Fotografiar un proceso ritual: una aproximación a la agencia de las máscaras del Xantolo en la Huasteca Potosina

Recepción: 24 de marzo de 2024

Aceptación: 30 de abril de 2024

Resumen

Este ensayo fotográfico muestra la agencia que tienen las máscaras que se utilizan durante la fiesta de Xantolo o Todos Santos en Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. Se centra en hacer visibles las relaciones y prácticas rituales que existen entre las personas que forman parte del grupo de disfrazados del barrio de San José, se colocan como eje a las máscaras, que materializan a los muertos durante su paso en el mundo de los vivos. Dispuestas a manera de proceso, las fotografías hacen visible la capacidad de las máscaras de influir en las personas en el contexto ritual. El trabajo fotográfico que se presenta se realizó desde 2019 hasta 2023.

Palabras claves: , , ,

photographing a ritual process: an approach to the agency of the xantolo masks in the huasteca potosina

This photo essay shows the agency of the masks used during the Xantolo or All Saints celebration in the village of Chapulhuacanito, Tamazunchale, in San Luis Potosí. Homing in on the masks, which allow the dead to materialize during their visit to the world of the living, it draws attention to the relations and ritual practices among members of the costumed group of the San José neighborhood. Laid out as a process, the photographs –taken between 2019 and 2023– bring into focus the masks’ capacity to influence people in the context of the ritual.

Keywords: Huasteca Potosina, Nahua, masks, Xantolo.


Introducción

El presente ensayo parte de las preguntas: ¿cómo hacer visible la relación entre personas y objetos?, ¿cómo llevar a lo visual el análisis del concepto de agencia de la obra de Alfred Gell (2016)?, utilizando como caso concreto la ritualidad de las máscaras del Xantolo en la comunidad de Chapulhuacanito, en la Huasteca Potosina. Se trata de una reflexión que surge pasado el tiempo de mi trabajo de campo; al revisar las fotografías pude darme cuenta de la manera en la que estaba enfocando el lente de la cámara y en dónde tenía que prestar atención para analizar las relaciones sociales entre las máscaras y los miembros del grupo de disfrazados del barrio de San José.

Este trabajo pretende pensar el papel de la cámara y de la fotografía en el trabajo de campo como un potenciador de análisis. Como lo señala Elisenda Ardèvol, “quizás, después de todo, la cámara sea un instrumento que nos permita ampliar la visión y nos ayude a ver más que con los ojos desnudos” (1994: 10). Se considera también que la presencia y el uso de la cámara pueden modificar las relaciones en el entorno en el que se interactúa, “modificando la experiencia etnográfica, la relación del investigador con el campo, la interacción con los participantes y la construcción y análisis de datos” (1998: 225).

Al enfocar la cámara fotográfica en las relaciones que se gestan entre las personas que participan en el grupo de disfrazados de San José y las máscaras del Xantolo es posible un diálogo entre la antropología visual y el concepto de agencia. La relación entre personas y objetos ha sido trabajada desde diferentes perspectivas, como la teoría del actor Red de Bruno Latour (2008), y el texto de Arte y agencia de Alfred Gell (2016). Los planteamientos de este último autor me permitirán generar un marco de apoyo para mostrar la relación y la inferencia de las máscaras en un contexto ritual.

De acuerdo con Gell: “Se puede atribuir agencia a aquellas personas y cosas que provocan secuencias causales de un tipo particular, es decir, sucesos causados por actos mentales, en lugar de simple concatenación de hechos físicos” (2016: 48). Si se parte de este planteamiento, en el presente estudio se puede considerar la agencia como las implicaciones producidas por las relaciones que se dan entre las máscaras y los participantes del proceso ritual.

Para llevar el hilo conductor de esta problemática es preciso hacer un recorrido etnográfico centrado en los momentos en los que se visualiza la relación de las personas con las máscaras. Este proceso está vinculado con el sistema ritual del Xantolo, de modo que este ensayo busca explicar cuál es la organización social en torno a las máscaras que se utilizan en dicha fecha. Posteriormente desarrollaré cada uno de los momentos rituales: 1) la bajada de las máscaras como encuentro con las mismas, 2) el Xantolo como el momento más alto de la ritualidad e interacción con las máscaras, y 3) el destape, momento en que los participantes de los grupos de disfrazados se quitan las máscaras para que sean guardadas hasta el siguiente año. Cada uno de estos tiene una relevancia muy fuerte para el grupo de disfrazados, y tanto en el ritual como en la fiesta las máscaras proyectan su agencia en cada uno de los participantes. Las fotografías buscan mostrar dicha agencia.

