Diálogos trasatlánticos: las rutas del creer. Circulación, relocalización y reinterpretación de la tradición orisha

    Recepción: 17 de enero de 2021

    Aceptación: 23 de febrero de 2021

    Dos narizones no se pueden besar. Trayectorias, usos y prácticas de la tradición orisha en Yucatán

    Nahayeilli Juárez Huet, 2019 CIESAS-UNAM, México: , 319 pp.

    Con formación inicial en relaciones internacionales, la antropóloga mexicana Nahayeilli Juárez Huet ha dedicado ya dos décadas al estudio de las expresiones culturales afordescendientes en México, especializándose en religiosidades afroamericanas y en nuevas espiritualidades New Age. En su primer libro, Un pedacito de Dios en casa: circulación transnacional, relocalización y praxis de la santería en la ciudad de México (2014), desarrolló la historia de la santería, sus orígenes y cómo llegó a México. Una de las aportaciones más importantes de aquel trabajo fue la identificación de tres etapas en el proceso de relocalización de la santería en este país. Su más reciente libro profundiza en la tercera etapa, que corresponde a la actualidad, y nuevamente destaca por la agudeza del dato etnográfico, introduciéndonos en la práctica viva de la santería en México. Dos narizones no se pueden besar. Trayectorias, usos y prácticas de la tradición orisha en Yucatán (2019) es una investigación extensa, bien organizada, que hace un seguimiento de las trayectorias de los creyentes de esta religión y da cuenta de una serie de transformaciones que sufre la tradición orisha desde su lugar de origen en Nigeria, en su paso por Cuba y finalmente su asimilación a la cultura en México. Con un enfoque metodológico multisituado y de seguimiento a las redes de sus informantes, Juárez realizó estancias en las ciudades de Mérida, Chetumal, Cancún y México; la Habana en Cuba y Osogbo, Oyó y Odewale en Nigeria. El desarrollo analítico de la autora nos permite entender cómo se generan y se mantienen los lazos entre los tres países. Enfatiza la reconfiguración de las prácticas y las creencias de la compleja cultura orisha, y cómo se resignifican y se van adaptando a los diferentes espacios. Las reconfiguraciones subjetivas de las prácticas y creencias, así como las lógicas de sus redes y sus sentidos de pertenencia y autoadscripción religiosa se abordan desde el enfoque teórico de la religión vivida y practicada de los sujetos (Orsi, 2005).

    Performance

    El libro consta de cuatro capítulos, glosario y un anexo fotográfico muy ilustrativo. En el primer capítulo Juárez defiende la tesis de que más que una religión yoruba hay varios modelos de la tradición orisha. Lo hace con una reconstrucción de los trayectos de esa religión en los diferentes escenarios entre Nigeria, Cuba y México, para concluir que no hay un epicentro de esta tradición sino que para el análisis conviene hablar de un campo policentrado. El segundo capítulo revisa el desarrollo de las religiones afroamericanas en México, con especial énfasis en la santería en Yucatán. El tercer capítulo revisa las relaciones históricas y culturales entre la ciudad de Mérida y Cuba e introduce testimonios de santeros que dan cuenta de esos vínculos. En el capítulo cuatro, a través de un conjunto de selectos “retratos etnográficos”, Juárez muestra desde la voz y experiencia de los practicantes los procesos de relocalización de la santería en México y el sentido que encuentran sus informantes en la práctica de la santería. Estos casos etnográficos nos permiten entender en primera persona, a partir de las narrativas individuales, esas trayectorias que han llevado la religión en México y su relación con el espiritismo, el espiritualismo trinitario mariano, el New Age, el catolicismo y otras formas religiosas; cómo se han movido los actores en sus relaciones geográficas y la importancia de la familia y los ancestros.

    Sin embargo, lejos de buscar los “sentidos originales” de la religión, desde las primeras páginas la autora anticipa la perspectiva desde la cual desarrolla su trabajo y que además resulta sumamente productiva para el tema:

    Mi perspectiva pone más énfasis en dos procesos simultáneos, el de la circulación y el de las relocalizaciones, y no en una comparación de la forma en que la tradición orisha se practica en Nigeria, México y Cuba. …(destacando) los procesos históricos de continuidad y de cambio en los contextos locales y las innovaciones y relocalizaciones que le dan su vitalidad contemporánea en suelo americano (p. 21).

