Recepción: 15 de enero de 2025
Aceptación: 20 de enero de 2025
Profesora-investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México, desde 2015; licenciada en Economía, maestra en Demografía y doctora en Estudios de Población. Miembro del sni y de redes de investigación en migración, familia y trabajo, y de grupos de acompañamiento a personas migrantes. Su investigación se centra en los vínculos entre migración y trabajo desde una perspectiva sociodemográfica, con metodologías cuantitativas y cualitativas. Desarrolla temas particulares como movilidades y migraciones transfronterizas entre México y Guatemala; migraciones internacionales en América Latina, particularmente en la región mesoamericana; flujos migratorios e integración de migrantes en México; familia, trabajo y género. Fue responsable de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Sur de México (Emif Sur) de 2005 a 2008; y desde 2019 es miembro del Proyecto sobre Migración Mexicana/Mesoamericana (mmp) y Latinoamericana (lamp-enir), proyectos de El Colegio de México y la Universidad de Brown.
En los últimos años la migración venezolana hacia múltiples países latinoamericanos ha convertido a algunas ciudades de la región en lugares de tránsito y estancia migratoria. El objetivo del artículo es mostrar el aporte metodológico y empírico de la Etnoencuesta de inmigración reciente en contextos de acogida latinoamericanos (lamp-enir 2021), enfocada en conocer las condiciones de vida e historia migratoria, laboral y social de las personas que llegan a un país. Los retos y ventajas de un proyecto interdisciplinario, longitudinal y multinivel para acceder a poblaciones migrantes en una ciudad se discuten y se visibilizan a través del análisis de venezolanos en San José, Costa Rica, donde los ajustes familiares, las redes sociales y el proyecto migratorio son ejemplos de la complejidad migratoria pocas veces mostrada en censos y encuestas.
Palabras claves: : venezolanos, etnoencuesta, inmigración, metodología, redes sociales
between transit and settlement: the ethnographic survey as a methodological tool for the study of recent venezuelan immigration to costa rica
In the last few years, Venezuelan immigration has turned certain cities into places of transit and clustering in multiple countries across Latin America. This article lays out the methodological and empirical contributions of the recent lamp-enir ethnographic survey on immigration, which assesses living conditions and the migratory, work, and social history of immigrants arriving to a given country. It delves into the use of an interdisciplinary, longitudinal, multi-level survey to reach migrant populations in a city through and the challenges and advantages of such a project. Specifically, the analysis focuses on Venezuelans in San Jose, Costa Rica, capturing the complexities of changing family configurations, social media, and the reception of immigrants in a way rarely achieved in censuses or surveys.
Keywords: Venezuelans, methodology, immigrants, ethnographic survey, social media.
Hasta el siglo xx, las migraciones internacionales en América Latina se caracterizaban por movilidades altamente concentradas en forma de patrones regionales, como el Cono Sur o Mesoamérica, y entre países vecinos, como México-Estados Unidos, Colombia-Venezuela o Nicaragua-Costa Rica. En las últimas dos décadas se ha observado un cambio en los movimientos migratorios latinoamericanos al incorporarse, de manera constante y con mayor intensidad, los desplazamientos de personas de Sudamérica hacia el norte del continente, hacia otros países sudamericanos no tradicionales y a países centroamericanos que se convirtieron en tránsito y destino migratorio. Las actuales migraciones latinoamericanas son motivadas por los efectos negativos de eventos naturales, crisis políticas y económicas, así como la violencia social en los países de origen; ejemplo de ello es el inusitado crecimiento de la emigración haitiana, venezolana, ecuatoriana e incluso extracontinental, como la africana y asiática, que se movilizan desde América del Sur hacia países de América Central y Norteamérica.
Desde 2015, uno de los flujos migratorios de mayor visibilidad en Latinoamérica ha sido el venezolano; de acuerdo con Leonardo Vivas y Tomás Páez (2017) y Anitza Freitez (2019), en 2013 iniciaron importantes cambios políticos, económicos y sociales que provocaron una crisis generalizada en el país durante 2015, caracterizada por inestabilidad política y económica, que motivó la salida de millones de personas en búsqueda de un mejor lugar para vivir.1 Según la Plataforma de Integración para Refugiados y Migrantes de Venezuela (2023), 7.7 millones de venezolanos se convirtieron en migrantes y refugiados en el mundo, representando el 22.8% de la población nacional, estimada por el Instituto Nacional de Estadística (ine, 2013), en 33.7 millones para dicho año. La mayoría de los venezolanos migraron a países de América Latina y el Caribe (6.5 millones), en especial a Colombia, Perú y Brasil. En Centroamérica, Panamá es el principal país de recepción de migrantes venezolanos, seguido de Costa Rica, por la doble condición de ser países de tránsito en el corredor migratorio latinoamericano sur-norte con destino hacia Estados Unidos, y por haberse convertido en países de destino.2
Costa Rica ha sido históricamente un país de inmigración centroamericana, en su mayoría de población nicaragüense;3 pero, en los últimos cinco años, se ha consolidado como un país de tránsito de migrantes que llegan por Panamá, a través de la región selvática del Darién, límite entre América Central y América del Sur. De acuerdo con los datos del gobierno de Panamá (oim Costa Rica, 2023), en la Estación Temporal de Recepción Migratoria (etrm) de Los Planes (Gualaca), fronterizo con la localidad de Paso Canoas, entrada a Costa Rica, en 2021 se registraron 126 mil salidas/entradas de migrantes entre Panamá y Costa Rica, con un incremento sustantivo a 226 000 salidas/entradas en 2022; en ambos años, una gran parte de las personas que ingresaron por el Darién fueron venezolanos (56 y 63%, respectivamente).