Apuntes sobre Chapulhuacanito

La Huasteca es una región que comprende parte de los estados de San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo, Tamaulipas, Querétaro y Puebla. Se reconoce por rasgos naturales y culturales compartidos, aunque es compleja y diversa en las prácticas internas de cada grupo, localidad o comunidad. Una de las festividades propia de la región es el Xantolo. Al sur de la Huasteca Potosina, en la delegación de Chapulhuacanito, perteneciente al municipio de Tamazunchale, esta festividad es de gran relevancia (véase imagen 1).

Imagen 1: Chapulhuacanito: lugar de chapulines y de máscaras. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Noviembre de 2022.

La palabra Xantolo debe su origen al latín Sanctorum, y fue por la manera en la que los habitantes entendieron el vocablo que se transformó. Este ritual, celebrado mayormente entre los grupos nahuas y tének, responde al ciclo ritual agrícola mesoamericano basado en la temporada de lluvias y de secas, sustentado sobre todo en el cultivo del maíz, en torno al cual se desarrolla una serie de creencias y prácticas (López Austin, 1994: 12). Como lo define Amparo Sevilla, el Xantolo “son días en los que se abre un tiempo sagrado para la celebración de la vida y la muerte” (2002: 6).

Dentro del calendario agrícola, el Xantolo corresponde a la temporada en la que se ha levantado la cosecha y hay una serie de actividades en relación con el maíz y otros cultivos, dentro de las cuales se prioriza la ofrenda a los difuntos y las deidades que se encuentran en el inframundo. En Chapulhuacanito, comunidad de origen nahua, el Xantolo se vive tanto como un ritual doméstico (véase imagen 2), como una fiesta que involucra a toda la localidad.

Imagen 2: Altar doméstico. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Noviembre de 2019.

Este trabajo pone en evidencia el contexto en el que se desarrolla el Xantolo; se aprecia una ritualidad muy arraigada al culto a los difuntos, que se expresa en las prácticas domésticas y en la relación que se tiene con las máscaras que se utilizan durante los días de fiesta. A su vez también es una comunidad que forma parte de la dinámica de turismo que se ha desarrollado en los últimos años en la Huasteca Potosina, y que reconfigura el concepto de “tradición” (véase imagen 3) y la forma en la que se expresan las prácticas rituales.

Imagen 3: El payaso. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Noviembre de 2022.

La organización social en torno a las máscaras

Chapulhuacanito, con una población de 3 212 habitantes (inegi, 2020), está dividido en once barrios que conforman actualmente la delegación. Sin embargo, la organización ritual se centra en los tres barrios principales: el barrio de la Cruz, el barrio de San José y el de Pixtello. Estos barrios, junto con el centro, son los fundadores de la comunidad y son significativos, ya que cada uno de ellos cuenta con una serie de máscaras (aproximadamente 40 en cada barrio) que se utilizan para el Xantolo. Cada barrio tiene un grupo de disfrazados y de cargos tradicionales encargados del cuidado de las máscaras. Estos cargos consisten en un empresario primero y un empresario segundo, quienes tienen la encomienda de hacer una casa de carrizo para guardar las máscaras. Además, se encargan de organizar la comida para las bajadas de máscaras y los días de fiesta del Xantolo.

Por lo regular, el empresario primero es un cargo que muchas veces no se quiere aceptar, porque conlleva una importante inversión de recursos. “Ya muchos no quieren ser empresarios, porque cuando hay que organizar lo de las bajadas y el Xantolo, uno termina poniendo de su dinero”, comentó Cecilio, antiguo empresario del barrio de San José.