    Entiende los procesos de relocalización como “procesos que implican desanclajes de prácticas culturales que en su circulación se reanclan en distintas latitudes geográficas, sociales y culturales, y donde otros marcos interpretativos reajustan sus sentidos dando lugar a otras apropiaciones de su praxis, representación y materialización” (veanse Apadurai, 1996; Argyriadis y Juárez Huet, 2008: 21). Para Juárez no se trata de diferenciar lo que es legítimo o auténtico de lo que no lo es, ni de evocar una nostalgia de lo perdido, sino entenderlo como un diálogo transatlántico donde la referencia a una fuente de origen no es en realidad la de un lugar en el pasado, sino una fuente contemporánea mediada por una multiplicidad de actores: practicantes, viajeros, empresarios, antropólogos, escritores y artistas. Se trata entonces de ver cada forma de expresión religiosa en su relación histórica, sí, pero entendiéndola a cada una con una vida y una personalidad propias, cómo conviven en la actualidad y cómo se alimentan mutuamente. Es en ese sentido que la autora no habla de un “epicentro” sino de un “campo policentrado”.

    Juárez no hace una comparación de la religión en tres ámbitos culturales. Para ella no hay una práctica “correcta”; por el contrario, habla de múltiples centros. Describe cómo en cada lugar la religión se desarrolla de una manera distinta y cómo en la actualidad conviven estos diferentes modelos y se nutren mutuamente:

    en el presente documento me refiero a la “tradición orisha” para englobar un conjunto de religiones que vindican su base yoruba en términos generales pero con sus diversas variantes en términos particulares. Mi interés, más allá de detallar cuáles son las formas correctas o no de nombrarlas, es resaltar la emergencia estratégica de sus denominaciones y sentidos, anclándolas en dinámicas y especificidades regionales, nacionales y transnacionales (p. 25).

    Con ello, sin duda Juárez se aleja de los enfoques tradicionales de otros autores que ven en África la matriz primigenia de una cultura que en América ha tenido procesos de “aculturación” (Shaw y Steward, 1994; Matory, 1998; Holloway, 1990), “transculturación” (Matory, 1998) o en términos de “supervivencias” (Aguirre Beltrán, 1980). Y como la misma autora concluye:

    mi interés en la presente obra ha sido hacer menos énfasis en rituales iniciáticos, de adivinación o prácticas dentro de ortodoxias con una larga trayectoria, que han sido un tema ampliamente estudiado; por el contrario, me ha interesado subrayar las trayectorias de la diversidad de los usos heterodoxos de la tradición orisha, varios de los cuales se distancian ampliamente de las matrices tradicionales (p. 244).

    Simultáneamente, la autora busca responder por qué cada vez más en América Latina prosperan formas religiosas caracterizadas por la desinstitucionalización, la individualidad, la hibridación y la movilidad, y hasta qué punto la práctica de la santería en México como parte de la tradición orisha puede revelar particularidades de tales procesos. De tal suerte que la investigación contribuye también al conocimiento de la diversidad religiosa que se desarrolla al margen de las instituciones y que se oculta en categorías censales imprecisas, y permite al lector asomarse desde una perspectiva antropológica a las identidades religiosas contemporáneas que muestran una dislocación entre adscripción, práctica y creencia, y que prosperan y van ganando terreno al catolicismo hegemónico en toda América Latina. La presente investigación también ofrece un acercamiento al análisis antropológico de las identidades religiosas contemporáneas en México y cómo se van incorporando al campo religioso, abonando al conocimiento de una diversidad religiosa que se desarrolla en los márgenes de las instituciones y permanece insuficientemente estudiada y oculta en categorías censales aún imprecisas. Así, otro acierto importante en este trabajo es que arroja luz sobre el funcionamiento de estas minorias religiosas estigmatizadas, discriminadas y marginadas no sólo en la vida social sino también en las instituciones oficiales (de gobierno) y académicas (centros de investigación), que “hacen ver estas religiones como anomalías de primitivos, de ignaros, de crédulos; como indicadores de crisis económicas e incluso de valores” (p. 240). La autora nos propone pensar África y sus religiones de otra manera, por lo que su análisis contribuye a desmitificar la imagen satanizada y estereotipada desde una mirada neutral.

    Escribe Juárez: “En México, estamos todavía lejos de un verdadero pluralismo religioso que incluya y respete la diversidad en este campo”(p. 240). De igual manera, su trabajo da cuenta de que “los agentes del mundo invisible y la visión del mundo trascendental que propone la santería no operan en oposición a los valores y prácticas de los mexicanos; por el contrario, éstos incorporan la santería como parte de su praxis religiosa, ya que en México existe la convicción de la injerencia de los espíritus en la vida cotidiana, el 44% de la población cree en espíritus, en el mal de ojo, en la brujería, en la magia negra y además practican limpias” (p. 241). Son creencias que constituyen el subsuelo cultural en el que germina fácilmente la santería, que además se mantiene como una práctica “relativamente abierta y flexible”, lo que facilita la participación de los consultantes sin necesidad de pasar por un proceso de iniciación ritual. La santería aterriza suavemente en este “subsuelo sociocultural fértil” (conjunto de creencias y de prácticas muy arraigadas en la cultura mexicana) con el que convive fácilmente, y que le ha permitido desarrollarse y florecer en poco tiempo. Una de las cualidades más importantes de la santería es su porosidad, permeabilidad a otras creencias, su enorme capacidad de adaptación y su flexibilidad.