En octubre de 2022, el gobierno de Costa Rica activó una ruta de autobuses desde su frontera sur con Panamá hacia la frontera norte del país con Nicaragua, para dar fluidez a la movilidad de personas migrantes cuyo interés solo era cruzar el territorio costarricense.4 La mayoría de las personas que pasan por Costa Rica se encuentran en situación migratoria irregular; aquellas con pocos o nulos recursos económicos utilizan el transporte local ofrecido por el gobierno costarricense o se movilizan por las rutas locales que llegan a la frontera norte con Nicaragua y generalmente pasan por la Gran Área Metropolitana de San José (capital).
De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (oim) Costa Rica (2023), a pesar de que el 84% de las personas migrantes encuestadas en la frontera Costa Rica-Panamá indicaron que planeaban quedarse en Costa Rica un día o solo algunas horas (aquellos que utilizaron el transporte del gobierno costarricense), alrededor del 15% se queda más tiempo en el país. A ellos se suman los que tenían como destino final este país y los migrantes varados como consecuencia de la incertidumbre político-migratoria entre los gobiernos de Estados Unidos, Venezuela y los países por los que deben transitar para llegar a Norteamérica: Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y México. Ante este panorama, el perfil migratorio de las personas en Costa Rica es diverso: algunos en situación irregular en tránsito por el país, personas solicitantes de protección internacional, refugiados, migrantes regularizados con residencia temporal o permanente y en categorías migratorias especiales.5 Ante este escenario migratorio, la oim Costa Rica (2023) calcula que en dicho país residen aproximadamente 300 000 venezolanos; aunque estima que el 2% se encuentra en situación migratoria irregular, la mayoría tendría un estatus migratorio regular: 32% solicitantes de refugio, 12% solicitantes de un estatus migratorio diferente, 10% residentes temporales o permanentes y el resto en otros estatus.
Es común que las personas migrantes que permanecen en Costa Rica se establezcan en ciudades de las fronteras sur y norte del país, así como en la capital y su área metropolitana; algunas llegan a albergues o alojamientos independientes, mientras que otras viven en situación de calle. Dependiendo del tiempo de estancia en Costa Rica y del interés en continuar el viaje migratorio o asentarse en el país, se requerirá de acceder a necesidades básicas como alimentación, hospedaje, trabajo, regularización migratoria, entre otras. En estas recientes dinámicas migratorias, la cuantía de personas venezolanas en movimiento es tan relevante como la llegada y la estancia en el país, lo que ha convertido a diversas ciudades latinoamericanas en lugares de paso, de establecimiento temporal o en destino definitivo.
Las tradicionales fuentes de información sobre los procesos migratorios en Latinoamérica no permiten dar cuenta de las experiencias mencionadas; por ello se hace necesario activar formas novedosas de registro de información para la creación de conocimiento sobre los actuales flujos migratorios latinoamericanos. Los censos y encuestas de población, así como los registros migratorios administrativos existentes son insuficientes para conocer los montos y experiencias de los migrantes de reciente llegada, por la temporalidad de su aplicación, la representatividad de la diversidad de poblaciones en movimiento (tránsito, estancia y residentes) y las temáticas indagadas.
En este escenario, el objetivo del presente artículo es mostrar la metodología y resultados de una fuente de información novedosa y actualizada denominada Etnoencuesta de inmigración reciente en contextos de acogida latinoamericanos (lamp-enir 2021) que recopila información sobre procesos migratorios a través de la combinación de una encuesta con representatividad estadística que utiliza estrategias de campo antropológicas, sociológicas y demográficas. La primera sección refiere al aporte metodológico de la Etnoencuesta, caracterizada por ser interdisciplinar, multinivel y longitudinal retrospectiva, con un muestreo específico para poblaciones de difícil acceso como son las personas migrantes en un lugar de destino. En la segunda sección, a fin de mostrar los alcances de la Etnoencuesta se presenta un análisis del proceso de establecimiento de migrantes venezolanos en San José, Costa Rica, a partir de temas como los ajustes familiares, las redes sociales en la migración según el tipo de necesidad y nacionalidad de las personas con las que convive; así como la participación sociocultural local durante su estancia en ese país. Este caso empírico permite mostrar la complejidad de la actual movilidad humana en Latinoamérica y emitir algunas reflexiones finales respecto a los aportes de la Etnoencuesta y los retos pendientes para el conocimiento de las migraciones internacionales recientes.
