Recepción: 10 de mayo de 2024
Aceptación: 29 de mayo de 2024
Ciudad copyright
Conrado Romo, 2024 Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 100 pp.
Conrado Romo, autor del libro, fue miembro fundador del Partido Pirata Mexicano. Una agrupación política inspirada en los partidos piratas europeos que buscaban la reforma a las leyes de propiedad intelectual, la defensa de la libertad de expresión, la neutralidad de la red y el acceso universal a Internet. Los partidos piratas promueven la reducción y/o abolición de las restricciones que imponen los así llamados “derechos de autor” y su programa incluye la prohibición de la gestión digital de restricciones y fomenta que se comparta contenido comercial sin pedir licencia, entre otros temas relacionados. El dato tiene relevancia en tanto que las ideas de Ciudad copyright (Romo, 2024) emergen de la mentalidad y las relaciones sociales de alguien cuya mirada ha sido habilitada para identificar los riesgos de privatizar la cultura y que ha luchado por liberarla en diferentes escenarios.
El libro parte de una premisa muy interesante que recupera ideas del pensamiento marxista de autores como el mismo Karl Marx, pero también de geógrafos como David Harvey y el filósofo Henri Lefebvre. La premisa es la siguiente: todas las ciudades cobran la forma de sus vocaciones productivas, las calles de una ciudad portuaria estarán orientadas al mar, las casas de una ciudad minera estarán enclavadas en las inclinaciones de la tierra, las ciudades comerciantes tienen forma de embudo, porque en el centro se hacen todos los intercambios. La existencia de estas ciudades, enmarcadas en las dinámicas capitalistas, dependerá en buena medida de la manera en que transmitan esa vocación productiva a sus habitantes mediante imaginarios que orientan sus deseos a dedicar su tiempo y su cuerpo a producir. Hasta ahí suena todo muy conocido, la experiencia misma no nos dejará mentir sobre estos supuestos, pero ¿qué pasa cuando la vocación de una ciudad se orienta a la explotación de un bien que no es escaso? Los peces y los metales preciosos se agotan, por ejemplo, mientras que las relaciones comerciales dependen de la existencia de bienes por intercambiar; sin embargo, ¿sobre qué se sostiene una ciudad creativa?
Una ciudad creativa pesca ideas, extrae cultura, comercia con los colores, los sabores, los aromas de la vida cotidiana, pero esas cosas no son bienes escasos y para que se escaseen existe el copyright. En el capitalismo cognitivo, el modelo de ciudad tiene por vocación “La extracción de valor mediante la creación, la venta y el consumo de la propiedad intelectual” (Romo, 2024:15). Para que una ciudad sea creativa, necesita un proceso de limpieza urbana, racial y clasista que conlleva las llamadas “políticas de recuperación” de aquellos espacios y prácticas que desafían al “ordenamiento institucional y las racionalidades de la clase dominante”. A esa relación entre despojo disfrazado de “recuperación urbana” con el objetivo de atraer capitales creativos mediante reconocimientos de “capital mundial del libro”, “ciudad amigable con los adultos mayores”, “barrios cool” es a lo que Conrado llama “Ciudad copyright”. Luchar contra el copyright también implica luchar por el territorio.
Frente a un panorama global en el cual la vida urbana de las ciudades representa el nuevo oro negro del mercado actual, estas se convierten en sitios de desarrollo de bienes creativos. Las autoridades políticas, económicas y culturales buscan atraer excedentes de capital a sus ciudades convirtiendo a las metrópolis en mercancías o en marcas (Delgado, 2010); buscan que las industrias creativas inviertan en ellas su capital y, para ello, necesitan que la ciudad cobre la forma de las ciudades creativas. Es un proceso inverso al de las ciudades que nacen con una vocación productiva particular, la ciudad copyright transforma lo que ya existía para atraer esa vocación. Para ponerlo en términos más concretos, es como si una ciudad sin mar quisiera volverse portuaria y para ello inundara un barrio completo, insertara peces en ese lago artificial y se inventara una identidad de puerto, poniendo un pescado en el escudo de la ciudad y explotando la imagen de algún pescador famoso que haya nacido ahí, así sin más, lo cual suscita conflictos y resistencias. Cito a Conrado:
La lucha por el espacio no se reduce a los componentes físicos de los lugares, sino que incluye al patrimonio inmaterial. Para la creación de nuevas centralidades no solo se analiza el emplazamiento territorial del sitio a intervenir, también se pone a consideración su relevancia en términos culturales, tecnológicos y económicos dentro del entramado de relaciones mercantiles a nivel local y global (Romo, 2024: 29).
