Recepción: 01 de febrero de 2023
Aceptación: 18 de mayo de 2023
Circulación de vidas precarizadas. El Refugio Casa del Migrante, Tlaquepaque, Jalisco
Manuela Camus, 2021 Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 507 pp.
La extensa e importante obra de Manuela Camus es muy original: se compone de un apartado que puede considerarse la introducción, ocho capítulos, las reflexiones finales y un anexo. La autora nos invita a “mirar las movilidades desde el Sur global” (p. 7), expone y analiza cómo se entretejen las historias de quienes participan y participaron en un proceso de (in)movilidad como resultado de las políticas migratorias y de asilo, tanto de Estados Unidos como de México; pero también explica el contexto de origen de los centroamericanos, las violencias estructurales del modelo neoliberal, así como las del crimen organizado, las pandillas y la violencia familiar a las que están expuestos, hasta llegar a lo que llama“la insostenibilidad de la vida”, cuando la población tiene que salir de su país. En la obra de Manuela Camus existe una visión multidimensional desde un inicio y el hilo conductor son “las historias de quienes hacen El Refugio Casa del Migrante, Tlaquepaque, Jalisco” (p. 7); en este “micro mundo”, como la autora lo denomina, va considerando factores históricos, políticos, sociales, que desarrolla en su escrito y que resume en el anexo “Procesos históricos, flujos y políticas migratorias”. En la primera sección del libro, Camus da cuenta de un análisis socioemocional de quienes son parte de este “micro mundo” con una visión “glocal”, hilando sus historias en procesos locales, nacionales e internacionales. Recupera las dimensiones culturales y socioeconómicas de las personas migrantes en el contexto de su lugar de origen, articulando los efectos de las políticas migratorias que han transformado y configurado nuevos patrones y modalidades migratorias, las trayectorias individuales que se habían presentado históricamente y, en años recientes, las movilizaciones de grupos y colectivos a las que se les ha llamado “caravanas de migrantes”, un eufemismo para no reconocer el éxodo de población que huye de su país para lograr una mejor vida o para sobrevivir como resultado del modelo neoliberal.
En la segunda parte, que va del capítulo tres al ocho, analiza el sentido humano de todos los involucrados en el proceso migratorio, proponiendo nuevas formas de acercamientos conceptuales y perspectivas analíticas para comprender y explicar los nuevos retos de las movilizaciones humanas. El centro de análisis es El Refugio Casa del Migrante, en el que recupera el trabajo etnográfico y colaborativo realizado durante nueve años. Es ahí donde observa, identifica y escribe la historia de una gran cantidad de personas con las que la autora ha interactuado: la población migrante, los voluntarios, el coordinador del lugar, los vecinos, quienes forman parte de la vida del albergue. Recupera las vidas cotidianas, sus logros, sus problemáticas, como expresión de sus vidas precarizadas, pero solidarias; refleja también sus desavenencias, aunque la comunidad permanece siempre unida para ayudar a personas que no son sus vecinos, ni sus paisanos, pues no son mexicanos. Son migrantes que tal vez se queden horas o días, se vayan o regresen, puede ser que no conozca lo que les deparó el periplo a todos, pero Manuela expone en su texto cómo logra seguirles los pasos a algunos migrantes, como el caso de Rossana y Omar o de las hermanas Sánchez, por mencionar algunas personas. Esto le permite reconstruir las historias de hombres, mujeres, familias que lograron llegar a Estados Unidos o se vieron forzados a regresar a su tierra, o continuar en este ir y venir que ha sido la vida para algunos migrantes como resultado o consecuencia de las políticas migratorias cada vez más restrictivas.
Asimismo, dedica un capítulo extenso a la pandemia de coronavirus que incluye las etapas del “confinamiento”, la “nueva normalidad” y la “normalidad” y expone la vida en El Refugio Casa del Migrante, las relaciones de solidaridad que siempre se han presentado, pero también el surgimiento de nuevos conflictos por la espera forzada, por las estrategias de atención a quienes no pueden entrar y los nuevos proyectos para apoyar la integración de migrantes centroamericanos. Posteriormente escribe un apartado sobre los retos que enfrenta El Refugio Casa del Migrante.
Es un libro extenso, de 507 páginas, en las que Manuela Camus combina la narrativa de las historias contadas para exponer desde la médula los sentires, saberes y conflictos que viven los protagonistas de esta obra, pero también desde la construcción del conocimiento sobre las movilidades humanas. Sus ejes de análisis son las violencias, la precarización de la vida, la zona gris, el abandono, la movilidad humana y el desplazamiento forzado, que tienen diferentes expresiones, experiencias desde un análisis interseccional, de acuerdo con el género, la raza, la clase, la nacionalidad, la edad, temas que analiza la autora de esta excelente obra.
