El audiovisual como espacio extendido entre los pueblos originarios

    Recepción: 18 de septiembre de 2020

    Aceptación: 14 de diciembre de 2020

    Espacios mediáticos transfronterizos: el video ayuujk entre México y Estados Unidos

    Ingrid Kummels, 2018 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México, 409 pp.

    El texto es una traducción al español de Transborder Media Spaces: Ayuujk Videomaking between Mexico and the us, publicado en 2017 por la editorial Berghahn dentro de la serie Anthropology of Media.1 El ciesas se ha encargado de la publicación y de su traducción al español. Con esta etnografía Kummels se suma a una serie de investigaciones interesadas en los cambios y reajustes actuales relacionados con los medios de comunicación entre las poblaciones indígenas (Magallanes y Ramos, 2016; Stephen, 2013; Zamorano, 2017, por mencionar algunos ejemplos). Por otra parte, nos hace virar hacia la serie de Anthropology of Media compuesta por 10 volúmenes (hasta ahora) a revisar para quienes tengan interés en los medios de comunicación y los cambios sociales. En el caso de Espacios mediáticos transfronterizos, se trata de un texto que ofrece algunas orientaciones para explorar temas de interés de la antropología mexicana (pueblos indígenas, comunidad, por mencionar los más clásicos) junto con otras cuestiones emergentes derivadas de los medios de comunicación, las tecnologías digitales y las experiencias de migración transnacional.

    La investigación de Kummels se dirige a las prácticas mediáticas en Tamazulapam, o Tama, como le llaman los propios habitantes, un pueblo de la región mixe de Oaxaca, y con ello aborda las características que van adquiriendo nociones como la comunidad, el pueblo, la etnicidad y la experiencia transnacional. Dichos ejes permean las vidas y experiencias de las personas, y sus sentidos son debatidos y negociados por medio de los recursos culturales que tienen para elaborar representaciones y narraciones de sí mismos, en contraste con representaciones externas cargadas de percepciones precedentes. Este punto ya es problemático de delimitar, por las discusiones académicas que podrían derivarse al asumir que la conformación de sentidos y significados, así como los términos de esas negociaciones, están enmarcados por relaciones de diferenciación y desigualdad (Di Leonardo, 1998; Roseberry, 1989). Para abonar en estas discusiones, en esta etnografía se describen las prácticas mediáticas en el poblado y su circulación entre la población que habita en el lugar y aquella emigrada que ha conformado ramificaciones de la comunidad, quienes intentan participar desde la distancia y que requieren productos audiovisuales que les permitan hilar un vínculo con su lugar de origen.

    Las preguntas que guiaron la investigación de Kummels estuvieron relacionadas con las intenciones explícitas e implícitas de las personas al usar y adaptar recursos mediáticos, con las representaciones que han ido elaborando, y sus influencias para establecer relaciones más amplias hacia otros espacios sociales como los que se conforman con el Estado mexicano, así como los sentidos de identidad y pertenencia en el ámbito local y en el marco de la migración hacia Estados Unidos. Estas cuestiones se van desarrollando en los cinco capítulos etnográficos y van apoyando la idea de “espacios mediáticos”, la cual se propone como herramienta para comprender las relaciones y prácticas mediáticas que fluyen en formas visuales y audiovisuales y que circulan entre gente perteneciente a Tama, en el poblado y en sus satélites (lugares donde han migrado, como pueden ser la ciudad de México o Los Ángeles).

    Del texto en su conjunto cabe señalar que pueden reconocerse elementos de la hechura de las etnografías holísticas donde hay esfuerzos de síntesis e interés por mostrar la heterogeneidad para describir distintos aspectos, de tal manera que logra dar una visión amplia y general del sitio de campo, nos permite conocer lugares, personas, acciones, relaciones y procesos. Al mismo tiempo, estas descripciones giran en torno a las prácticas mediáticas; así, ofrecen un aspecto particular de la historia local relacionada con los medios de comunicación, y con ello logramos conocer trayectorias individuales de los actores mediáticos que se entretejen con intereses colectivos en diferentes momentos y en distintos espacios.

    Además de las descripciones etnográficas, resalta el acompañamiento con fotografías que nos permiten conocer visualmente algunos detalles de las personas, lo que hacen, de las imágenes y del sitio de campo. Se puede notar un ojo hábil y experimentado por parte de Kummels. También destaca que los collages fotográficos al principio de los capítulos hayan sido elaborados por una de las personas de Tama, quien también tiene experiencia en la producción de imágenes, por lo que se puede observar una intención de comunicar de manera mezclada entre lo capturado y la composición.