Esta es la premisa del libro que es corto, de apenas 80 páginas sin contar el índice y las referencias, lo que constituye su virtud y, quizá, su único desacierto, porque el lector puede sentir que quiere saber más cuando de pronto llega al final. El contenido tiene un estilo muy particular para narrar y desarrollar sus ideas, que constituyen una fusión única de pensamiento crítico, cultura pop y un toque de nostalgia bloguera de la primera década de los años 2000 que hoy ya se añora.
En cuanto a su estructura, el libro se divide en dos partes. La primera se titula “Ciudad, todos los derechos reservados” y contiene seis ensayos. La segunda [sic] “El cilicón Bali mexicano” tiene dos crónicas y un cierre de las reflexiones del texto. Los ensayos ayudan a enmarcar muy bien de qué van los cuestionamientos a la ciudad copyright, la manera en que el capital explota los barrios, las formas en que esta expresión de neocolonialismo se extiende por las ciudades, los riesgos de someternos a estrategias muy veladas de control con el argumento de las ciudades inteligentes y el componente utópico de las ciudades que, a su vez, representa la posibilidad de resistir a estos procesos. Las crónicas, por su parte, se centran en el caso concreto de Guadalajara, con el proyecto de construcción de las Villas Panamericanas que posteriormente se convertiría en el proyecto de Ciudad Creativa Digital, así como la resistencia vecinal que le hizo frente a ambos intentos de transformar el barrio donde se enclavaban dichas tentativas. El ejemplo que representan estas crónicas embona perfectamente para ver de primera mano cómo los ensayos del autor que nutren la primera parte del texto no son ideas vertidas al aire, sino que componen un marco para entender cómo los conflictos suscitados por la mercantilización y privatización de la vida urbana se territorializan.
Ciudad copyright nos muestra una lectura transversal de la gentrificación mediante el análisis del nexo tan cotidiano entre las industrias creativas, los imaginarios urbanos de la industria del entretenimiento y la forma que cobran material, política y discursivamente en el territorio, como una de las estrategias más complejas de mercantilizar la vida urbana; misma que aparece ante nuestros ojos como algo relativamente imperceptible o, más problemático aún, como algo muy deseable. Como menciona el mismo autor: “todos los proyectos de intervención urbana poseen un poderoso componente utópico. Su desarrollo está siempre ligado a una narrativa que los dota de cualidades emocionales, estéticas y morales” (Romo, 2024: 9).
En los tiempos que corren al escribir esta reseña es común escuchar que un barrio o una zona urbana serán revitalizados, como si los urbanistas y los actores político-electorales de ciertas ciudades tuvieran la habilidad de resucitar o crear vida urbana. Esta pretenciosa habilidad resulta preocupante, sobre todo cuando en muchos de los casos lo que hay detrás de la “revitalización” de un barrio es el aniquilamiento de la vida urbana preexistente y su consecuente mercantilización. Cuando la renovación de calles, el establecimiento y/o el mejoramiento de servicios y equipamiento urbano conllevan el desplazamiento de población estigmatizada, lo que hay es más bien una sorprendente capacidad del capitalismo para asesinar, enterrar y aparentemente “revivir” la vida urbana característica de un lugar, sin que nadie fuera de ese territorio se dé cuenta de la parte del asesinato y el entierro. Cuando se trata de recuperar el espacio, la pregunta sobre cómo se perdió parece borrada, como bien anota Nizaiá Cassián (2020):
Uno de los problemas que ha habido en Guadalajara ha sido que, a la hora de pensar en cómo planear la ciudad, se ha hecho mucho énfasis en esta idea de recuperar el espacio público, pero sin hacer un cuestionamiento de qué fue aquello que nos hizo perderlo, en vez de pensar en las formas de privatización que ha habido a través de los fraccionamientos amurallados, de la expansión hacia la periferia, de todos estos fenómenos que han ido justamente segmentando y fragmentando la ciudad. Lo que se ha planteado es que la cultura podría servir como una herramienta de regeneración del espacio público y, en ese sentido, proyectos como en un primer momento fueron el [museo] Guggenheim, que planteaba construirse en la barranca de Huentitán o, en algún momento, el corredor cultural Chapultepec o, ahora mismo, con todo lo que se ha planteado con Ciudad Creativa Digital o ciertos procesos de “traer la cultura” a los barrios del centro, se han planteado como estas supuestas estrategias que nos ayudarían a recuperar el espacio público, pero que en realidad son estrategias no solo sumamente fallidas, sino que sumamente problemáticas a la hora de invisibilizar qué fue eso que en primer lugar hizo que se perdieran esos espacios comunes.
¿Cómo poner en duda aquello que, según los criterios morales más característicos de las sociedades capitalistas, parece lo más deseable? El cuestionamiento es complejo, especialmente si requiere la puesta sobre la balanza entre el advenimiento de las productoras que nos traen las aventuras fantásticas que más nos embelesan y la presencia de los grupos que la mayoría de esos mismos estudios nos presentan como peligrosos, aterradores e indeseables.