Camus pone en el centro del análisis conceptual la precariedad y la precarización que ayudan a explicar la exposición e incertidumbre de la población que vive, sobrevive y establece estrategias para continuar su periplo, ya sea en la vida real o como parte de su imaginario. También analiza cómo esta población migrante llega a un contexto de precariedad, la colonia donde se ubica El Refugio Casa del Migrante, lugar en el que encuentran relaciones de fricción pero también de empatía, ya que la comunidad que interactúa con el albergue sufre de violencias y vulnerabilidades. De ahí que Camus plantea lo que llama la zona gris en la experiencia de las personas migrantes, así como sus espacios de interacción: “la zona gris es un espacio de interrelaciones humanas ambiguas dentro de condiciones extremas de opresión que facilita la disposición de oprimidos a colaborar con el poder (Levi, Trilogía de Auschwitz, 2005). Este autor resalta las experiencias físicas y las consecuencias de la ruptura de los códigos de convivencia al experimentarse la zona gris” (p. 68). En el escenario compartido de la zona gris, la autora señala que hay una confusión en los límites de las identidades que se silencian y se ocultan. Es la interacción que tienen con delincuentes y personas que no saben que pertenecen o trabajan para el crimen organizado.
Desde una propuesta de análisis sociológico, la autora narra las interacciones en el albergue, recupera el término de “los chismes”, lo que llama “chismorreo”, que se lleva a cabo en El Refugio Casa del Migrante:
esta forma de interactuar verbal no es una práctica trivial, sino que permite socializar, evaluar actitudes o acciones ajenas y propias, administrar conocimiento, negociar creencias y reglas culturales. Los chismosos brindan información sobre la realidad en la que actúan e interactúan, pero también cómo conciben la realidad y cómo se conciben así mismos y a los otros en ella (p. 40).
En la historia de la creación de El Refugio Casa del Migrante, Camus recupera varios actores sociales que son centrales. En esta reseña destacamos solo a algunos: el padre Alberto, cuya vocación para ayudar viene de una tradición familiar, pero también personal, relacionada con la población migrante, además de que participa en proyectos de comunidad y con jóvenes adictos. El padre Alberto estableció la casa del migrante con diversas estrategias para acercar a la población migrante y promover la aceptación de los vecinos asentados a sus alrededores. La autora da cuenta de las acciones de apoyo que brinda el padre Alberto no solo a los migrantes, sino a su comunidad, y el proceso que vivieron para la aceptación de los migrantes. Además, describe las condiciones de irregularidad, informalidad, precariedad en que vive la gente en la colonia Cerro del Cuatro, en donde está asentado el albergue, que no es muy diferente de donde vienen los migrantes. Narra, con lujo de detalles –resultado de su trabajo etnográfico–, el involucramiento que tuvo el padre Alberto para el acondicionamiento del albergue.
Existen otros personajes que también son importantes para su funcionamiento, sobre todo al inicio, como la participación de Raquel Suárez, quien coordinó la casa por más de tres años (2012-2016). Camus expone cómo fue aprendiendo a operar el albergue, las estrategias a las que recurrió, cómo se apoyó de su círculo religioso para que le brindaran ayuda en varias actividades (la limpieza, la comida, los turnos para recibir), pero también de otras relaciones que tenía para obtener donaciones de comida, medicina o para seguir equipando la casa. De acuerdo con el testimonio de Raquel, fue aprendiendo a coordinar y tener autoridad no solo en quienes se sumaban en la ayuda, sino también en los migrantes y en la comunidad; la autora recupera la sensibilidad y el amor al prójimo que Raquel demostraba y expresaba cuando decía que “llegaban muchos migrantes, claro que llegaron asesinos y coyotes y todo, pero aprendí a conocerlos y no juzgarlos, a verlos con una necesidad” (p. 160). Raquel también tuvo que enfrentar a la comunidad por conflictos causados por las conductas de algunos migrantes; a través de esta etnografía densa, la autora recupera los sentires, los saberes que se construyen en la atención día a día en el albergue, que ayudan a comprender las transiciones que tienen quienes están involucrados en las trayectorias de la población migrante.
