Recepción: 15 de junio de 2020
Aceptación: 3 de septiembre de 2020
Este artículo analiza el proceso de monetarización de los indígenas sionas de la Amazonía ecuatoriana, su economía recolectora y sus incertidumbres futuras. A través de un trabajo etnográfico durante tres años en la comunidad Soto Tsiaya en el río Aguarico, afirmo que las y los sionas anticipan su futuro económico a muy corto plazo porque viven una economía de recolección que les permite subsistir el día a día. Además, en su territorio suceden peticiones-recolecciones que forman parte de un proceso histórico de monetarización colonial y extractivista, así como intercambios vitales desde la interrelación entre los sionas y los no humanos, es decir su sentir y vivir en su cosmos donde se reproducen relaciones espirituales para su subsistencia. Más allá de un futuro donde la acumulación económica sea prioritaria, sus incertidumbres futuras reflejan las preocupaciones por sus cambios identitarios y culturales, así como la importancia de resguardar su territorio porque es la manifestación de su ser, pensamiento, prácticas, memoria, espiritualidades y economía.
Palavras-chave: acúmulo, economia da colheita, incertezas futuras, intercâmbios de vida, Siona nacionalidade, processo de monetarização
The Siona People of Ecuador, Their Monetization Process and Other Future Uncertainties: Analysis of an Economy of Gathering
This article analyzes the monetization process of the Siona people of the Ecuadorian Amazon, their economy of gathering and their uncertainties regarding the future. With a three-year ethnographical study in the Soto Tsiaya community on the Aguarico river, we state that the Sionas anticipate their economic future at a very short term, since they live in an economy of gathering that helps them subsist on a day-to-day basis. In addition, requests-gatherings take place in their territory that are a part of a historical colonial monetization and extraction process, as well as vital exchanges from the interrelation of the Sionas with non-humans, that is, their feeling and living in their cosmos, where spiritual relations are reproduced for their subsistence. Beyond a future in which economic accumulation is a priority, their uncertainties for the future reflect the concerns over their identity and cultural changes, as well as the importance of protecting their territory, since it is the manifestation of their being, thoughts, practices, memory, spiritualities and economy.
Keywords: Siona nationality, monetization process, economy of gathering, accumulation, uncertainties over the future, vital exchanges.
La nacionalidad1 indígena siona habita en la provincia de Sucumbíos,2 en el nororiente del Ecuador, específicamente en los cantones de Putumayo, Shushufindi y Cuyabeno. Esta población tiene presencia binacional en Colombia y en Ecuador. Según el censo comunitario elaborado por el Equipo Técnico de la Organización de la Nacionalidad Siona del Ecuador, en el Ecuador hay una población de 638 personas (Equipo Técnico de la onise, 2020) que conforman ocho comunidades: cuatro asentadas a orillas del río Aguarico (Soto Tsiaya, Aboquehuira, Biaña, Orehuëya) y cuatro dentro de la Reserva de Producción Faunística del Cuyabeno (Puerto Bolívar, San Victoriano, Tarabëaya, Seoquëaya). Este escrito forma parte de una investigación etnográfica realizada durante tres años en la comunidad Soto Tsiaya en el río Aguarico.
Las familias sionas del Aguarico, a diferencia de las comunidades del Cuyabeno que subsisten económicamente del turismo, recurren a estrategias recolectoras y de negociación con diferentes actores para sostenerse económicamente. Las actuales actividades económicas y sociales de los sionas del Aguarico interactúan en un contexto histórico implementado por el sistema capitalista por parte de las empresas extractivas, facilitado por la evangelización del Instituto Lingüístico de Verano (ilv) y por el Estado ecuatoriano.
Este texto tiene como objetivo evidenciar las aspiraciones futuras económicas y no económicas que tienen las familias sionas, para lo cual recurro al análisis de su proceso de monetarización y a la forma actual de vivir una economía recolectora. Sus preocupaciones futuras giran en torno a los cambios identitarios culturales, como por ejemplo la extinción de su idioma (baicoca), la desaparición de sus ceremonias, la contaminación de su territorio y la escasez de animales de caza y pesca. La noción de acumulación de dinero o de obtener un trabajo asalariado estable no forma parte de sus preocupaciones futuras, ya que sus aspiraciones de ingresos económicos son de tiempo inmediato, y además porque la economía siona se sostiene de otras formas que no implican necesariamente acumulación de capital. Justamente, este artículo explica estas otras formas que sostienen la economía de los sionas, a la que he denominado una economía de recolección.