    En otro nivel, el texto describe cómo se estructuran las relaciones de poder en el campo social transnacional orisha: se trata de una religión dinámica y plural que reactualiza constantemente la tradición en el presente, pero esto genera luchas por la legitimidad entre las múltiples variantes. Se muestran los conflictos que surgen por determinar qué sí es la religión y qué no, y desde dónde. Se lucha por definir lo que es tradicional y lo que no lo es, y en ese proceso hay divisiones; por ejemplo, hay una disputa entre la regla de Ifá y la regla de Ocha (p. 51). Las pugnas por la legitimidad surgen en la búsqueda de la pureza y la autenticidad.

    Las tensiones derivadas de estas negociaciones crean entre los practicantes de la tradición orisha, alianzas y rupturas que van reforzando o bien construyendo nuevas tradiciones, además de resignificar muchas veces las raíces que respaldan. Las tensiones sobre los modos correctos de hacer tal o cual ritual tienen también diversas intensidades, y muchas de sus soluciones ocurren en el grupo pequeño (subred), en la comunidad afín y en la praxis personal (p. 239).

    Otra aportación del trabajo de Juárez es que identifica tres principales tendencias o formas de vivir la tradición orisha o religión santera en México (p. 173):

    1. La criolla, que es la más fiel al modelo cubano. Este modelo integra la práctica africana con el espiritismo kardeciano y el catolicismo.
    2. La reafricanizada o tradicionalista: considera al modelo africano como el auténtico, se inserta en redes políticas y es liderado por babalawos. Comienza en México en el año 2000. Esta tendencia busca des-sincretizar la santería, principalmente eliminando la parte católica que se agregó durante el proceso de surgimiento en Cuba.
    3. La mexicanizada: que integra el espritismo, el espiritualismo trinitario mariano y las prácticas de la medicina tradicional mexicana y sus formas alternativas de sanación espiritual, imbricadas en ocasiones en la oferta neoesotérica y neomágica; algunos integran a la santa muerte, combinan con el culto a otros santos e incorporan la fiesta del día de muertos.

    Juárez encuentra que las distancias geográficas sí afectan la continuidad de las relaciones de los iniciados con sus padrinos en el extranjero. “La circulación es fundamental para acrecentar el capital político y social de estos actores, pues quienes se desplazan tienen mayor oportunidad de establecer colaboraciones rituales y de capitalizar estas relaciones” (p. 243). De ahí la importancia de internet y facebook como herramientas para para construir y mantener el tejido de las relaciones entre África, Cuba y México. Estas plataformas permiten a los practicantes informarse, aprender y ofrecer servicios, facilitando establecer lazos de colaboración:

    El uso de estas herramientas tecnológicas implica otras formas de construir vínculos y hasta cierto punto las hace horizontales; además reduce los intermediarios y hace posible el contacto directo de iniciados menores con figuras enarboladas; por ejemplo, líderes a nivel transnacional que en otros momentos hubiera sido más difícil contactar. …El envío de fundamentos o consultas a larga distancia no son cosa nueva, salvo que actualmente el radio geográfico se amplió (p. 243).

    El libro se inserta a la vez en el ámbito de los estudios afroamericanos y contribuye a la comprensión de la relación cultural entre África y México desde la riqueza del dato etnográfico. La investigación nos permite conocer más sobre la cultura en África por las estancias de trabajo de campo. Juárez conoce la cultura y hace una descripción íntima de las relaciones familiares y comunitarias en el contexto de la tradición de la religión orisha. Revisa la circulación y movilidad de prácticas y símbolos culturales identificados como afro, “pero que no se agotan en lo étnico” (p. 25). El libro nos ayuda a comprender la construcción de la religión yoruba a través de un recuento de la historia de la población negra en México, rescatando el lugar de las tradiciones afro en la historia y su llegada al país, exponiendo la relación constante con Cuba y Nigeria desde el siglo xix, con énfasis en las relaciones entre Yucatán y la santería cubana.