En el actual escenario de necesidades de información sobre los flujos migratorios en la región latinoamericana, conocer la historia migratoria, laboral y familiar, así como las condiciones de vida de las personas migrantes que arriban a ciudades latinoamericanas fue el propósito de la Etnoencuesta lamp-enir, llevada a cabo en Colombia, Chile y Costa Rica por académicos de diversas universidades,6 ante los destiempos de información reciente en los censos y encuestas de los países de destino7 y la información insuficiente en los registros migratorios administrativos de los países de tránsito y destino. Dicha encuesta se llevó a cabo entre noviembre de 2021 y marzo de 2022, en cinco ciudades latinoamericanas: Barranquilla, Cúcuta y Santa Marta (Colombia); Santiago (Chile) y San José (Costa Rica), dirigida a tres comunidades de migrantes: venezolanos en las cinco ciudades, nicaragüenses en Costa Rica y haitianos en Chile.
La etnoencuesta o encuesta etnográfica, a diferencia de una encuesta tradicional, fue desarrollada como un proyecto cuantitativo y cualitativo desde la sociología y la antropología por Douglas Massey, Rafael Alarcón, Jorge Durand y Humberto González en 1987, para estudiar la emigración mexicana desde las comunidades de origen. De acuerdo con Massey y Chiara Capoferro (2006: 278-279):
la idea básica que subyace en la etnoencuesta es que los procedimientos cualitativos y cuantitativos se complementan entre sí y que, combinados adecuadamente, las debilidades de uno se convierten en las fortalezas del otro, lo que produce un corpus de datos con una mayor confiabilidad y validez interna de lo que sería posible lograr si se utilizara uno solo de estos métodos. Mientras que los sistemas de encuesta producen datos cuantitativos confiables para el análisis estadístico, la generalización y la replicación, al garantizar un rigor cuantitativo, pierden profundidad histórica, riqueza de contexto y el atractivo intuitivo de la vida real. Los estudios etnográficos, en contraste, captan la riqueza del fenómeno estudiado. Es una técnica de método múltiple de recolección de datos que aplica simultáneamente los métodos etnográficos y de encuesta dentro de un solo estudio.
La etnoencuesta y su aplicación son un método para el estudio de una temática y población específica, base del Proyecto sobre Migración Mexicana (Mexican Migration Project, mmp, iniciado en 1987) y adecuada para la realidad latinoamericana a través del Proyecto sobre Migración Latinoamericana (Latin American Migration Project, lamp, desde 1998).8 De acuerdo con Massey (1987), la metodología del mmp se basa en cinco aspectos: el uso de una etnoencuesta (cuestionario ad hoc); tener una muestra representativa de migrantes en varias comunidades de origen; contener datos multinivel; contar con historias de vida de las personas migrantes internacionales, y tener una muestra representativa de hogares en las comunidades de origen elegidas y una muestra no representativa de migrantes establecidos en Estados Unidos (destino migratorio).
En la segunda década del siglo xxi, la etnoencuesta fue adaptada para estudiar a migrantes internacionales en ciudades de llegada o acogida, es decir, el cuestionario y la estrategia metodológica fueron modificados de una perspectiva de lugar de origen a una de lugar de destino. El primer levantamiento de información desde esta nueva perspectiva, denominado Etnoencuesta de inmigración reciente (enir), se aplicó en 2018 en Montevideo, Uruguay, con el propósito de conocer la experiencia migratoria de migrantes de Cuba, República Dominicana, Perú y Venezuela en dicha ciudad latinoamericana.9 Tres años después, la enir se llevó a cabo en Colombia, Costa Rica y Chile (lamp-enir 2021) a migrantes venezolanos, nicaragüenses y haitianos, como se señaló anteriormente. Para la selección de los países de destino, las ciudades de estudio y las comunidades migrantes se utilizó el criterio de altos índices de inmigración internacional reciente (mayores al 5% respecto a la población nacional); dicha estrategia permitiría aprovechar (metodológicamente) la aglomeración de personas migrantes en un mismo territorio y visibilizar las ciudades latinoamericanas como territorios de inmigración reciente, distintos a los tradicionales flujos de migración sur-norte cuyo destino principal es Estados Unidos.
Adoptar una perspectiva de migración desde los lugares de destino implicaba diversos retos; quizás el más importante haya sido el desarrollo de una estrategia metodológica para ubicar y dialogar con personas migrantes internacionales. Los retos adicionales fueron ajustar el cuestionario a temas pertinentes desde una perspectiva de inmigración y mantener la comparabilidad de la información entre ciudades y comunidades de migrantes a través información multinivel (individuo, familia, ciudad y país).
Respecto a la estrategia metodológica, la labor de estimar una muestra representativa de los inmigrantes establecidos en una ciudad fue un reto estadístico y social. Como señalan Massey y Capoferro (2006: 284), en el marco del mmp, “la principal dificultad estriba en la construcción de un marco muestral que incluya a todos los que emigran de una comunidad, dado que, por lo general, están dispersos en una gran cantidad de pueblos y ciudades, tanto en el país [de salida] como en el extranjero”. A pesar de que en lamp-enir 2021 se seleccionaron algunas de las ciudades y países latinoamericanos con los más altos índices de inmigración internacional reciente, persiste la dificultad de identificar y acceder a la diversidad de personas migrantes por las siguientes razones:
lamp-enir 2021 respondió a dichos retos creando una muestra intencional de personas migrantes contactadas en las ciudades de llegada, la que considera los diversos perfiles migratorios y logra un número suficiente de entrevistados para permitir inferencias estadísticas, representativas de cada comunidad migrante. Para ello se utilizó un Muestreo por Cadena de Referencia o Guiado por el Informante10 (Respondent Driven Simpling, rds) que, de acuerdo con Douglas Heckathorn (1997), fue diseñado para reclutar informantes cuando no se cuenta con un marco muestral o resulte difícil acceder a la población objetivo, como fue el caso de las personas migrantes en condición migratoria irregular, aquellas que se encontraban en una situación de vulnerabilidad o con residencia dispersa en la ciudad o en el área metropolitana de la capital latinoamericana.