Las prácticas de ir a cazar, pescar, recolectar frutas y medicina natural en el airo (selva) están ligadas al concepto de abundancia, es decir que nadie puede regresar del airo a sus comunidades con las manos vacías. Así, los sionas del Aguarico piden-recolectan3 dinero o aportes en especie a quienes visitan sus comunidades (investigadores sociales, políticos en campañas electorales, empleados de gobierno, turistas, ambientalistas). En su mayoría, son las mujeres las encargadas de solicitar el dinero o especies (hamacas, ropa, linternas, víveres).
Estas prácticas de pedir-recolectar pueden entenderse dentro del proceso de monetarización y mercantilización que generaron diversas formas de dependencia; pero a la vez es una estrategia de sobrevivencia en las comunidades, y representa su ser de indígenas recolectores. En este sentido, el “pedir” bienes o dinero es una actividad de recolección que también implica generar abundancia para cada familia. Así, cada miembro cumple con su labor de pedir-recolectar; por ejemplo, en la comunidad de Soto Tsiaya del Aguarico, el hijo mayor de la familia extensa es el encargado de realizar las negociaciones y peticiones con las petroleras y las ngo. El segundo hijo, al ser el presidente de la comunidad, es quien negocia con las autoridades gubernamentales, mientras que las mujeres solicitan dinero o especies a los visitantes. Estas recolecciones beneficiarán a toda la comunidad de Soto Tsiaya, la cual está conformada por una misma familia extensa: la abuela, su esposo, sus cinco hijas y cuatro hijos con todos sus descendientes.
La vida de los sionas en Soto Tsiaya es mucho más simple, en el sentido de que no hay una idea de acumulación de bienes, comida o cosas en general. En cada casa de esta comunidad se puede observar que hay lo estrictamente necesario para ellos: herramientas para cazar y pescar, utensilios básicos para la alimentación, un mínimo de muebles, una canoa a motor comunitaria o motocicletas, aperos para sembrar.4 Realizo esta descripción para afirmar que en las nociones económicas de los sionas del Aguarico no existe la idea de acumular, esto se evidenció en situaciones donde han accedido a grandes cantidades de dinero a partir de las compensaciones entregadas por las petroleras. El gasto del dinero es breve y se destina a compras de ropa, alimentos básicos, gasolina para transporte, cartuchos para la caza, redes para la pesca.5 El efectivo ni siquiera es pensado como una forma de ahorro.
Retomo el concepto de acumulación de Magdalena Villarreal para comprender que no se trata de acumular recursos, sino de “lograr un grado de control económico, cosechando beneficios del valor atribuido a un recurso particular” (2008: 147); es decir, de tener un cierto grado de control a corto o a largo plazo de bienes económicos o simbólicos. En el caso de los sionas, esto se ajusta a la idea de recolección, en el sentido de una acumulación a corto plazo en la que puedan, de cierta manera, tener control sobre lo que han llegado a adquirir sin expectativas de ahorro, sino más bien de usos y gastos inmediatos. Ese control no está dentro de una lógica capitalista de multiplicar los recursos, sino de usarlos de acuerdo con sus costumbres y necesidades (Villarreal, 2008).
Entonces, estas prácticas de recolección de bienes y dinero pueden entenderse dentro de la idea de valor6 (Graeber, 2018) que se hace realidad sólo dentro de una totalidad social más amplia que implica una cosmoexistencia7 (Guerrero, 2018) de indígenas cazadores y recolectores dentro de un territorio que les proporciona bienestar. En una sociedad como la de los sionas, la producción se centra en la unidad y el bienestar familiar inmediato más allá de una producción para la acumulación de capital. La economía de los sionas es una tentativa de síntesis entre sus intereses familiares y los comunales, para perpetuar su supervivencia y bienestar futuro. Por un lado, se esfuerzan por integrarse al mercado laboral local, y por otro continuar con sus propias prácticas de subsistencia tradicionales.
Esta economía de la recolección no implica que estén alejados del sistema capitalista, sino que, más bien, coexisten con él. “Las relaciones sociales capitalistas y no capitalistas coexisten no aisladas unas de otras, sino como aspectos interrelacionados de la economía de frontera” (Ziegler-Otero, 2004: 8). Estos dos sistemas están interrelacionados, y no únicamente están cerca el uno del otro, sino que interactúan y se transfieren sus valores. Estas interacciones están en continua negociación y confrontación, sobre todo dentro de una economía donde el capitalismo se perfila como el más poderoso.
Entender cómo los sionas cohabitan entre el mundo capitalista y su propia economía de recolección implica revisar su proceso histórico de monetarización desde la colonialidad y colonización territorial, a partir de: a) la relación con el Instituto Lingüístico de Verano, que desempeñó un papel económico, político y moral en sus vidas desde la década del cincuenta; b) la Reforma Agraria y la Ley de Colonización desde el Estado en los setenta; c) el Estado como agente impulsador del extractivismo en el territorio amazónico.