Los empresarios reciben apoyo por parte de la gente del barrio o de los mismos participantes de los grupos de disfrazados. Según comentan los empresarios, el apoyo es crucial para llevar a cabo la fiesta, pero también el apoyo y los costos han cambiado. Por esa razón necesitan también el apoyo económico por parte de la delegación. Al respecto, Raquel (empresaria de 2017 a 2019 del barrio de San José) resalta:

Lo que más cuesta durante los días de fiesta es pagar el trío de son huasteco, por eso le pedimos apoyo a la delegación. Antes los tríos cobraban poco, pero ahora ya cobran más, y a veces no se junta el dinero. Además, hay que pagarle al trío para el baile del destape (véase imagen 4).

Imagen 4: Música para las máscaras. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Noviembre de 2019.

El hecho de brindar los apoyos ha ocasionado que los participantes de los grupos de disfrazados sientan pertenencia al barrio en el que participan. Además del apoyo en recursos para llevar a cabo tanto los rituales de las máscaras como la fiesta de Xantolo, la constancia de los participantes en los grupos de disfrazados se debe al compromiso que se asume con las máscaras. Según los empresarios que han conservado los conocimientos sobre la tradición, cuando se ponen una de las máscaras sahumadas hay que disfrazarse durante siete años. Este número es asociado con el inframundo, como lo ha señalado Lourdes Báez (2008) en sus estudios de cultura nahua.

La dinámica que se observa entre los barrios está cruzada por un proceso de conflicto ritual, en el cual hay un momento medular para después llegar a un desenlace (Turner, 2002). Este se visualiza y a su vez se resuelve durante los días del Xantolo. Un ejemplo es el conflicto entre el barrio de la Cruz y el barrio de San José, originado por la pérdida de la primera máscara de diablo (véase imagen 5). Al parecer fue donada al barrio de San José pero, según dice la gente, fue perdida por el barrio de la Cruz y desde entonces los miembros de este la conservan. El conflicto condujo a una competencia entre los barrios, demostrando cuál de los dos realiza los rituales más apegados a lo que dicta la tradición.

Imagen 5: El diablo en el mural. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Mayo de 2023.

La bajada de las máscaras

El ciclo ritual que comprende el Xantolo comienza el 24 de junio (día de san Juan), en el que se riega la semilla de la flor de cempasúchil que fue retirada del arco el año anterior (véase imagen 6). Después de ello viene la llegada de los muertos al mundo de los vivos, el 29 de septiembre, día de san Miguel Arcángel, quien es el encargado de abrir las puertas del inframundo para permitir el paso de las ánimas. Esta fecha para el grupo nahua es muy significativa, ya que se da la primera ofrenda a los difuntos, en la que se hacen tamales y chocolate.

Imagen 6: Semilla para el día de san Juan. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Noviembre de 2019.

Ese día es esperado en cada uno de los hogares, excepto en los que son cristianos y testigos de Jehová, ya que dichas religiones consideran estas prácticas como adoración al demonio y también las vinculan con el uso del aguardiente. El testimonio de Josué (antiguo participante) es ilustrati vo al respecto: “Yo antes sí iba a las máscaras y me disfrazaba, pero ya no lo hago porque cambié de religión. Además, en las máscaras siempre hay aguardiente y yo ya no quiero tomar”.

Días previos a la primera bajada de máscaras (29 de septiembre), las mujeres de cada familia salen a buscar hojas de plátano, a moler maíz para preparar la masa para los tamales y a comprar pollo para el guisado que van a utilizar. Cada familia prepara una ofrenda en su hogar: coloca una vela, los tamales, el café, sacan el sahumerio y ponen copal en polvo sobre las brasas que toman del fogón de la cocina.

La práctica ritual en conjunto se da en cada uno de los barrios principales. Los participantes de los grupos de disfrazados se reúnen en la casa del empresario para ayudar a los preparativos de la bajada de máscaras.

El empresario al despertar barre la casita de carrizo, prende una vela y deja una botella de aguardiente. Cerca de las 11:00 de la mañana los participantes empiezan a llegar, ayudan a limpiar el lugar, acomodan sillas y hacen un arco con palmilla y flor de cempasúchil. La esposa del empresario por lo regular se encarga de la organización para hacer los tamales, lo que implica la participación de otras mujeres para preparar el chile para la carne, cocer la carne, preparar la masa y untarla en las hojas de plátano (véase imagen 7).

