma de dos cosas: que hay manera de ahorrar en servicios como el agua, que no se paga porque es agua que viene de la montaña, o el alquiler de vivienda que, por lo general, es más barato en el campo, con lo cual el ingreso se usa sobre todo para pagar servicios, como lo hace Jim, un ambientalista que vive en medio del bosque en una cabaña “confortable”, en la que se usan paneles solares para abastecer de energía eléctrica todas las habitaciones de la casa. Él piensa que los eeuu son una catástrofe para el planeta en términos ambientales, por lo que es necesario cambiar la mentalidad de la ciudadanía y los consumidores, pero no diciéndoles lo que deben hacer, sino mostrándoles con el ejemplo lo que se puede hacer para relajar la presión que hay sobre el planeta y reducir el uso de energía, evitando el calentamiento global y el cambio climático.

Dos ejemplos más muestran cómo se puede fortalecer el tejido social mediante la solidaridad, la responsabilidad compartida y el pensar en acuerdo con los demás; en el primero se trata de un aserradero con 25 empleados, que funciona como cooperativa y en el que no hay patrón ni jerarquías. Los trabajadores mantienen activa la empresa que genera ingresos suficientes para todos ganando el mismo salario. Las decisiones importantes se toman colectivamente y algunos trabajadores en su pueblo de residencia hacen trabajo voluntario no remunerado en la limpieza de los espacios de uso común, por ejemplo, lo que permite al mismo tiempo mantener la comunicación con los demás habitantes y fortalecer los vínculos de cooperación colectiva, cordialidad y buen trato vecinal. Eso y la actividad del aserradero han permitido un repunte en la cantidad de habitantes que hay en la localidad de manera permanente, lo cual ha evitado el éxodo que caracterizó a esta región francesa en los años setenta. Con este tipo de experiencias se muestra, como señala Wallerstein (1999), que hay alternativas a la polarización social que ha generado el sistema capitalista si se le compara con los sistemas económicos anteriores que han existido en la historia de la humanidad.

Un caso quizá más contrastante con los anteriores tiene lugar en la India, donde en barrios marginales como el llamado Dharavi en Bombay u otros en Calcuta o Nueva Delhi, se generan estrategias de sobrevivencia en las que el ingenio determina la capacidad de adaptación eficiente a situaciones de precariedad. Varios ejemplos muestran cómo todo puede ser reciclado y trabajar con materiales para generar un ingreso.

La palabra que designa esta condición es la “jugaad”, que es sinónimo de improvisar, de tener creatividad frente a una realidad social de escasez y precariedad. La capacidad de improvisar es importante, ya que permite encontrar, con pocos recursos, soluciones a problemas. Un estudiante de ingeniería fabrica una batería de celular con más capacidad de energía y más barata que las que se consiguen en el mercado. En la ingeniería espacial, se usó malla de gallinero para construir las antenas parabólicas, reemplazando el aluminio, que es un material muy costoso. En la industria del automovil se generó un prototipo de automóvil “low cost”, el kwid, de la Renault. En hospitales también se ahorran costos en cirugías de corazón, por lo general onerosas para las familias de los pacientes. La reducción del costo ha sido tal, que los cirujanos indios han practicado las mismas operaciones quirúrgicas exitosas que las que se practican en los Estados Unidos, pero a un costo diez veces menor. También en la India, un funcionario de gobierno encargado del área de ciencia y tecnología piensa que los semilleros de los futuros científicos del país se encuentran en las comunidades más alejadas y pobres, ya que piensa que es ahí donde el ingenio de los niños se desarrolla de manera más temprana, como consecuencia de las difíciles condiciones de vida que se presentan, y es a esos niños a los que hay que captar para educar y brindarles condiciones materiales de vida (buena vivienda, alimentación y educación) para desarrollar sus capacidadades y concretar de forma eficiente sus aportes a la ciencia y la tecnología nacionales. Está convencido que no son grandes universidades en las capitales regionales, con infraestructura costosa y matrícula elevada, las que van a generar necesariamente a los científicos del mañana. Ni tampoco serán los científicos del mañana los que pertenezcan necesariamente a familias acomodadas y que han tenido desde la infancia las condiciones de seguridad requeridas para educarse adecuadamente.

Otro escenario de interacción social son las unidades habitacionales en la periferia urbana de las grandes ciudades, donde una sala de usos multiples se convierte en el lugar de convivencia vecinal y en él se organizan actividades colectivas, o un huerto urbano donde todos colaboran y cuyas verduras se distribuyen entre los hortelanos y los demás habitantes de la unidad habitacional. Ese trabajo, y un taller de cocina, permiten momentos de convivencia entre vecinos, de interacción en que la ayuda mutua aparece para resolver situaciones domésticas como el cuidado de los niños, la atención a las mascotas, el monitoreo de actividades de limpieza y mantenimiento general de los espacios de uso común, la seguridad de los vecinos o la organización de actividades recreativas o de promoción de la salud o el deporte. Todo ello permite dar un giro positivo a las relaciones de vecindad haciendo un contrapeso a la indiferencia y la atomización social habitual.