El Instituto Lingüístico de Verano (ilv)8 ingresó en el territorio siona en 1951, y tuvo gran incidencia cultural, económica y territorial en la vida de esta nacionalidad. La llegada del ilv es el punto de partida de su relación con el dinero y del trabajo asalariado. Tal como narra la abuela de la comunidad de Soto Tsiaya,
El Lingüístico regaló machete, carretilla, y nosotros limpiamos todo para hacer la escuela en San Pablo [comunidad donde se agrupó a las nacionalidades siona y siekopai]. Nosotros también limpiamos el monte para que la avioneta de los lingüísticos aterrice.
Nos dijeron que el Lingüístico nos iba a pagar por limpiar, y que era urgente tener la pista porque cuando teníamos una enfermedad podíamos salir a curar. El Lingüístico mandó casi 400 sucres [moneda ecuatoriana anterior al proceso de dolarización en el Ecuador] para pagarnos. De ahí, ya pudimos comunicarnos, salir a curarnos en Limoncocha [ciudad del cantón Shushufindi]. En esa época no había productos para vender como ahora, cuando nos pagaba en sucres comprábamos ropa y ollas en Limoncocha.
En ese tiempo no se sembraba maíz para vender. Ahora hay que trabajar, sembramos café y cacao para llevar a Tarapoa [pueblo más cercano a Soto Tsiaya], a veces no hay carro para llevar hasta allá y viene don Luchito a comprar. Lo que se vende es muy poquito.
A mí, el Lingüístico me pagaba por lavar la ropa, me pagó 40 sucres por 15 días. Pero antes del Lingüístico no teníamos ni ropa, en canoa íbamos por la laguna de Cuyabeno hasta el Putumayo [frontera con Colombia]. Si queríamos tener algo como ropa nos íbamos en canoa bien lejos para cambiar por pesca o caza.
El dinero llegó con el Lingüístico, porque cuando yo tenía cinco años solo con paiches [pescado de río] cambiamos por ollas (conversación con la abuela de la comunidad de Soto Tsiaya, mayo de 2018).
Uno de los dirigentes de la comunidad siona de Soto Tsiaya también cuenta el proceso de monetarización de los sionas:
Cuando estaba el Lingüístico compraban a mi papá el maíz que ellos mismos hacían sembrar, porque esos gringos [misioneros estadounidenses del ilv] tenían gallinas, como 200 pollos, y compraban lo que mi papá sembraba en una hectárea. Mi papá también sembraba hectáreas de arroz y eso también era para los pollos de los gringos. En ese tiempo a mi papá le pagaban poco, por el diario del trabajo le daban entre 10 o 15 sucres.
Mi mamá trabajaba en la artesanía haciendo aretes, collares, cerámica, porque el Lingüístico les compraba. Lo que compraban llevaban a Quito y lo vendían. A mi mamá le pagaban por lavar o cocinar 12 sucres.
Pero mucho más antes, en tiempo de mis abuelos, cuando no había el Lingüístico, ni los colonos [población mestiza], cambiaban con otros indígenas las pieles de animales por sal, anzuelos, hachas, machetes ¡En tiempo del Lingüístico empezó a haber dinero! (conversación con el dirigente de la comunidad, enero de 2019).
Como se puede ver, el proceso de monetarización en los sionas es reciente, apenas desde los años cincuenta. Y se introduce bajo la lógica del capital sustentada en la razón,9 de la mano de la religión, impulsado por el ilv como parte de la colonialidad del ser (Guerrero, 2018). Además, el ilv abrió las puertas para la colonización extractiva de los años siguientes, e incidió en las formas culturales e identitarias del mundo siona debido al adoctrinamiento de los misioneros. Los yajé cuquë (sabios-curanderos) fueron acusados de hacer brujería, por lo que la enseñanza de la toma de yajé (ayahuasca) o de los ujas (cantos curativos) fue mínimamente transmitida a la siguiente generación, la cual se volcó a estructurar las organizaciones políticas en defensa de su territorio.
Otro de los hechos importantes en el proceso de monetarización de los sionas fue la Ley de Colonización de 1970, la cual permitió el inicio de la explotación petrolera. Esta Ley fue expedida por parte del extinto Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (ierac) donde se declaraba a la Amazonía “tierras baldías”, favoreciendo la apropiación de tierras por parte de la población mestiza de otras regiones del Ecuador. La Ley de Colonización decretó que, de las más de 5 102 000 de hectáreas que abarcan la provincia de Orellana y Sucumbíos, se concediera 30% del territorio para patrimonio forestal, 28% para Parques y Reservas, y 42% se destinó para la colonización mestiza10 (Eberhart, 1998).