Imagen 7: Tamales para la ofrenda. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Octubre de 2023.

Por lo regular, las mujeres trabajan gran parte del día en esta tarea, mientras los miembros de los grupos de disfrazados acondicionan el lugar para que se lleve a cabo la bajada de las máscaras (véase imagen 8).

Imagen 8: Altar de las máscaras. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Octubre de 2023.

El momento para dar la bienvenida a las ánimas se da alrededor de las 7:00 de la noche del 29 de septiembre; previo a esto, los empresarios ya debieron haber hecho la invitación a los antiguos empresarios para que asistan a la bajada.

En esta primera bajada solamente se bajan cuatro o siete máscaras principales: la de diablo de cuernos parados, el diablo de cuernos agachados, la de cole mayor, el abuelito y la abuelita (véase imagen 9).

Imagen 9: “Tocar el piso quiere decir que los pasados ya están aquí entre los vivos”. Cecilio, empresario pasado del barrio de San José. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Octubre de 2023.

En la casa de carrizo se usa una escalera para llegar a un techo falso en donde se encuentran las máscaras. Se le pide a alguno de los participantes que suba para que empiece a bajarlas, estas son recibidas por los empresarios y acompañadas con el sahumerio, que el empresario sopla para poder llenar la máscara de humo de copal. En ese momento los difuntos se materializan en las máscaras y para hacer prueba de ello es necesario que estas toquen el piso. Después, los empresarios pasados y los actuales, así como otros asistentes que se encuentren cerca, les rocían aguardiente, incluso algunas personas se acercan para rociarlo en la boca de las máscaras.

Posteriormente, estas máscaras se colocan en una mesa en donde pasan todos los asistentes a sahumarlas de derecha a izquierda. En ese momento las máscaras empiezan a modificar el comportamiento de las personas y crean otro tipo de relaciones en torno a ellas. Los asistentes se ponen serios, llega la nostalgia al ver las máscaras que habían sido guardadas durante un año. Esto hace referencia a lo planteado por Gell, cuando habla de los artefactos como agentes sociales, “no porque se pretenda promulgar una especie de misticismo de la cultura material, sino por la objetivación en forma de artefacto es como se manifiesta y realiza la agencia” (2016: 56). En este sentido, la agencia se manifiesta en el cambio de comportamiento que empiezan a tener los participantes.

La segunda bajada se da a mediados de octubre, la fecha puede variar y es decidida por los integrantes de los grupos de disfrazados. Para esta bajada, en palabras de la gente, “la cosa es más en grande”. La cantidad de personas que los empresarios invitan es mayor a la primera. La mane ra de arreglar es más elaborada, ya que se bajan todas las máscaras y que el altar permanecerá armado de esa manera para los días del Xantolo (véanse imágenes 10 y 11).

Imagen 10: “En la primera bajada es algo íntimo con poquita gente, ya en la segunda bajada sí es en grande” El Gordo, segundo empresario del barrio de San José. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Octubre de 2023.
Imagen 11: Transmisiones. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Noviembre de 2023.

La relación de las máscaras con los integrantes del grupo de disfrazados se expande debido a que hay más máscaras y, entonces, resulta común que empiecen a buscar la máscara que usaron el año anterior. Al respecto, comentaba el Gordo:

Todos saben que la máscara que tiene bigote y barba es mi máscara. Esa ya tengo varios años agarrándola, poniéndomela, y esa no la puede usar cualquiera, porque la máscara se va quedando también con algo de mi personalidad.

Referente a lo anterior, es así como los participantes de los grupos de disfrazados van identificando la máscara con la que quieren participar durante la fiesta del Xantolo.

El Xantolo: el momento de salir a bailar

En una ocasión me platicaron que antes los disfrazados salían a bailar de manera distinta. Durante los días del Xantolo del 1 al 4 de noviembre, el primero que salía era el diablo. La gente recuerda el tronido de su chirrión por la mañana, de esa manera el diablo anuncia la llegada de los disfrazados. Pero no se trataba solo de eso, sino también del cole que llegaba después tocando la puerta de las casas para avisar que los difuntos habían llegado, que venían cargando con sus hijos y que solo pedían que les dejaran bailar una canción y que les dieran algo para continuar su camino. El sentir de la gente es que ya no sucede así, que han cambiado, que algunas cosas ya no se hacen y otras las quieren retomar siguiendo el consejo de los antiguos empresarios de cómo se tienen que hacer.