    Aunque hay una larga tradición de importantes investigaciones sobre santería y cultura africana en México (Argyriadis y Juárez Huet, 2007, 2008; Aguirre Beltrán, 1989; Gónzalez Torres, 2007, 2008; entre otros), sin duda el trabajo de Nahayeilli Juárez Huet constituye la investigación reciente más importante por actual, completa, extensa y cuidadosa. Este trabajo resulta lectura imprescindible para entender la dinámica de la tradición orisha en México y su relación con Cuba y Nigeria, donde también explora los vínculos con el cristianismo y el islam. Juárez abre camino para otros trabajos sobre santería en México; se nota su madurez de años de trabajo en el tema. La inserción de anécdotas personales contribuye a una lectura accesible pero profunda. A lo largo del libro, la exposición es clara y ordenada, llevando de la mano al lector por la compleja trayectoria de transformaciones que ha tenido esa religión. Muestra la tradición orisha en todo su dinamismo, sus trayectorias, transformaciones y adaptaciones a diferentes contextos. En algún momento la autora se pregunta qué implicaciones tienen las intersecciones de lo religioso con lo político, artístico, económico, turístico, estético, mediático y de mercado. Y consigue responder y demostrar con su investigación que la santería no se restringe a los campos espirituales y religiosos, sino que también abarca una dimensión mercantil e incluso campos de patrimonialización y de turismo cultural.

    Bibliografía

    Aguirre Beltrán, Gonzalo (1980). Medicina y magia. El proceso de aculturación en la estructura colonial. México: ini y sep.

    Aguirre Beltrán, Gonzalo (1989). La población negra de México: estudio etnohistórico. México: fce, uv, ini y Gobierno del Estado de Veracruz.

    Apadurai, Arjun (1996). Modernity at large. Cultural dimension of globalization. Mineapolis y Londres: University of Minnesota Press.

    Argyriadis, Kali y Nahayeilli Juárez Huet (2007). “Las redes transnacionales de la santería cubana: una construcción etnográfica a partir del caso La Habana-Ciudad de México”, en Francis Pisani, Natalia Saltalamacchia, Arlene Tickner y Nielan Barnes (coord.), Redes transnacionales en la Cuenca de los Huracanes. Un aporte a los estudios interamericanos. México: Porrúa / itam, pp. 329-356.

    Argyriadis, Kali y Nahayeilli Juárez Huet (2008). “Sobre algunas estrategias de legitimación de los practicantes de la santería en el contexto mexicano”, en Kali Argyriadis, Renée de la Torre, Cristina Gutiérrez Zúñiga y Alejandra Aguilar Ros (coord.), Raíces en movimiento, prácticas religiosas tradicionales en contextos translocales. Guadalajara: Coljal / cemca / ird / ciesas / iteso, pp. 344-383.

    Gónzalez Torres, Yólotl (2007). “La santería en México”. Diario de Campo, núm. 44, pp. 56-67.

    González Torres, Yolotl (2008). “Las religiones afrocubanas en México”, en Aurelio Alonso (comp.), América Latina y el Caribe. Territorios religiosos y desafíos para el dialogo. Buenos Aires: clacso, pp. 257-275.

    Holloway, Joseph (1990). “Introduction”, en Joseph E. Holloway (ed.), Africanism in American Culture. Bloomington: Indiana University Press, pp. 9-21.

    Juárez Huet, Nahayeilli (2014). Un pedacito de Dios en casa: circulación transnacional, relocalización y praxis de la santería en la ciudad de México. México: ciesas / uv / Colmich.

    Matory, J. Lorand (1998). “Yorubá: as rotas e as raízes da nação transatlântica, 1830-1950”. Horizontes Antropológicos, vol. 4, núm. 9, pp. 263-292.

    Orsi, Robert A. (2005). Between Heaven and Earth: the Religious Worlds People Make and Scholars who Study Them. Nueva Jersey: Princeton University Press.

    Shaw, Rosalind y Charles Steward (1994). “Introduction: Problematizing Syncretism”, en Rosalind Shaw y Charles Steward (eds.), Syncretism/ anti-syncretism. The Politics of Religious Synthesis. Nueva York: Routledge, pp. 1-26.


    Gabriela Castillo Terán es doctora en antropología social por el Centro de Ivestigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas-cdmx). Premio inah 2015 Fray Bernardino de Sahagún por mejor tesis de maestría en Etnología y Antropología. Autora del libro El camino a la vida verdadera. El espiritualismo trinitario mariano y su concepción de la muerte. Participación en obras colectivas y proyectos de investigación nacionales e internacionales sobre religión en México. Profesora de carrera en el Instituto de Estudios Superiores Rosario Castellanos.

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