Por esos mismos años, el gobierno ecuatoriano concedió 10 000 hectáreas a la empresa Palmeras Ecuador, para la industria palmicultora ubicada en el cantón Shushufindi, cercando a las comunidades sionas del Aguarico. En 1979 se creó la Reserva Faunística del Cuyabeno, lo cual representó una limitación en el uso de los recursos naturales para los indígenas, debido a los controles de caza y pesca que se efectúan por parte de las autoridades del Ministerio del Ambiente. Además, desde la década del noventa, en esta Área Protegida, el mismo Estado, a través del Ministerio de Turismo, propició la entrada de empresas turísticas que han contaminado la zona y han creado conflictos intrafamiliares entre los sionas del Cuyabeno, debido a la disputa por el acceso a ingresos económicos y a plazas laborales en el turismo.
Aquí [en el Cuyabeno] cada familia tiene que buscar trabajo, unos son motoristas [hombres que manejan las lanchas a motor], otros hacen la ceremonia del yajé, las mujeres cocinan para los turistas. Pero se tiene que hacer acuerdos con las agencias de turismo, y eso a veces es difícil. Sólo a los que conocen hacen caso y dan trabajo, a otros no les toca nada (conversación con el presidente de la comunidad siona Puerto Bolívar en el Cuyabeno, agosto 2018).
Como menciona David Graeber, es importante “tener cerca a K. Polanyi (1944) para recordarnos en qué medida el poder del Estado ha creado los propios términos de lo que hoy se considera una vida comercial normal” (2018: 81).
Asimismo, la industria extractiva cauchera, maderera y petrolera forma parte de la historia de monetarización de los sionas. Así, narra la abuela de Soto Tsiaya:
En 1986 y 1988 mi esposo trabajó con madereros para vender laurel y bálsamo. Mientras él trabajaba, yo hacía la comida y llevaba el almuerzo a los trabajadores. En 1994, los proyectos de sísmica desde las petroleras estaban en Pañacoha [territorios kichwas colindantes con el territorio siona y siekopai], donde mi esposo participó como guía para hacer linderos. Estuvo seis meses en la petrolera, pero los terrenos eran pantanosos y se trabajaba mojado por eso regresaba a la casa (conversación con la abuela, junio de 2018).
Este relato de la abuela da cuenta de las primeras relaciones que los sionas mantuvieron con las empresas petroleras en los años ochenta, época en la que empiezan a recibir pagos en efectivo, dádivas en alimentos y construcciones de centros de salud y carreteras, a cambio de su ingreso para la exploración y explotación petrolera.
En 2011 la empresa china Andes Petroleum emprendió el proceso de exploración y explotación en territorio siona del Aguarico. Los dirigentes de las comunidades tuvieron un papel importante, ya que trabajaron asalariados como traductores de los Estudios de Impacto Ambiental de la empresa china al baicoca (idioma siona). Así, para el 2014 se firmó el convenio de compensación social para que Andes Petroleum construyera dos plataformas petroleras y empezara la explotación del crudo por el lapso de 15 años. El pago por este convenio fue de 400 000 dólares, que fueron repartidos entre todas las familias que conforman las cuatro comunidades del Aguarico.
Además, se entregaron otras compensaciones tales como un vehículo11 a la comunidad de Soto Tsiaya, y se prometió trabajo asalariado para los hombres de la comunidad. Desde el 2016 a la actualidad han trabajado entre ocho y diez sionas durante seis meses con el pago del salario mínimo (386 usd mensuales).12
En este apartado enfatizo que el proceso de monetarización de los sionas comenzó cuando el Instituto Lingüístico de Verano llegó a su territorio, y obviamente se acentúa en el proceso de colonización bajo una lógica desarrollista y extractivista que el Estado emprendió en la Amazonía norte del Ecuador. Este proceso incidió para agravar conflictos intrafamiliares por apropiación de recursos monetarios, así como una división entre quienes cuestionan el proceso extractivista y los que son afines a los programas desarrollistas de gobierno y de las empresas petroleras.
Actualmente, una de las fuentes de ingresos económicos para las familias sionas es la venta de alimentos como café, cacao, yuca, plátano verde, maíz. El promedio de venta mensual de las familias sionas es entre 20 a 50 kilos de café, dos o tres sacos de maíz o yuca, varios racimos de plátanos.13 La agricultura es vista como trabajo familiar en las comunidades sionas del Aguarico. La venta de los cultivos la realizan esporádicamente en los pueblos cercanos de Tarapoa y Shushufindi, aunque algunos comerciantes mestizos acuden a comprar en las comunidades.14
La pesca y la caza15 son actividades principales para su dieta alimenticia diaria. Muy pocas familias venden pescado en las ciudades cercanas, esta transacción es esporádica, siempre y cuando haya una pesca de un animal grande. La pesca y la caza son prácticas para autoconsumo.
