Osho en América: entre la contracultura y la reacción conservadora

Recepción: 4 de julio de 2019

Aceptación: 29 de agosto de 2019

Wild Wild Country

Maclain y Chapman Way (Directores), 2018 Duplass Brothers Productions/Netflix (Productores), Estados Unidos, Netflix.

Premiado en el festival de Sundance y celebrado como uno de los fenómneos de Netflix, Wild Wild Country llama la atención a los pocos minutos de empezar a verlo. En seis episodios de una hora, cada uno recorre la experiencia del movimiento espiritual liderado por Bhagwan Shree Rajneesh (posteriormente conocido como Osho) en Estados Unidos. La trama relata con detalle cómo los seguidores de uno de los gurúes indios más famosos y más influyentes de las últimas décadas se vinculan con los habitantes de Antelope, un pueblo de cincuenta personas en el noroeste de Estados Unidos. Allí Rajneesh construyó una ciudad espiritual, Rajneeshpuram, para cincuenta mil seguidores, a comienzos de la década de 1980, lo que trajo consigo tensiones con los habitantes y abultados problemas con el estado de Oregón y el gobierno de los Estados Unidos.

Quien crea que el documental es sólo sobre ese anecdótico episodio se equivoca; en realidad Wild Wild Country es un inteligente análisis sobre el cambio religioso y cultural de las últimas décadas en las sociedades occidentales y, sobre todo, una reflexión sobre la sociedad estadounidense profunda, ésa que ha salido a la luz en el contexto post-Trump. Además, en cierto modo es un ejemplo de reflexión socioantropológica sobre una alteridad que resulta ser un poco más compleja que lo que solemos imaginar.

Los primeros episodios de la serie describen la mudanza del ashram de Poona (India) a Antelope (Oregón) a partir de experiencias biográficas y material de archivo televisivo. Este material compone un cuerpo de relatos e imágenes que narran la vida en el ashram de Poona y sobre todo la llegada de Rajneesh a Antelope. Sin embargo, la mudanza a los Estados Unidos abre un nuevo espacio narrativo: contar y dar cuenta de los habitantes del pequeño pueblo que los recibe. Para los sannyasins es la llegada a la tierra prometida, la oportunidad de construir una ciudad para vivir en libertad. Estados Unidos es para ellos el espacio de liberad religiosa y el lugar por excelencia del pluralismo. Sin embargo, para los vecinos de Antelope, protestantes conservadores que se ven a sí mismos como herederos de la ideología del pionerismo estadounidense, la perspectiva es bien otra: Rajneesh y sus sannyasins llegaron para amenazar los valores, para quedarse con las tierras, para arruinar la tranquilidad.

Por esa razón Wild Wild Country no es sólo una serie documental sobre Osho, sino sobre una relación: la de Osho y los Estados Unidos. ¿Quiénes son los “salvajes”? ¿Osho y sus seguidores o los Estados Unidos profundos? Por un lado, que todos son “salvajes” a su modo parecería ser una de las lecciones de la película. Por otro, son los Estados Unidos la paradoja de una imagen del pluralismo, la libertad y la democracia que resulta relativa cuando se amenazan sus valores centrales. Si esa tensión se mantiene latente en todos los episodios, el documental tiene la virtud de romper con el dualismo que opone “buenos” y “malos”, entrando con las cámaras en la intimidad de todos sus protagonistas y haciendo de lo extraño algo familiar y de lo familiar extraño. Recorre de cerca sus objetos privados y la decoración de sus casas, su modo de vestirse, sus gestos y sus rostros riendo y llorando, pero también retrata sus miserias, sus miedos y sus deseos, produciendo una extraña empatía con todos los entrevistados.

Los episodios centrales muestran la escalada del conflicto y la violencia. Desde Rajneeshpuram despliegan maniobras “legales” para tomar el control político de la región, que van desde comprar todas las propiedades del pueblo hasta traer mendigos de todo Estados Unidos para que voten a favor en las elecciones regionales. También artimañas ilegales que incluyen aplicarles sedantes a los mendigos cuando no se adaptan al modo de vida pacífico y equilibrado propuesto por Osho, un plan de asesinar a un representante del condado y un supuesto ataque bioterrorista con salmonela que afectó a diez restaurantes y a casi ochocientas personas del estado de Oregón. Por su parte, los pobladores de Antelope y las asociaciones conservadoras de ciudadanos del estado no se detuvieron. Bandas armadas, intimidación y una campaña antisecta a escala nacional son sólo algunos de los recursos que desplegaron en la disputa contra Rajneesh y sus seguidores.

La controversia pública y el conflicto abierto es el eje de la narración. Los episodios finales se detienen en cuestiones legales y en la persecución de Rajneesh y sus asistentes por causas de bioterrorismo y fraude migratorio. En 1985 todos fueron expulsados de Estados Unidos y Rajneesh murió como Osho en 1990 en India. Sin embargo, lo más interesante son algunas biografías claves de los sannyasins más cercanos a la cúpula decisoria de la organización. Entre ellos destaca la de Ma Anand Sheela, la más cautivante y protagonista de la historia más íntima. Sheela era la secretaria personal y asistente de Rajneesh, que termina en una fuerte disputa con su maestro y emigra a Alemania y luego a Suiza, donde actualmente administra residencias para personas jubiladas luego de cumplir una pena de prisión en Estados Unidos. En cierto modo, si la tensión central está entre los sannyasins y los conservadores de Antelope, la tensión subsidiaria se encuentra entre Sheela y Rajneesh, una historia de amor, devoción y traición.