    Esta etnografía expone algunos puntos que pueden retomarse para hacer comparaciones y para indagar en otros poblados indígenas. A continuación, menciono sólo tres que a partir de mi propio trabajo de campo me resultan más cercanos, por lo que no son los únicos ni los más destacables; son entradas para comenzar a dialogar desde las orientaciones que nos da el texto. El primer punto es que Kummels realiza un ejercicio de reconstruir fragmentos de la historia local enfocándose en los procesos de mediatización; así, nos hace un recorrido que va desde los performances escolares durante la primera mitad del siglo anterior hasta la actual documentación audiovisual, junto con los cambios en las representaciones y sus sentidos jerarquizados. La historia de Tama tiene algunos paralelismos con la de otros poblados indígenas que comparten procesos y prácticas sociales, como las políticas educativas posrevolucionarias y el indigenismo; también las visitas de personas que llevaban películas y las proyectaban en localidades remotas a manera de cine itinerante (al igual que los arrieros llevaban productos), o las primeras fotografías que se tomaban en los sucesos públicos, como la construcción de obras, o de vistas panorámicas en las fiestas de los pueblos. Precisamente, es posible identificar que en los años recientes están surgiendo iniciativas para recuperar la historia visual por parte de grupos o colectivos en los poblados rurales e indígenas. Está creciendo una “demanda actual de memorias audiovisuales” (como lo menciona Kummels para Tama, o como lo he podido observar en la Sierra Norte de Puebla donde diversos colectivos realizan proyectos vinculados a la memoria local desde lo visual) y están circulando nuevas imágenes por medio de la digitalización de viejas fotografías que se incorporan en la memoria familiar y colectiva.

    Un segundo aspecto tiene relación con las regulaciones de grabar y compartir las actividades y prácticas que se consideran propias de la cultura ayuujk ja’ay. Kummels explica que las personas de Tama están familiarizadas con las imágenes y los productos audiovisuales desde hace varias generaciones, lo cual llevaría a pensar que toda actividad que se realiza podría ser documentada, sin embargo, es a partir de esta relación estrecha que se ha delimitado lo que es propicio para registrar. En este sentido, se ha llegado a conciliar que sea lo público lo que puede ser parte de las grabaciones, por ejemplo fiestas, bailes, cambios de autoridades, etc., y se deja lo sagrado fuera de cámaras, es decir, los rituales y ceremonias en las fiestas patronales, las vinculadas a los ciclos agrarios o en el cambio de autoridades, por mencionar algunas actividades que logró identificar Kummels. También, en el texto se expone que hay distintos momentos y contextos en los que se negocian estas consideraciones, de tal manera que lo que se puede registrar depende de las ideas generales que se tengan de respeto y de protección a la comunidad. Este aspecto es sugerente porque invita a identificar y reflexionar en torno a los valores que se ponen en juego en las condiciones actuales, donde las y los jóvenes en los poblados indígenas tienen más acceso a teléfonos con cámaras y a redes sociales digitales donde pueden compartirse y circular múltiples imágenes y videos.

    El tercer aspecto es el contexto de migración laboral de personas procedentes de Tama a ciudades de Estados Unidos, que conforman satélites de la localidad de origen (ya con una segunda generación). En el texto se describen distintas situaciones en las que los productos audiovisuales se suman a estrategias que las personas emigradas utilizan para mantener o reforzar vínculos con sus familias y la comunidad; éstas van desde el seguimiento de obras en las casas hasta servir de testimonio de la participación en alguna comisión comunitaria. Además, las demandas de audiovisuales han predispuesto la forma de géneros específicos de registros que son solicitados en el poblado y, principalmente, en los satélites de migración. Esto también permite hacer comparaciones con otros poblados rurales e indígenas y el papel que desempeñan los medios de comunicación, el acceso a las tecnologías digitales y los productos audiovisuales como los descritos por Kummels. En los satélites de Tama, éstos permiten “congregarse en la diáspora” al menos de manera momentánea, y para quienes participan de alguna comisión comunitaria, acercar “la experiencia de su propia participación” en las actividades del poblado.