La parcela para sembrar (la finca) es vista como un trabajo familiar. Cada hijo mayor de 18 años tiene su propio espacio de siembra. Para incursionar en la comercialización de diversos productos, los sionas, desde la década de los setenta, han recurrido a los préstamos financiados por instituciones estatales. Estos créditos se invierten para cultivo de café, cacao, maíz y piscinas para truchas.
Como ya mencioné, el Estado ecuatoriano y el Instituto Lingüístico de Verano introdujeron la importancia del dinero en la vida siona a través de la mercantilización y del trabajo asalariado. Los proyectos o propuestas desde las instituciones estatales otorgaron créditos para sembrar lo que esté “de moda” en cada época, ya sea maíz, café o cacao. La agricultura, aunque no es propiamente de subsistencia como la caza y la pesca, actualmente casi lo es, en el sentido de que siembran pequeñas cantidades que les dan apenas suficientes recursos monetarios para sobrevivir.16
Por su parte, la industria petrolera provee a los sionas trabajo asalariado y bienes. La empresa les paga el transporte, la comida, horas extras y un sueldo básico. El trabajo asalariado nunca se busca fuera de la comunidad. Los sionas esperan a que las oportunidades laborales lleguen a ellos, confían en que la petrolera los contrate nuevamente. Entre la crítica y la aceptación de la industria extractiva, los sionas del Aguarico ven a la petrolera como una oportunidad para hacer convenios que beneficien económicamente a sus familias.
El Estado ecuatoriano es otro ente que dota de dinero a la nacionalidad siona. Desde el Ministerio de Medio Ambiente, a través del Programa Socio Bosque, se entrega alrededor de 10 mil dólares anuales a las familias sionas del Aguarico por el cuidado de 11 200 hectáreas de bosque. Este convenio fue firmado en 2009 y tiene una duración de 20 años. El dinero entregado por Socio Bosque es depositado en la cuenta de ahorros de la Organización de Indígenas Sionas de Ecuador (onise). Además de no talar los árboles, el programa Socio Bosque compromete a los sionas a sembrar cedro y a que el dinero entregado sea invertido en proyectos dentro de cinco ejes: educación, salud, fortalecimiento organizacional, productividad y patrullaje para el control de la tala de árboles.
A principios de cada año, en una asamblea general se decide el uso del dinero. Por ejemplo, en 2017 se acordó comprar aperos para la siembra, específicamente guadañas. Además, se decidió entregar un monto de dinero en efectivo a los abuelos de las cuatro comunidades, ya que ellos no pueden trabajar en la finca o generar ingresos.17
La asamblea de los sionas del Aguarico es un acto para decidir el uso del dinero del programa Socio Bosque, que, a la larga, ha traído problemas familiares en cuanto a la distribución de los recursos; se intenta superar estos conflictos por dinero con la entrega de bienes igualitarios. En estas relaciones con instituciones gubernamentales y petroleras, los dirigen-
tes sionas son brókeres (Wolf, 1976) que se comprometen a obtener beneficios para toda la comunidad a través de obras concretas.
En definitiva, actualmente los sionas del Aguarico sobreviven gracias a una economía mixta basada en la agricultura para autoconsumo y para la venta, en combinación con una serie de otras actividades como el trabajo esporádico en la petrolera china y trabajos remunerados por el Estado como el programa Socio Bosque. En este sentido, los sionas ejercen sus propias formas de trabajo, empleo asalariado y dinero que se construyen al margen y dentro de una economía global. Cabe recalcar que el trabajo asalariado es temporal, ocasional y no representa un porcentaje alto para la población siona del Aguarico, por lo que no interrumpe sus festividades o celebraciones.
También la idea de trabajo contempla días prolongados de descanso y tiempo para la agricultura, pesca y caza. “Yo no quise sembrar palma, no quiero ser palmicultor porque todos los días se trabaja y no hay descanso. Nosotros queremos ir a cazar, a pescar, sembrar” (conversación con exdirigente siona, febrero de 2018).
La finca (parcela de siembra) les provee mercancías para vender, aunque muchos de estos productos son alimentos para autoconsumo porque sus parcelas son pequeñas. Como la abuela de Soto Tsiaya mencionó, “lo que se lleva a Tarapoa [población de mestizos más cercana] es apenas unas pocas libras de café y cacao para vender, no es que se venda todos los días, sólo cuando es temporada y se vende poquito, pero se necesitan esos dolaritos” (conversación, mayo de 2018). Lo que se cultiva no es para obtener ingresos económicos altos o acumular, y tampoco es un proceso tan lineal de venta de mercancías. La economía mayor es la que viene desde los trabajos esporádicos y de lo que reciben del gobierno. Además, como mencioné, esta economía está marcada por las prácticas recolectoras de pedir dinero y bienes para cumplir con sus ceremonias, sus actividades
de caza y pesca, así como para sus gastos (educación, alimentación, combustible, entre otros). Entonces, hay que resaltar que su territorio desempeña un papel importante en su economía, porque una parte de éste se convierte en mercancía, pero no necesariamente todo.