El “Informe de resultados” de lamp-enir 2021 (Giorguli et al., 2023: 12) señala que “El rds se estructura como una cadena de encuestados que comienza con un número limitado de informantes, llamados ‘semillas’, los cuales proporcionan referencias de otros posibles encuestados, que a su vez proporcionan nuevas referencias”. En lamp-enir 2021 se activaron personas migrantes “semillas” que fueron actores sociales con amplias redes en la comunidad migrante de interés, como sería un miembro de una organización social, comunitaria o religiosa, o el presidente de algún club de migrantes. En cada comunidad migrante (venezolana, haitiana y nicaragüense) de cada ciudad latinoamericana, las “semillas” refirieron a tres personas migrantes conocidas y ellas, a su vez, sugirieron a otras tres personas y así sucesivamente; de esta manera, cada nueva persona migrante contactada se convertía en informante y en reclutador.11
Es así como el rds combina el muestreo por bola de nieve con un modelo matemático que permite crear un ponderador de la muestra para cada comunidad migrante por ciudad (Giorguli et al., 2023: 13). La muestra de lamp-enir 2021 está conformada por 1 400 personas inmigrantes entrevistadas (1 000 venezolanos, 200 haitianos y 200 nicaragüenses) residentes en las cinco ciudades latinoamericanas de acogida elegidas.12
La adopción de un muestreo rds también tenía como propósito asegurar la heterogeneidad de los perfiles sociodemográficos y migratorios dentro de cada red de informantes; para ello se monitoreó y buscó el mayor número de “olas” (sucesión) de nuevos referidos para asegurar una mayor diversidad de perfiles migratorios (“profundidad” de la red). La calidad del muestreo se evaluó a partir de diversos indicadores: i) la homofilia, que es la preferencia de una persona específica (denominada “ego”) para dar referencias de individuos similares a ella, lo que permite medir la similitud entre el informante y el referido (se utilizaron las características de sexo y nivel educativo como variables de control); ii) la reciprocidad entre el informante y quien dio su referencias, es decir, contar con información de que se conocían mutuamente y, por lo tanto, son parte de la misma red social; y iii) la profundidad necesaria de las cadenas de referencia para evaluar qué tanto las características de la muestra obtenida se distancian de las características de la muestra inicial (“semillas”) (Giorguli et al., 2023).
Es así como la estrategia metodológica utilizada permitió el objetivo central de “contribuir con la producción de información estadística de calidad sobre las condiciones de vida, las trayectorias biográficas, los procesos de integración a los lugares de destino, las aspiraciones y planes futuros de la población inmigrante en ciudades latinoamericanas de acogida” (Giorguli et al. 2023: 8). La Etnoencuesta es, por lo tanto, un instrumento y un método de acercamiento a la realidad de tipo longitudinal-retrospectivo y actual, que permite conocer la trayectoria migratoria, laboral y social de las personas migrantes y sus familiares a lo largo de su vida; por ello, incluye información de antes de emprender el viaje, al llegar a la ciudad de estudio (el primer año), en periodos específicos (como en la pandemia de covid-19) y al momento de la aplicación de la etnoencuesta.
Como señalan Massey y Capoferro (2006: 282), respecto a la metodología lamp-enir, “aunque los individuos pueden constituir las unidades de análisis, sus decisiones se realizan típicamente en contextos sociales y económicos más amplios, los cuales estructuran y limitan las decisiones individuales”; en consecuencia, lamp-enir 2021 mantiene el propósito de ser una fuente de información multinivel. La Etnoencuesta recopila los siguientes datos: i) los individuos, que incluye a las personas migrantes internacionales entrevistadas y a los integrantes de su unidad familiar (sean o no migrantes, independientemente de su lugar de residencia); además, se tienen registros año-persona para dar cuenta de la historia de vida de las personas migrantes informantes; ii) a nivel de hogar y vivienda de las personas migrantes; y iii) a nivel de ciudad y país de estudio (ciudades y países latinoamericanos); a través de la compilación de indicadores sociodemográficos, económicos, laborales y urbanos que permiten contextualizar los lugares en donde se desarrolla la experiencia migratoria de las personas entrevistadas. Estos múltiples niveles de observación de la migración internacional permiten plantear y estimar modelos explicativos multinivel.13 Finalmente, desde una perspectiva de inmigración, lamp-enir 2021 contiene información sobre inclusión laboral, educativa, de salud, residencial y social en la ciudad de destino.