    La etnografía que nos presenta Kummels se enfoca, en palabras de la misma autora, en las prácticas diversificadas relacionadas con los medios y con internet, y en las acciones que han ido moldeando dichos recursos, los que cubren objetivos activistas y políticos, pero también, como se enfatiza en el texto, tienen fines artísticos, de entretenimiento y lucrativos. Las prácticas mediáticas, así, nos dirigen hacia formas de socialidad emergentes y de características abiertas. Con ello, la comunidad, el pueblo, la identidad y la experiencia migratoria generan y recrean representaciones visuales que de manera previa no estaban consideradas dentro de sus repertorios, para argumentar y elaborar mensajes culturales y políticos en torno a sí mismos. En este sentido, el audiovisual extiende estas dimensiones que se van adaptando a los tiempos cambiantes.

    La diversidad de las prácticas mediáticas también pone en evidencia que, además de las posibilidades políticas del audiovisual, hay un conjunto de intereses y solicitudes por parte de la población local, los cuales no coinciden de manera exacta con lo que desde afuera suele considerarse que deberían realizar con apoyo de los medios de comunicación. Básicamente porque los usos de las tecnologías digitales y los medios de comunicación son muy diversos, pasan por los tipos de acceso a los recursos, a la formación que se ha tenido o incluso el tipo de espectador que se ha formado, a los intereses generacionales, a las redes y contactos que facilitan o guían la exploración de los medios, y demás aspectos que inciden en las maneras y las formas que toman las prácticas mediáticas. Una vez quitándonos la expectativa de que en los pueblos indígenas hacen lo que se espera que hagan, se puede observar lo que se expone en esta etnografía, que hay flexibilidad y multiplicidad en los usos de las tecnologías y los medios, en donde hay usos sociales, pero en conjunto con otras prácticas mediáticas.

    Para llevarnos a esta comprensión, Kummels parte de considerar la agencia social de los sujetos para apropiarse de recursos externos y adaptarlos a los elementos culturales locales, de ahí que una de las partes que resaltan las personas, y la misma autora, sea el autoaprendizaje del manejo técnico de los aparatos y desarrollar otras capacidades desde las cuales han buscado explorar un lenguaje vinculado con sus recursos culturales. También, la agencia social que va más allá de los individuos se muestra en las solicitudes particulares de productos audiovisuales, unos son como evidencias en medio de disputas agrarias, otros son testimonios de la participación, o incluso un mirador desde el cual observar las acciones y conductas de familiares desde la distancia, y a la par, se siguen haciendo documentales de tintes creativos o etnopolíticos. Es un repertorio entrecruzado y abierto desde el cual las personas vislumbran posibilidades y, a su vez, alimentan con la creación de otros formatos y contenidos.

    Otro aspecto que se explora es la constante negociación entre intenciones y propósitos al efectuar registros audiovisuales, los cuales se realizan en el marco de específicas relaciones. En este sentido, Kummels nos refiere tres contextos, uno es con la definición por parte del Estado y los programas dirigidos hacia la población indígena (Castells i Talens, 2010), como fue el caso del Centro de Video Indígena que formaba parte del Instituto Nacional Indigenista, desde el cual se preferían audiovisuales con ciertas características (Becerril, 2015); otro contexto se da cuando se entablan diálogos con pares productores de otros colectivos indígenas que demandan la expresión de mensajes políticos, o bien de cierto tipo de video indígena cuando el marco son los festivales de cine y de documentales; y un tercero se enfoca hacia la población local (física y sus satélites) que prefieren y, de alguna manera, exigen grabaciones con los menores cortes posibles y que cubran toda una actividad.

    Finalmente, hay dos puntos para continuar el diálogo y los debates. El primero tiene relación con la idea de “espacios mediáticos”, pues en la etnografía se logra entender que permite orientar el análisis hacia lo relacionado con los medios de comunicación, los contextos de producción y la producción misma de mensajes visuales y audiovisuales, la circulación de éstos, las trayectorias, acciones y prácticas mediáticas de determinados “actores mediáticos”, y todo ello como interacciones en medio de transiciones sociales. En general, la idea de “espacios mediáticos” es adecuada para responder las preguntas que Kummels se hace en la investigación. Sin embargo, la propuesta de “espacios mediáticos”, siguiendo a la autora, tiene su apoyo en Edward W. Soja (1996), quien a su vez recupera la trilogía del espacio de Henri Lefebvre (1974), compuesta por el espacio concebido (de los expertos y planificadores), el espacio percibido (experiencia material) y el espacio vivido (imaginación y lo simbólico). Este tercer espacio corresponde a las apropiaciones y creaciones, y con ello a las transformaciones, pero, aclara Lefebvre al criticar la cotidianidad, cuando se insertaban en procesos de emancipación. Es decir, ambos autores ponían el acento en lo político2 y se interesaban por las maneras en que se reproducían y materializaban las desigualdades sociales en la continua producción del espacio social. Este aspecto es el que me parece que debe ampliarse en otros acercamientos que retomen la propuesta de “espacios mediáticos”.