De los relatos biográficos se desprenden sugerentes datos sobre procesos de conversión a la espiritualidad de tipo Nueva Era, el trabajo con las emociones y la transformación vital del movimiento. ¿Cuál es el impacto de Osho y su proyecto espiritual en el ámbito global? Ése es en realidad un aspecto poco analizado en el documental, pero que es importante tener en cuenta, ya que el hincapié está puesto exclusivamente en su relación con los Estados Unidos y no en el movimiento cultural global asociado con su prédica y su exitosísima capacidad de transformación dentro del horizonte espiritual contemporáneo. La influencia de sus ideas y sus prácticas presentan desafíos para la sociología y la antropología de la religión y son un tema fundamental de los procesos de cambio cultural en sociedades occidentales, sobre todo en sus sectores medios, vinculados a las ideas del carisma, la autoridad y la nueva sensibilidad “espiritual” (Lindholm, 2002), pero también es un aspecto central de los modos en que esa relativa novedad sociocultural es objeto de regulación pública (Van Driel y Van Belzen, 1990). Sus libros son de los más vendidos y leídos del mundo, sus ideas son citadas tanto en los círculos Nueva Era como por reconocidos filósofos occidentales. El filósofo alemán y heredero de la tradición crítica de la escuela de Frankfurt Peter Sloterdijk, por ejemplo, vivió en el ashram de Poona y ha declarado que Osho hizo un aporte fundamental a la filosofía y al diálogo entre el pensamiento occidental y oriental (Sloterdijk, 2019).

Wild Wild Country es la composición polifacética de una situación de encuentro o de “contacto”, como nos enseña la antropología. Pero en este caso no es el encuentro entre la sociedad occidental y un “otro”, sino la llegada de un “otro” al centro de la cultura occidental. Como todos los contactos que la historia y la antropología han estudiado, el diálogo de paz es una ilusión que deja lugar al conflicto.

Describiendo ese caso tan singular desde una pluralidad de miradas y voces, que se viven explícitamente como emancipadoras y conservadoras, el documental construye un relato sobre nuestro mundo contemporáneo, donde la tensión entre los conservadurismos de viejo y nuevo cuño conviven con el proyecto emancipador posterior a la década de 1960. Están allí encerrados en ese drama de Antelope durante los primeros años de la década de 1980 tanto los ecologismos, feminismos y espiritualismos que nos educaron en los últimos cuarenta años como el arco conservador que va de la reacción wasp de la década de 1960 contra los nuevos modos de vida alternativos, hasta la declaración de George Bush padre en 1992 en la cumbre mundial de Río de Janeiro sobre el cambio climático: “¡Nuestro modo de vida no es negociable!”

Podríamos sugerir que lo que Wild Wild Country pone en juego es un asunto muy actual, la disputa entre modos de vida herederos de la contracultura y un modo de vida conservador que, como señalaba G. Bush, no es negociable. La serie se estrenó en un contexto donde el gobierno de Donald Trump y las elites globales parecen reorganizar un nuevo orden que abandona algunos de esos valores que tanto el liberalismo como la izquierda cultural creyeron consolidar en las últimas décadas.

Tal vez por ello sea una serie documental tan atractiva, no sólo porque el caso Osho resulta interesante y curioso, sino porque toca nervios de nuestra vida contemporánea. Y lo hace de un modo que no toma partido por uno de esos proyectos, sino que trata de entender a cada uno en toda su complejidad situada. Como ya señalamos, a lo largo de los episodios nos identificamos con el proyecto de Rajneesh y su prédica contracultural de libertad y despliegue de la conciencia, experimentación emocional y sexual. Pero al poco tiempo creemos también entender a los vecinos de Antelope, que se sienten amenazados por la llegada de miles y miles de personas de todo el mundo con costumbres y hábitos diferentes, con pocas intenciones de respetar su vida vecinal y su moral conservadora.

Además de ser un análisis que da cuenta de procesos socioculturales y políticos recientes, relevantes para nuestra coyuntura, resulta un ejemplo de mirada compleja y no binaria. Wild Wild Country es entonces un documental que bien podría pensarse en sintonía con la producción académica de una corriente de la sociología y la antropología que prioriza la complejidad y los puntos de vista diversos en juego como un enfoque particularmente válido. Esa diversidad de puntos de vista, sin asumir uno como el único o el de mayor jerarquía, no supone la renuncia a un diagnóstico crítico de la situación, sino a una lectura más compleja y realista. En ese sentido, el documental es una lección epistemológica sobre cómo construir un problema socioantropológico, dando cuenta de la complejidad de las visiones interesadas, pero manteniendo una mirada analítica que se entreteje con esa complejidad.

Además de ser un documental atractivo y rítmico sobre la experiencia de Rajneesh en Estados Unidos, Wild Wild Country es un ejercicio experimental sobre cómo el lenguaje audiovisual puede llevar al público masivo problemas clásicos de las ciencias sociales. Allí están los temas de la conversión, el rumor, el pánico moral y, sobre todo, el de la espiritualidad contemporánea y el pluralismo religioso. Pero también el del cambio cultural y las tensiones que suscita con las morales conservadoras que nos tocan vivir.

Bibliografía

Lindholm, Charles (2002). “Culture, Charisma, and Consciousness: The Case of the Rajneeshee”, en Ethos, vol. 30, núm. 4, pp. 357-375.

Sloterdijk, Peter (2019, 3 de mayo). “La vida actual no invita a pensar”, en El País. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2019/05/03/ideas/1556893746_612400.html, consultado el 11 de julio de 2019.

Van Driel, Barry y Van Belzen, Jacob (1990). “The Downfall of Rajneeshpuram in the Print Media: A Cross-National Study”, en Journal for the Scientific Study of Religion, vol. 29, núm. 1, pp. 76-90.

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