Con el propósito de mostrar los alcances de la Etnoencuesta, a continuación se presenta un análisis empírico de las personas migrantes venezolanas en San José, Costa Rica, encuestadas en lamp-enir 2021, a través de algunos indicadores seleccionados que permiten conocer el perfil poblacional y la experiencia migratoria en territorio costarricense.14
A continuación se presenta una selección de características sociodemográficas y de la experiencia migratoria internacional de las personas venezolanas residentes en San José, Costa Rica, en 2021, desde una perspectiva micro y meso social.
Las personas migrantes no son sujetos aislados, sino que forman parte de grupos sociales más amplios, como es la familia o la comunidad. Con esta idea base, reconstruyo la estructura de la familia a la que pertenece cada persona migrante venezolana informante a partir de la relación de parentesco (cónyuge, hijo u otro familiar), considerando el país de residencia en el que se encuentra cada familiar y el país de nacimiento. Estos elementos permiten identificar la existencia de familias completas emigrantes, familias transnacionales (al menos entre dos países) y familias con integrantes en un tercer país (distinto al de origen y a Costa Rica); todas ellas con o sin lazos y responsabilidades familiares.
En San José, Costa Rica, se entrevistaron a 200 personas migrantes venezolanas quienes, después de identificar a los integrantes de su familia, dieron un total de 626 personas, incluyendo al informante. Como puede observarse en la Gráfica 1, el 90% tiene un parentesco de tipo nuclear (34% informante, 17% cónyuge y 37% hijo/a) y solo el 10% tiene una relación de parentesco de tipo ampliada o compuesta (padre, hermano, sobrino, tío y/o abuelo, entre otros). Además, aunque la mayoría de los familiares declarados son personas nacidas en Venezuela, el 9% nació en Costa Rica, cuya relación de parentesco es cónyuge, hijo u otro familiar como cuñado, nieto y suegro (1, 7 y 1%, respectivamente); estos indicadores permiten mostrar la transición o conformación de familias binacionales en las ciudades latinoamericanas de destino, como San José. En estas familias venezolanas-costarricenses sería interesante indagar experiencias diferenciadas en el acceso a la educación, atención médica o al trabajo ante la diada nacional-extranjero de cada integrante de la familia.
Aunque la mayoría de las personas indican vivir en el mismo hogar que el informante migrante (86%), existe una pequeña proporción que vive en otra colonia o ciudad en Costa Rica (4%), otra que se quedó viviendo en Venezuela (8%) y, finalmente, una que vive en un país distinto a Costa Rica y Venezuela (2%). Esta información muestra que en una de cada diez familias venezolanas hay indicios de familias transnacionales. Esta estructura familiar revela la diversidad de situaciones familiares que experimentan las personas migrantes internacionales: separaciones, reunificaciones o emigraciones conjuntas que mantienen o diluyen el núcleo familiar, la creación de nuevas familias o la circunstancia de mantenerse sin familiares (hogares unipersonales); dichas situaciones familiares pueden ser etapas de un mismo proceso migratorio-familiar a lo largo del tiempo de exposición a la migración internacional.
Un indicador sociodemográfico representativo de la etapa de vida en la que se encuentran las personas, en este caso aquellas vinculadas a procesos migratorios, es la distribución de la población por grupo etario y sexo. Como se puede observar en la pirámide poblacional (Gráfica 2), la estructura poblacional de la comunidad migrante venezolana en Costa Rica refiere a una población con un perfil diverso, compuesto por menores de edad, personas en edad laboral y adultas mayores, una estructura alejada de un perfil migratorio-laboral (que usualmente prevalece) y consistente con procesos migratorios generalizados y producto de un amplio tiempo de exposición a la emigración. Desde el país de llegada, esta diversidad etaria permite aproximarse a las necesidades de la comunidad migrante de arribo, diferenciando entre edad y sexo, como podrían ser necesidades educativas, laborales y de salud. Es de destacar que sobresale una alta proporción de niñas y niños de edades de 0-4 años nacidos en Costa Rica, con una mayor prevalencia entre las mujeres que en los varones (85 y 73%, niñas y niños costarricenses, respectivamente).
En la vida cotidiana, la mayoría de las niñas, niños y adolescentes venezolanos asisten a la escuela, y no hay registros de menores de edad incorporados al mercado laboral costarricense. En la Gráfica 3 puede verse que la actividad central de la población joven es el trabajo remunerado y que casi todos los varones se encontraban trabajando (91%), mientras que solo el 69% de las mujeres lo estaban. Es de destacar que entre los jóvenes venezolanos de 18 a 29 años aún existen personas que declaran ser estudiantes, tanto entre las mujeres como en los varones. En contraste con la principal actividad de los varones, una parte importante de las mujeres venezolanas se desempeñan como amas de casa, mostrando la prevalencia de roles de género tradicionales.
Para una gran proporción de personas en edad laboral, la incorporación al mercado laboral es una necesidad esencial para la obtención de recursos para la vida diaria. Entre los trabajadores, solo una pequeña proporción de venezolanos eran profesionistas (5% contaba con educación superior), la mayoría tenía al menos un año de educación media (53% la había concluido y 10%, no) y un tercio contaba con educación básica (29% concluida y 3% no concluida). Con base en dichos niveles educativos, se puede señalar que, a pesar de que más de la mitad de las personas contaban con estudios mayores a los niveles educativos básicos, es una comunidad migrante con diversidad educativa.