    El segundo punto a debatir es lo relacionado con la descolonización audiovisual que menciona Kummels. En el texto se menciona que hay condiciones materiales e históricas que han limitado el acceso a los recursos tecnológicos y de los medios de comunicación (brecha visual y brecha digital); esto puede observarse al recorrer cualquier poblado rural e indígena del país, pero involucra otro aspecto menos perceptible aunque al mismo tiempo más profundo, la familiaridad con los recursos de medios de comunicación desde los cuales explorar lenguajes propios y, además, con las representaciones previas de lo étnico y lo indígena que ya predominan y que sirven de marco referencial. Así, el punto no sería si desde los pueblos originarios pueden o no posicionarse en la descolonización audiovisual, sino que esta tarea debe realizarse de manera compartida y en correspondencia entre quienes realizan audiovisuales y aquellos interesados en este tema. Considero que abre cuestionamientos sobre el diseño de las investigaciones, en la manera como se concibe a las personas con quienes trabajamos. Si compartimos los mismos procesos sociohistóricos3 aunque en distintas posiciones, estaría la sociedad global en un proceso común de descolonización (tomando las reservas de si estamos o no de acuerdo con este término). Kummels realiza un acercamiento al poner en evidencia las contradicciones del campo audiovisual en el que los ayuujk ja’ay participan y en resaltar géneros locales y transnacionales de los videos que producen. A quienes nos interesa el tema nos queda pendiente la búsqueda de alternativas para pensar cómo se podría reflejar esto en nuestras etnografías y cómo éstas pueden abrir líneas para seguir debatiendo en torno a las prácticas mediáticas.

    Bibliografía

    Becerril, Alberto (2015). “El cine de los pueblos indígenas en el México de los ochentas”. Revista Chilena de Antropología Visual, núm. 25, pp. 31-49.

    Castells i Talens, Antoni (2010). “The Training of Indigenous Videomakers by the Mexican State: Negotiation, Politics and Media”. Post Script: Essays in Film and the Humanities, vol. 29, núm. 3, pp. 83-94.

    Di Leonardo, Micaela (1998). Exotics at Home. Anthropologies, Others, and American Modernity. Chicago: University of Chicago Press.

    Fabian, Johannes (1983). Time and the Other. How Anthropology Makes Its Object. Nueva York: Columbia University Press.

    Lefebvre, Henri (1974). La production de l’espace. París: Éditions Anthropos. https://doi.org/10.3406/homso.1974.1855 (Traducción al español: [2013]. La producción del espacio. Madrid: Capitán Swing.)

    Magallanes, Claudia y José Manuel Ramos (coord.) (2016). Miradas propias. Pueblos indígenas, comunicación y medios en la sociedad global. Puebla: Universidad Iberoamericana.

    Roseberry, William (1989). Anthropologies and histories. Essays in Culture, History, and Political Economy. New Brunswick: Rutgers University Press.

    Soja, Edward W. (1996). Thirdspace. Journeys to Los Angeles and other real-and-imagined places. Oxford: Blackwell.

    Stephen, Lynn (2013). We are the Face of Oaxaca: Testimony and Social Movements. Durham: Duke University Press. https://doi.org/10.2307/j.ctv125jtdc

    ZamoranoVillareal, Gabriela (2017). Indigenous Media and Political Imaginaries in Contemporary Bolivia. Lincoln: University of Nebraska. https://doi.org/10.2307/j.ctt1qft0pq


    Oscar Ramos Mancilla es profesor-investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma de Puebla. Doctor en antropología social por la Universidad de Barcelona. Por sus investigaciones ha recibido una mención honorífica del premio Fray Bernardino de Sahagún del inah, y los premios Sor Juana Inés de la Cruz del Inmujeres, el del Coloquio Internacional sobre Otopames, y el de la Cátedra Bi-Institucional Gonzalo Aguirre Beltrán del ciesas y la uv. Sus temas de interés se relacionan con la antropología digital, los medios de comunicación y los procesos sociohistóricos.

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