El caso de Ciudad Creativa Digital (ccd) es un ejemplo de estas formas de urbanizar de manera engañosa que, por un lado, ofrecen a la opinión pública un paquete de atributos tan seductores como la modernidad misma: empleos, cosmopolitismo, seguridad, limpieza, tecnología. En algunos casos, de la manera más burda posible, calificando a los mismos proyectos como “inteligentes” y/o “creativos”. Para Manuel Delgado (2010:11), este tipo de proyectos modelan a la ciudad con el fin de convertirla en un “artículo de consumo con una sociedad humana dentro”. En este afán, las ciudades llegan a convertirse incluso en caricaturas de sí mismas.
Este tipo de modelos de ciudad no solo enriquece a los actores inmobiliarios, sino que, además, invisibilizan a todos aquellos grupos marginados en las grandes narrativas de la ficción y el entretenimiento; grupos que son el resultado del sistema-mundo económico desigual que fagocita todo tipo de recursos mediante formas –esas sí– cada vez más creativas.
Uno de los atributos más elementales que surge de la mirada transdisciplinar que ofrece este libro es el evidente nexo entre la ficción y la realidad que, en el caso de los estudios urbanos, aún guarda mucho por explorar. Tal como reconocen Luis Campos y Fernando Campos (2018), la ficción es parte de la realidad, en la medida en que la ficción participa de la organización de la realidad. Es así como la ficción no solo se circunscribe al campo de lo irreal, sino también influye en el de lo deseable y en el de lo posible. En el ámbito de las ficciones también caben las ilusiones, los modelamientos, las simulaciones, las suposiciones, las hipótesis y los juegos; todas ellas son expresiones que aparecen con un rol protagonista.
Luego de leer a Conrado, resulta innegable el doble proceso mediante el que las ciudades emulan los estereotipos contenidos en ciertos productos culturales, al mismo tiempo que las industrias que producen riqueza a partir de la generación de tales tipos de contenido transforman las ciudades con efectos terriblemente devastadores en términos de desplazamientos, segregaciones y aniquilamiento de expresiones culturales urbanas. Un modelo extractivista complejo que es abordado por el autor desde su clara habilidad para entender procesos comunicativos y productos audiovisuales, pero también gracias a su capacidad para entender sus efectos sobre el territorio y la vida urbana que se mantiene en el continuum del orden social local-global. Cabe aclarar que no es un libro sobre gentrificación, es un libro sobre la lucha por el acceso libre a las ideas y sobre cómo esa falta de libertad está generando un tipo de ciudades sumamente perversas.
Al tener como uno de los objetivos explícitos del libro el planteamiento de reflexiones transdisciplinares, me queda un anhelo: la oportunidad de analizar a profundidad, junto con el autor, el impacto que tienen estos procesos urbanos sobre los cuerpos y las subjetividades de los habitantes, puesto que los modelos productivos dan forma a las ciudades, pero también a nuestros cuerpos y a nuestros pensamientos. Considero este libro como el primero de una serie de análisis sobre un proceso que tiene muchas aristas por abordar en el caso mexicano.
Campos, Luis y Fernando Campos (2018). “Ficciones que se vuelven realidad, ficciones para intervenir la realidad”, Athenea Digital, 18 (2), pp. 1-18.
Castro-Campos, Mauro y Nizaiá Cassián. Comunicación personal con Christian Grimaldo-Rodríguez y Héctor Robledo (2020). “Gentrificación y cultura: una discusión en torno a las experiencias de Guadalajara, México, y Barcelona, España”, Encartes, 06, pp. 247-251. https://doi.org/10.29340/en.v3n6.205.
Delgado, Manuel (2010). La ciudad mentirosa: fraude y miseria del modelo Barcelona. Madrid: Catarata.
Romo, Conrado (2024). Ciudad copyright. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
Christian O. Grimaldo-Rodríguez es licenciado en psicología por la Universidad de Guadalajara, maestro en Estudios sobre la Región por El Colegio de Jalisco y doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Antropología Social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas). Miembro del snii, nivel 1. Ha abordado diversas problemáticas asociadas a fenómenos urbanos como los imaginarios, la percepción social, la identidad, el tránsito, el despojo y el conflicto por el territorio en lugares del área metropolitana de Guadalajara, Puebla y Barcelona. Tiene experiencia en estudios urbanos desde la perspectiva de las ciencias sociales, específicamente desde la psicología social, la antropología urbana y la geografía humana. En el iteso coordina la línea de investigación en Psicología Social y Cultural del Doctorado en Investigación Psicológica.