Además, en el sistema financiero de los sionas están presentes las deudas. Por lo general, los préstamos o las deudas son pagados cuando hay la posibilidad de “reunir dinero”, tal como mencionaron varias familias sionas: “ya te voy a pagar cuando tenga algo de plata”, “después te pago”, “otro día te pago” son las respuestas cuando alguien les increpa por sus deudas.18 El tiempo para el pago de las deudas es relativo, y depende de la prioridad y de la posibilidad de reunir dinero.
Lo que podemos etiquetar como deuda no siempre es clasificado de esta manera. Puede ser un manejo de relaciones sociales que se clasifiquen más bien como un favor, un compromiso, o una retribución. Cada uno puede ser adjudicado un peso específico distinto, un costo en medidas de equivalencia diferenciales. Cada cual estará sujeto a restricciones particulares en cuanto a su acceso, su utilización y su pago (Villarreal, 2008: 46).
Entonces, las deudas de los sionas del Aguarico implican compromisos, redistribuciones y reciprocidades a priori a través del acto de pedir-recolectar, y no necesariamente deben ser devueltas. Marcel Mauss (2009) plantea que “obsequiar un don puede ser un poderoso modo de creación de lazos sociales, porque los dones siempre portan algo del donante” (Mauss en Graeber, 2018: 162)19 y esperan ser devueltos; pero y si los dones no siempre tienen que devolverse, como en el caso de los sionas, ¿qué cuenta como forma de reciprocidad? Dentro de la abundancia que su territorio les ofrece y sus peticiones-recolecciones, éstas deben ser compartidas familiarmente para generar bienestar comunal.
En el caso de los sionas, las transacciones de dinero se dan en su mayoría con los colonos (mestizos) y se encuentran matizadas por el racismo y la desconfianza, ya que la clasificación étnica está ligada a la clasificación económica. En el Oriente ecuatoriano –como se conoce a la Amazonía en el Ecuador– se ha extendido la idea de que los indígenas amazónicos “no cuidan el dinero, gastan rápido, no ahorran, o no sirven para hacer negocios y únicamente piden”. Como afirman funcionarios públicos y empleados de las petroleras.
Nosotros no entregamos dinero a los indígenas del Oriente, ahora preferimos entregar las indemnizaciones en obras o en servicios, porque ellos gastan el dinero en cualquier cosa, no ahorran. Además, los indígenas amazónicos no saben aprovechar toda la tierra para producir en grandes cantidades, sólo siembran para vender poco, no piensan en tener más para su futuro, sólo quieren que les demos todo regalado (empleado petrolero, abril 2018).
Como se comprobó durante el trabajo etnográfico, las familias sionas del Aguarico reciben dinero que, muchas veces, es gastado muy a corto plazo, específicamente en la compra de bienes (vestimenta, celulares, motocicletas, alimentación) sin ninguna preocupación por guardar o acumular un sobrante.
La incertidumbre futura de los sionas gira en torno a la pérdida de su territorio y de sus costumbres, mas no sobre qué hacer con el dinero o si se tendrá dinero en un futuro próximo. Mientras tengan territorio no tendrán incertidumbre económica. Por lo tanto, los sionas tratan de construir sus propios espacios de cosmoexistencia (Guerrero, 2018) y vida que van más allá de la sujeción y la dependencia económica.
Aquí en la selva todavía se caza y pesca, aunque menos que antes, pero sí hay. Tenemos plantas que nos curan y sanan. Hay más en el Cuyabeno que en el Aguarico. También tenemos yuca, plátano para vivir, eso nos importa porque, si no tenemos territorio, ¿cómo vamos a comer, a curarnos, a vivir? (conversación con la abuela de la comunidad de Soto Tsiaya, enero de 2018).
Las expectativas futuras de los sionas son proteger y resguardar su territorio que, en su proceso de transformación en mercancía, todavía es parte vital de su cosmoexistencia. Es decir, si bien es cierto que el proceso de monetarización permitió, en algún grado, transformar su territorio en mercancía por las concesiones petroleras, éste se convierte en una de las principales incertidumbres para su subsistencia de caza y pesca, más allá de que les permite mínimamente un ingreso económico.