En términos laborales, los migrantes venezolanos varones desempeñaban diversos tipos de trabajos: conductores de transporte (26%), profesionistas (15%), funcionarios públicos, privados o sociales (11%); trabajadores en mantenimiento (10%), comerciantes y agentes de ventas (10%) y trabajadores en establecimientos (8%). Por su parte, las mujeres se desempeñaban principalmente como comerciantes y agentes de ventas (22%), trabajadoras administrativas (14%), vendedoras ambulantes (11%), trabajadoras domésticas (10%) y trabajadoras en establecimientos (9%). Es relevante señalar que la mitad de los profesionistas laboraban como trabajadores administrativos, comerciantes, agentes de ventas o vendedores ambulantes, ocupaciones de baja calificación al considerar el nivel educativo alcanzado; dicha característica es común entre las personas migrantes de reciente llegada a un país, particularmente cuando no se cuenta con un documento migratorio que permita el desempeño de una actividad económica remunerada o se requiera de un comprobante educativo que avale la profesión.
Con base en la población venezolana registrada en lamp-enir 2021, el migrante más antiguo arribó a Costa Rica en 1996 y solo el 5% de los entrevistados llegaron entre dicho año y 2014. El año 2015 es icónico en la inmigración venezolana a Costa Rica, pues marcó el inicio del flujo de venezolanos al país. Como se observa en la Gráfica 4, el punto más alto de la inmigración venezolana ocurrió entre 2017 y 2018 cuando llegó el 45% de todas las personas entrevistadas. El periodo entre 2019 y 2022, a pesar de mostrar una tendencia a la baja en la inmigración, representa un tercio de las llegadas de venezolanos a territorio costarricense; es preciso señalar que dicho decremento en la inmigración no significa una disminución en el tránsito de venezolanos por el país, el cual continuaba de manera persistente. El patrón migratorio venezolano observado en Costa Rica coincide con las tendencias internacionales de dicho flujo migratorio a otros países latinoamericanos.
De acuerdo con los datos de lamp-enir 2021, para el 89% de las personas migrantes venezolanas entrevistadas el viaje a Costa Rica fue su primera migración internacional.15 Como se ha mostrado al inicio de este trabajo y en diversos estudios sobre la migración venezolana, la migración familiar (unidades familiares completas o incompletas) ha sido una forma de movilidad internacional. La Etnoencuesta registra que el 99% de los menores migrantes venezolanos viajaron acompañados, que el 27% de las madres y el 12% de los padres de los migrantes informantes habían migrado a Costa Rica, mostrando indicios de la existencia de redes migratorias familiares generacionales.
Una ventaja de lamp-enir 2021 es la recopilación de la experiencia migratoria en el tiempo. Un ejemplo de ello es la condición migratoria de las personas al llegar a un país y al cabo de un tiempo, hasta el momento de la entrevista. La hipótesis más común al respecto es que una persona experimenta cambios en la situación migratoria de una condición irregular a una regular con el paso del tiempo. Como se muestra en la Gráfica 5, la mayoría de las personas venezolanas residentes entrevistadas en territorio costarricense señalaron haber llegado al país de manera regular, con documentos como un pasaporte de turista o un pasaporte sin el visado correspondiente; sin embargo, una vez que el tiempo transcurre, la condición migratoria se modifica en diversas direcciones, hacia solicitudes de refugio o asilo, peticiones de residencia, adscripciones en programas únicos o excepcionales de permisos de residencia temporal. Sin embargo, es preciso decir que algunas personas continúan su estancia en el país con un pasaporte de turista e incluso transitan hacia una situación migratoria irregular o indocumentada al culminar la validez de un documento migratorio previo.
lamp-enir 2021 es una de las pocas fuentes de información que visibiliza la coexistencia de poblaciones migrantes en situación migratoria regular e irregular, así como la diversidad de formas migratorias utilizadas por las personas a lo largo de la experiencia migratoria. Es importante señalar que dicha condición está relacionada con las acciones y programas migratorios que adopta cada país de arribo, y que una condición migratoria regular permite a las personas migrantes acceder a recursos, servicios y derechos que permiten satisfacer necesidades esenciales durante la estancia o residencia permanente: vivienda, trabajo remunerado, asistencia médica, incorporación escolar, entre otros. Por ello, cualquier forma de regularización migratoria abona a la disminución de inseguridades y vulnerabilidades en el territorio de llegada.
La salida del país, el tránsito y la llegada a un nuevo país son momentos icónicos que marcan la experiencia migratoria internacional de las personas. Durante el “tiempo expuesto a la migración internacional”, entendido como el lapso que ha durado el proceso migratorio (número de años, por ejemplo) desde la salida del país de origen hasta el presente, las condiciones de viaje y de vida cambian y dependen de los recursos con los que cuente la persona en movimiento. En esa experiencia migratoria la elección del país al cual migrar suele determinarse por la experiencia migratoria previa, por la experiencia migratoria ajena (familiares, amigos o paisanos) e, incluso, irse definiendo en el viaje migratorio. De la misma manera, los vínculos o redes sociales moldean la experiencia migratoria en la búsqueda de un lugar para descansar o vivir, en el acceso a alimentos, atención médica, regularización migratoria, el conocimiento de la ciudad, entre otros.