Un último escenario que se presenta en el documental tiene que ver con un festival para 500 asistentes cuyo lema fue “Atrévase a convivir”, en el que se dieron sesiones de meditación y conferencias sobre la forma de “vivir mejor”. Ahí se habló de energías alternativas, de prácticas ecológicas, para que los participantes en los talleres reconocieran la capacidad de integrarse y colaborar en alguna tarea o ejercicio. Durante cuatro días se realizó la exploración de actividades con valores distintos de los del mundo urbano fragmentado e individualista. Es decir, se creó una especie de burbuja que abstrae a los que participan de lo que sucede afuera, en la sociedad donde hay una serie de condiciones ajenas a lo que se desarrolla aquí, con otro tipo de objetivos, valores y conductas. Se trata de hacer reaccionar a los participantes para desarrollar capacidades como la de comunicarse, sentir, compartir y colaborar y ofrecer un nivel de convivencia y fraternidad para lograr un objetivo específico.

Uno de los entrevistados hace una reflexión en el sentido de que se puede trabajar en biocooperativas ganando poco sueldo, pero comiendo de forma sana todos los días. Aquí entramos en la discusión de para qué sirve el dinero: ¿para comer sano, o bien puedes comer sano de forma barata y accesible? ¿Qué debe priorizarse? Aparentemente hay que ganar miles de euros para vivir bien, cuando en realidad no es así. La frase “el dinero no es la felicidad” se entiende en el sentido de que el dinero no te lo puedes comer, pero en lugar de eso puedes adquirir productos sanos y baratos si te acercas a los productores indicados, los que no usan agroquímicos ni plaguicidas ni semillas transgénicas. En varias de las entrevistas se deja ver que hay una preocupación seria por invertir el tiempo en otras cosas y no en el trabajo, pues, al final de cuentas, no se necesita mucho dinero para vivir bien. En ese sentido, se genera una reflexión según la cual es más valioso el tiempo y el trabajo que se invierte en producir algo que es nutritivo y de calidad, que estar pensando en un ingreso monetario importante que permita más consumo. En otras palabras, ¿consumo de qué, de comida industrializada o de comida sana?

Las experiencias aquí relatadas componen un mosaico de formas de pensar y de actuar que van en contra de lo que se considera establecido, tanto en las ciudades como en el campo, por lo que es importante dar a conocer este tipo de documentales. Para la investigación sobre temas ambientales, la capacidad organizativa de los grupos humanos, de las culturas, de los habitantes de ciudades y de localidades rurales es importante, ya que de ello dependen las respuestas que esos colectivos organizados dan a la crisis ambiental mundial. Muchas experiencias han demostrado su viabilidad y lo común a todas ellas es la necesidad de interactuar, de lograr acuerdos y de coordinar la acción social que se puede alcanzar para el logro de objetivos de interés común. Este documental representa un material de apoyo para cursos y actividades extraescolares en comunidades y grupos de ciudadanos organizados con interés de impulsar proyectos de agroecología en huertos escolares, urbanos y periurbanos, comunidades de pequeños productores rurales, entre otros. Por eso es importante difundirlo y aprovechar que tiene subtítulos en español.

Bibliografía

Escobar, Arturo (2012). Más allá del tercer mundo. Globalización y diferencia. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia.

Kayser, Bernard (2020). El renacimiento rural. Sociología del campo en el mundo occidental. Zamora: El Colegio de Michoacán.

Leff, Enrique (2014). La apuesta por la vida. Imaginación sociológica e imaginarios sociales en los territorios ambientales del sur. México: Siglo xxi Editores.

Wallerstein, Immanuel (1999). El capitalismo ¿qué es? Un problema de conceptualización. México: unam.


Yanga Villagómez Velázquez es egresado de la fcpys de la unam de la carrera de Sociología. Doctor en Estudios Latinoamericanos, ipealt, por la Universidad de Toulouse, Francia. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del conacyt desde 1998. Profesor investigador del Centro de Estudios Rurales, El Colegio de Michoacán, desde 2005. Durante 30 años ha trabajado temas relacionados con el manejo de recursos naturales en comunidades rurales, campesinas e indígenas y sus trabajos han sido publicados en revistas de reconocido prestigio en Estados Unidos, Francia, España y diferentes países de América Latina. Ha tenido estancias académicas en la Universidad de Toulouse, en la Universidad de California en Santa Bárbara y en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba. Sus cursos abordan temas de la historia del México agrario contemporáneo, la Ecología Política y el manejo de acervos archivísticos orientados a la elaboración de tesis de posgrado.

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