“El futuro que queremos es tener los ríos limpios, pescar, cazar, que haya animales, que no desaparezca el idioma, que los jóvenes aprendan de los abuelos” (conversación con el abuelo de Soto Tsiaya, mayo de 2019). Para los sionas, la recolección de bienes o dinero no significa acumulación de capital, sino más bien un gasto en necesidades inmediatas, y este tipo de economía de recolección genera bienestar comunal.
Adicionalmente, creo importante mencionar que algunas familias de las comunidades del Aguarico también aspiran a un futuro con una vida económica parecida a las comunidades del Cuyabeno, las cuales están inmersas en el turismo. Es decir que desean tener la posibilidad de contar con trabajos que generen recursos económicos.
El intercambio es una actividad importante en la vida de los sionas. Los intercambios se presentan de varias formas, como por ejemplo el intercambio de alimentos,20 de sabiduría, intercambios en especie. En este sentido, es importante retomar el concepto de “valor de intercambio” que propone Villarreal (2004: 29), “para que no se limite a los valores monetarios y el mercado”, puesto que las transacciones de mercado y la producción mercantil también contemplan relaciones y valores no mercantiles que varían según el campo de actividad (producción, distribución, consumo, intercambio), así como las maneras en que se “intersectan distintos dominios sociales, por ejemplo, basados en intereses familiares, comunitarios o sociopolíticos” (Villarreal, 2004: 29).
Los precios en estos intercambios están determinados tanto en términos monetarios como no monetarios. Sin embargo, esta equivalencia “no económica” puede ser compensada con el valor que se otorga a las personas y a la comunidad. Esto inserta a los intercambios en las transacciones de bienestar de la economía familiar/comunitaria. Por lo tanto, la noción de utilidad “se configura no tanto como una categoría económica y financiera sino como una categoría social, ya que se construye con relación a la percibida y a la moralidad de la transacción” (Ferraro, 2018: 84), que permite la sobrevivencia de la nacionalidad siona, la continuidad de sus prácticas culturales y el bienestar comunal.
Así, existen intercambios o préstamos vitales para dar continuidad al ser siona, como por ejemplo las negociaciones entre el yajé cuquë (sabio curandero) con los espíritus del airo (selva) para garantizar el bienestar familiar/comunal. Debido a que en la comunidad de Soto Tsiaya no vive ningún yajé cuquë, el abuelo Chala, residente de la comunidad de Orehuëya, se convierte en el sanador de todas las comunidades del Aguarico.
Aquí [comunidad de Soto Tsiaya] ya no hay el yajé cuquë, porque el abuelo mayor es evangélico y dice que no quiere tomar yajé, pero tenemos al abuelo Chala que nos protege desde lejos. Él ya hizo la curación para todas las comunidades sionas y ahora ya estamos protegidos (conversación con la abuela, febrero de 2018).
La transmisión del poder del abuelo Chala21 a los aprendices de la ceremonia del yajé (los i´ti baaiquë) y la negociación con los espíritus de la selva (animales, plantas, ríos), no representan una simple transmisión de saberes, ya que implican interrelaciones o alteridades biocósmicas22 (Guerrero, 2018), donde se llega a acuerdos para perpetuar la vida. En la ceremonia del yajé (ayahuasca), el poder del abuelo permite proteger la vida de todos los sionas a través de la sabiduría que las plantas sagradas le ofrecen para conectarse con los demás seres y negociar el acceso a pesca, caza y curaciones.
Así, en la vida económica de los sionas, el dinero, los bienes, las especies, los valores y sabidurías se convierten en un elemento a ser intercambiado entre todos para reafirmar sus características de seres recolectores. El intercambio de los sionas se encuentra en una relación compleja y variada con el dinero con el cual convive, y con su territorio donde se producen y se sostienen estos intercambios.
Afirmo que la relación entre territorio y economía va más allá de la noción de homo economicus, que sostiene una visión capitalista de la vida y reproduce visiones dicotómicas entre economía material y simbólica, o donde se entiende a la economía desde la acumulación económica, el gasto o el ahorro. La economía de los sionas no puede ser entendida desde aquellos estudios como los de Scoot (1994) o Nash (1979), según los cuales la convivencia entre el dinero y las formas tradicionales de intercambio de las poblaciones indígenas han sido entendidas como el resultado de ciertas imperfecciones de los “mercados subdesarrollados”, y donde la economía global capitalista ha penetrado en la economía campesina e indígena (Ferraro, 2018: 68). Tampoco la economía de los sionas puede ser entendida como una mixtura entre transacciones monetarias y no monetarias como una de las contradicciones que caracterizarían “la integración incompleta de América Latina en el mercado mundial” (Nash en Ferraro, 2018: 68).