De acuerdo con lamp-enir 2021, el 80% de los migrantes informantes y sus cónyuges se apoyaron en alguna red social al llegar a Costa Rica para acceder a un alojamiento, mientras que el 90% lo hizo para obtener algún apoyo económico cuando se necesitó. Como se observa en la Gráfica 6, en ambas necesidades la principal red de apoyo es la familiar (32 y 37%, respectivamente), seguida de la red de paisanos (16 y 21%) y la red de amigos (10 y 18%); pero es de destacar que los empleadores también fungieron como un apoyo para la obtención de un alojamiento o de dinero cuando se necesitó (3 y 5%, respectivamente).16 Los datos muestran que el sostenimiento del apoyo a la comunidad venezolana está asentado en las relaciones familiares.
En la búsqueda de un trabajo es menor el apoyo recibido de una red social, comparado con las necesidades de alojamiento y apoyo económico a la llegada a Costa Rica; la mitad de los informantes y su cónyuge obtuvieron su actual empleo por su cuenta, mientras que la otra mitad lo obtuvo a través de redes de amistad (18%), de conocidos (11%) y familiares (11%), invirtiéndose el orden de importancia de las redes para alojamiento y apoyo económico. Asimismo, el 9% señaló utilizar otras estrategias como la búsqueda de empleo en anuncios de periódico, agencias de empleo, ir directamente a los espacios laborales o buscar en redes sociales como Facebook.
A pesar de que lamp-enir 2021 refiere a formas de búsqueda de trabajo que son excluyentes entre sí, otros trabajos han mostrado que las personas migrantes en las ciudades de destino activan diversas y combinadas formas de búsqueda de empleo (Nájera, 2022). Las redes sociolaborales recaen esencialmente en personas de la misma comunidad migrante venezolana (78%), seguido de personas nacionales-costarricenses (17%) y por último en personas migrantes de otros países de origen.
Uno de los usuales indicadores para dar cuenta del deseo de las personas migrantes de permanecer e incorporarse a un nuevo país son los vínculos que se tienen con las personas de la sociedad a la que se llega.17 lamp-enir 2021 indagó respecto a las redes laborales, de amistad y de pareja que mantienen las personas migrantes venezolanas en Costa Rica con los nacionales, con los migrantes de su propia comunidad y con migrantes de otras nacionalidades. Como muestra la Gráfica 7, las relaciones laborales son más comunes con personas costarricenses y las relaciones de amistad con personas de la misma comunidad migrante venezolana (73 y 89%, respectivamente); mientras que las relaciones de pareja también ocurren esencialmente entre migrantes venezolanos.
La interacción sociocultural entre personas migrantes y población local no solo ocurre a través de los vínculos o redes sociales, sino también de la participación de las personas en actividades culturales, en organizaciones sociales y en espacios comunitarios o religiosos. Aunque dichas formas de interacción social tienen una menor prevalencia que las redes sociales laborales, de amistad y de pareja, destaca la participación religiosa o en la comunidad como una importante forma de socialización local. Un hallazgo adicional es que existe un mayor porcentaje de migrantes con relaciones sociales y de participación local en Costa Rica entre los migrantes venezolanos que llevan más años residiendo en el país, en comparación con los migrantes de reciente llegada; este aspecto permite apoyar la hipótesis de que a mayor tiempo de estancia en un país, mayor inclusión sociocultural.
La Etnoencuesta muestra adicionalmente que existen redes sociales tanto en el país de llegada como con el país de origen. A pesar de que la mayoría de los venezolanos entrevistados señalaron que desde que emigraron no han vuelto a visitar su país de origen (93%), una proporción importante de ellos mantienen contacto con familiares o amigos en Venezuela de manera constante (63% diariamente y 31% semanalmente) y más de la mitad de los informantes y cónyuges informaron que envían remesas a los familiares en Venezuela (60%), las que suelen ser enviadas a la madre (44%), al padre (18%), a los hermanos (14%) o a los hijos (9%), quienes utilizan dichos recursos para la compra de alimentos (64%) y el pago de gastos médicos (27%). Es así que las redes sociales en la migración internacional son una dimensión de análisis que refiere no solo a las personas migrantes y sus familiares, sino a la comunidad local-nacional, a otras comunidades migrantes y a los familiares en el país de origen.
Para finalizar, en la experiencia migratoria las personas venezolanas entrevistadas en Costa Rica señalaron que las principales razones por las que salieron de Venezuela fueron por motivos económico-laborales (31%), asuntos políticos (28%), violencia e inseguridad en el país (17%), deseos de crecimiento personal (9%), por reagrupación familiar (7%), en búsqueda de algún tratamiento médico (4%) y otras.18 Estos datos permiten mostrar la diversidad de motivaciones y perfiles de personas migrantes internacionales que llegan a Costa Rica, cuya composición no es únicamente de migrantes económicos en búsqueda de un trabajo y un mejor nivel de vida, sino también de personas que requieren de protección internacional por persecución política, de reunificación familiar y de mejores servicios básicos como salud y educación.