Manuela Camus también nos expone las experiencias diferenciadas de los hombres y mujeres en los procesos de movilidad. Las mujeres, al ser más vulnerables, tienen que pagar más y buscar protección durante el viaje. Es necesario aclarar que no se niegan la violencia ni los riesgos que sufren los hombres en sus trayectorias migratorias, pero sí es importante enfatizar por qué se destacan las violencias y violaciones que viven y sufren las mujeres migrantes. La autora explica los efectos que han tenido las políticas migratorias de Estados Unidos en las transformaciones de las migraciones, de tal manera que algunos migrantes consideraban que estarían en los albergues como un lugar de paso; sin embargo, han tenido que prolongar su estancia debido a las dificultades para cruzar al vecino país. Asimismo, los y las migrantes generan la expectativa de conseguir una visa humanitaria para poder permanecer en una condición más regular en México mientras se presenta la oportunidad de continuar el viaje para cruzar hacia Estados Unidos.
Como consecuencia de estas políticas se han modificado las trayectorias migratorias y la autora hace una recategorización, ya que algunos migrantes se convierten en lo que llama población satelital: personas irregulares en una inserción precarizada de larga data en la vida de una metrópoli. También están los grupos de múltiples viajes y deportaciones que deambulan de ciudad en ciudad, de albergue en albergue, los llama los “profesionales del camino”, abandonados, desarraigados; están también los refugiables y no refugiables, estos últimos no son elegibles y están posicionados en un discurso y reglas que legitiman su exclusión. Asimismo, da cuenta a través de los testimonios que el albergue no necesariamente les permite una integración y seguridad, a pesar de los esfuerzos realizados por la dirección, los voluntarios y los trabajadores del albergue.
Respecto a las transformaciones de El Refugio Casa del Migrante, la autora va recuperando su historia y los cambios en el proceso migratorio no solo con las personas que participan, sino también en el tipo de apoyo que les brinda. Como ha sucedido con la mayoría de los albergues que inician con ayuda humanitaria, sus creadores se concentraban en brindarles comida y aseo; posteriormente, incorporaron otros apoyos como el servicio jurídico para refugiados, la colaboración e involucramiento de las instancias internacionales como el Comité Internacional de la Cruz Roja, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (acnur), la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable, con proyectos para asesorar solicitudes de refugiados; además, existe la preocupación y el interés de apoyar la integración de la población migrante como el proyecto Casitas, cuyo objetivo era asentar a migrantes centroamericanos en un proceso de integración en Guadalajara, por solo mencionar algunos. La autora expone esta participación multiactor desde un análisis multidimensional del que hacía alusión al inicio de esta reseña, en el que se encuentran imbricadas las vida y trayectorias de migrantes y de colaboradores, de la comunidad que interactúa con ellos y de la participación de organizaciones internacionales, nacionales y locales como la colaboración de fm4 Paso Libre en relación con los procesos socioculturales y políticas migratorias.
La autora da cuenta de la solidaridad, pero también expone los conflictos, las fricciones que existen entre la gente que está involucrada en las actividades de la casa, las nuevas dinámicas, las tensiones con la llegada de familias y las caravanas que iniciaron en 2018, así como también entre los mismos migrantes. Concluye con la exposición de los retos que enfrenta El Refugio Casa del Migrante para convertirse en asociación civil, los desafíos para apoyar a quienes solicitan refugio, no solo con el respaldo institucional de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (comar), sino también el apoyo de otras organizaciones.
De forma reiterativa pero necesaria hace referencia a la relevancia de estos albergues, que atienden a personas migrantes que están en abandono como expresión de su precariedad, expulsados y excluidos de un orden social: “Son destituidos del sistema legal, pobres, racializados, proscritos, subalternos, desciudadanizados, homo sacer” (p. 478). Son las personas que circulan como parte de una (in)movilización de “vidas precarizadas”.
Ofelia Woo Morales es doctora en Ciencias Sociales, profesora-investigadora en el Departamento de Estudios Socio-Urbanos de la Universidad de Guadalajara, miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel ii, Perfil Promep. Temas de interés: migración internacional, especialidad en la migración de mexicanos hacia Estados Unidos, migración femenina y familiar, migración de retorno y las reformas a la política migratoria. Autora y coordinadora de diversas publicaciones nacionales e internacionales sobre estos temas. Proyectos de investigación en proceso: “La migración mexicana hacia Estados Unidos, entre la permanencia y el retorno” (Universidad de Guadalajara); colaboradora en el proyecto “Las fronteras del siglo xxi: la reconfiguración y nuevas funciones de las fronteras del siglo xxi”, El Colegio de la Frontera Norte, convocatoria Ciencia de Frontera, 2019.