El primer paso para entender la economía siona es no pasar por alto los vínculos que guarda con parámetros culturales e históricos concretos (Narotzky, 2004). El proceso de monetarización de los sionas es complejo y está impregnado de elementos sociales, simbólicos y culturales de los sionas. Como mencionan Parry y Blonch (1989), la importancia del intercambio monetario y del mercado ha sido subestimada en el análisis etnográfico de las economías precapitalistas, razón por la cual es importante analizar los procesos históricos de monetarización en las sociedades indígenas amazónicas dentro de dinámicas de colonialidad, lo que implica entender las relaciones entre territorio y economía.
Las poblaciones indígenas cuyos territorios están dentro de procesos extractivistas, como sucede con los sionas, no son sujetos disciplinados y dóciles condenados a relaciones de dependencia y sumisión (Colleoni, 2004). Más bien han desarrollado mecanismos diversos de permanencia, de cambio cultural y de resistencia cultural. Pero esto no quiere decir que no se reconozcan las relaciones asimétricas con tentativas de continuar la colonialidad. Aun así, se mantienen y se reproducen efectos contradictorios que se expresan en el cambio y en la permanencia cultural.
Los intercambios que se presentan entre los sionas implican bienes, así como dinero, con precios establecidos en términos monetarios o no. Los precios en los intercambios son el resultado de las relaciones que se dan entre quienes participan en la negociación. Los intercambios que realizan los sionas prestan atención tanto a los bienes intercambiados como a la relación entre los socios comerciales (Mauss, 1923), pero además involucra un sistema de recolección para generar abundancia familiar y comunal.
A mi modo de ver, la red de transacciones refuerza las relaciones de los sionas con los otros, pero también tiene relaciones ambiguas. Los acuerdos incluyen no sólo el precio sino la modalidad específica de pago, ya sea en dinero, animales o bienes, o una combinación de estos elementos, así como el tiempo de pago, que muchas veces es incierto, pero también la necesidad de “recolectar” a través del pedir dinero o especies a cualquier persona.
En los intercambios que realizan, los sionas mezclan muchos elementos, no únicamente aquellos relacionados con la negociación de costo/valor o precio de los productos intercambiados. Los sionas tienen intereses diferentes y recurren a significaciones que van más allá de las cuestiones monetarias o estrictamente económicas de acumulación futura. Existen valores mercantiles y simbólicos, asociados a los dominios de la familia y su territorio, que se entrelazan y que son primordiales ante la acumulación de dinero. Como escribe Magdalena Villarreal (2010), las decisiones para la recolección del dinero o de bienes están sujetas a la influencia de las relaciones culturales, sociales, y emocionales en las que interactúan. Y en esta conjunción, su airo (selva) es determinante en la vida económica de los sionas, lo cual implica una suerte de sustento de alimentos, fuente de ingresos monetarios, relaciones de alteridades con los no humanos (espíritus) que permiten un bienestar futuro.
Los sionas del Aguarico, si bien aspiran a tener ríos limpios, no contaminación en su territorio, y a la continuidad de sus prácticas identitarias, también esperan un futuro donde puedan acceder a ingresos económicos que no implique detener su autoabastecimiento desde su propia selva. La petición-recolección plantea un control sobre el manejo de sus recursos económicos y no económicos sin una idea de capitalización; aunque ciertamente los sionas aspiren a tener dinero, no lo capitalizan sino que lo consumen bajo sus propias prácticas culturales asociadas a un bienestar común.
Finalmente, considero que el aferrarse a sus ritos y formas de vida es una resistencia al capitalismo y a las ideas de progreso. Con esto no quiero decir que rechacen todo lo que implica el capitalismo, sino que hacen su particular apropiación sin dejar que trastoque sus formas de vida. Resistir implica resignificar sus propias formas de economía dentro de un proceso global, lo que determina su subsistencia de futuro.
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María Fernanda Solórzano Granada es doctora en Ciencias Sociales con especialización en Antropología Social por el Centro de Investigaciones en Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas-Occidente); maestra en Ciencias Sociales con orientación en Desarrollo Sustentable por la Universidad Autónoma de Nuevo León (uanl); licenciada en Comunicación Social para el Desarrollo por la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador. Ha abordado diferentes problemáticas sociales asociadas a identidades y politicidad juvenil indígena y su relación con el territorio, extractivismo y desarrollismo en territorios amazónicos del Ecuador. Tiene experiencia en trabajos de investigación colaborativa con niñas, niños y jóvenes indígenas en la Sierra y Amazonía ecuatoriana. Actualmente trabaja como técnica especialista con la Organización de la Nacionalidad Indígena Siona del Ecuador (onise) para la Actualización del Plan de Vida.