Por otro lado, los informantes y cónyuges venezolanos señalaron haber elegido Costa Rica como su lugar de destino porque tenían redes sociales en el país (familiares o amigos) (25%), por ser un país tranquilo y seguro (22%), porque había oportunidades laborales (12%) y por su estabilidad política (7%), entre las motivaciones más relevantes.19 Resulta interesante que en la migración venezolana destacan razones políticas, de inseguridad y búsqueda de servicios o derechos básicos como causas para la movilidad internacional.
lamp-enir es una fuente de información que permite mostrar que en la migración internacional un proyecto migratorio puede cambiar en el tiempo por razones diversas y durante el tránsito hacia el lugar de destino planeado o estando en dicho país. La mayoría de los informantes y cónyuges venezolanos residentes en Costa Rica tenían como proyecto migratorio quedarse en dicho país (74%); sin embargo, como se muestra en la Gráfica 8, al paso del tiempo el 14% señaló su interés en migrar a otro país en los próximos tres años. Por su parte, entre aquellos que inicialmente no tenían interés en quedarse en Costa Rica (24%), el 10% continuaba con el deseo de migrar a otro país (migrantes en tránsito), pero el 16% cambió de opinión y había decidido establecerse ahí.
El análisis empírico de la comunidad migrante venezolana en San José, Costa Rica, aquí realizado da a conocer los retos de las experiencias migratorias internacionales latinoamericanas recientes que, a pesar de su aparente “juventud migratoria”, ha construido redes y vínculos sociofamiliares y de paisanaje (comunidad migrante) muy rápidamente en los últimos siete años de llegada constante de población venezolana al país. Adicionalmente, lamp-enir 2021 muestra la heterogeneidad de los perfiles sociodemográficos de quienes se mueven, de las motivaciones para hacerlo y de las formas de incorporación local en los lugares de llegada o destino (a través de la condición migratoria, las redes sociales, la participación local) con impactos en los proyectos migratorios, los que trastocan por el tiempo expuesto a la inmigración en Costa Rica y la experiencia migratoria vivida.
En el marco de las nuevas geografías de los flujos migratorios internacionales en América Latina, Costa Rica destaca por su actual carácter migratorio múltiple de país de tránsito de migrantes al ser un punto intermedio en el recorrido hacia Estados Unidos y de ser un sitio de establecimiento o destino migratorio por considerarse un territorio atractivo por las oportunidades y condiciones de vida para las personas venezolanas. Si bien Costa Rica ha sido históricamente un país de inmigración fronteriza nicaragüense, la migración venezolana (así como otras migraciones latinoamericanas, caribeñas e incluso extracontinentales) lo posicionó en un estado constante de país de tránsito y de inmigración en los últimos años. Los flujos migratorios que entran por la frontera sur Panamá-Costa Rica, vía el Darién, han moldeado un país que en la actualidad combina acciones (y reacciones) para la atención a personas en tránsito por su territorio, como el ofrecimiento de medios de transporte rápidos para cruzarlo, así como acciones para la integración de aquellas personas que se establecen en el país, a través de programas de regulación migratoria o apoyos para el establecimiento temporal desde el Estado o en conjunto con organismos internacionales como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (acnur) o con organizaciones de la sociedad civil.
La Etnoencuesta de inmigración reciente es un método de generación de información que combina un cuestionario longitudinal retrospectivo específico para dar cuenta del proceso inmigratorio con una metodología de acceso a poblaciones de difícil acercamiento, lo que contribuye a conocer y dar cuenta de la complejidad de las actuales movilidades humanas en Latinoamérica. Entre sus ventajas está contar con información actualizada y específica del proceso de inmigración que no ofrecen los censos y encuestas de población ni los registros administrativos, además de que permite visibilizar la heterogeneidad sociodemográfica y migratoria de las personas migrantes en movimiento. Adicionalmente, recopila información en diferentes momentos (a lo largo de la vida de la persona), territorios (origen, tránsito y llegada) y niveles de observación (migrantes, sus familiares, el hogar, la comunidad y el país), en la que el contexto es relevante para enmarcar la experiencia migratoria de las personas en movimiento.
Finalmente, encuestas como lamp-enir 2021 pueden convertirse en un insumo sustantivo para el diseño y fortalecimiento de políticas públicas para la atención de personas migrantes. Si bien la región centroamericana había sido históricamente un territorio con una dinámica migratoria propia intrarregional, actualmente es también un territorio migratorio incierto afectado por migraciones continentales y extracontinentales.
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Jéssica Nájera es profesora-investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México, desde 2015; licenciada en Economía, maestra en Demografía y doctora en Estudios de Población. Miembro del sni y de redes de investigación en migración, familia y trabajo, y de grupos de acompañamiento a personas migrantes. Su investigación se centra en los vínculos entre migración y trabajo desde una perspectiva sociodemográfica, con metodologías cuantitativas y cualitativas. Desarrolla temas particulares como movilidades y migraciones transfronterizas entre México y Guatemala; migraciones internacionales en América Latina, particularmente en la región mesoamericana; flujos migratorios e integración de migrantes en México; familia, trabajo y género. Fue responsable de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Sur de México (Emif Sur) de 2005 a 2008; y desde 2019 es miembro del Proyecto sobre Migración Mexicana/Mesoamericana (mmp) y Latinoamericana (lamp-enir), proyectos de El Colegio de México y la Universidad de Brown.