El Xantolo “refleja una visión del mundo en abundancia, y es una de las fiestas que se relacionan profundamente con la vida social de las personas de manera más notable” (Ruvalcaba, 2013: 277). En esta comunidad, el inicio de la fiesta del Xantolo se da el 1 de noviembre con la regada de un camino de pétalos de cempasúchil a las tres de la mañana, y de ahí a sahumar para ofrendar la comida. Son días de convivencia y de ir al panteón. Comenta Raquel: “Aquí el 1 y el 2 de noviembre se acostumbra a ir a visitar a la familia, a llevarles tamales y a ofrendar también a la casa a la que se va”.

Durante estos días se genera una dinámica de convivencia y los grupos de disfrazados se sumergen en la relación que cada uno busca establecer con su máscara. Los participantes de los grupos de disfrazados llegan a la casa del empresario para empezar a configurar su personaje en compañía de los demás (véase imagen 12). Es así como cada participante llega con la ropa que se va a poner o con algún material con el que piensa elaborar su disfraz.

Imagen 12: Tener listo el disfraz para salir. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Noviembre de 2019.

Cuando arriban los participantes a la casa del empresario se acercan al altar de las máscaras y las sahuman. Inicia la convivencia alrededor de las máscaras, comentan sobre su estado, si están deterioradas, si hay que renovar algo; o todo lo contrario, lo bien cuidadas que las tienen.

Antes de salir a bailar esperan a que se junten más personas, ya que si son más podrán generar un impacto mayor en el barrio y en la comunidad. Mientras esperan, siempre llegan niños de entre siete y 13 años de edad, les dan curiosidad las máscaras. Algunas veces vienen con sus padres, otras llegan ellos solos, en otros casos ha pasado que no los dejan participar en algún grupo de disfrazados y tampoco tocar una máscara. Al respecto, Cecilio comenta:

Cuando vienen aquí los niños a nosotros nos parece bien que vengan porque les explicamos la tradición, pero también les decimos que esto no es un juego. Hacemos relajo de juego, pero no se trata de un juego, porque precisamente se está tratando con los difuntos, y eso es algo que requiere de mucho respeto. Yo les digo que traten a las máscaras con respeto porque no quiero saber que se están volviendo locos y que les tengo que ir a bailar.

Después de estar todos listos, salen a bailar por la comunidad. En este punto, las máscaras van por las calles de la localidad siendo portadas por los participantes del grupo de disfrazados. En ese momento la máscara ejerce fuerza sobre la persona que la porta. En palabras de Óscar:

Cuando me pongo una máscara no soy yo. Más bien dejo un momento de lado mi personalidad, para darle paso al pasado, a la máscara, porque por más disfraz que uno le ponga la máscara tiene una personalidad propia.

Otros participantes mencionaron que la máscara tenía cierto peso que se tenían que aguantar. Usar máscaras siempre los dejaba cansados, pero solo se sentían cansados al final, ya que durante el momento en que la portaban este cansancio se manifiesta como energía para seguir bailando, energía que es dada por la máscara.

En palabras del Gordo:

Yo, cuando traigo máscara, no me canso. Es como si me diera fuerza para seguirle, y además el traer la máscara me permite decir bromas o hacer cosas que la verdad si no trajera la máscara no lo haría. Sí, es cierto, la máscara desinhibe, pero también creo que es porque uno cuando se la pone ya es otra persona.

El peligro y la cura

Durante los días de fiesta, estar en contacto con las máscaras es una situación que puede generar peligro. Se trata de volverse loco, nombrado así al mal que puede causar la máscara ocasionado por el mal uso o la falta de respeto que se le pueda dar. Cuando una persona se vuelve loca los síntomas se manifiestan en no poder conciliar el sueño o escuchar constantemente el grito que los disfrazados emiten mientras bailan.

Cuando una máscara vuelve loco a alguien, el empresario se convierte en curandero. Ellos son los únicos que pueden realizar el proceso de curación, el cual consiste en raspar una máscara por la parte de dentro y el polvo que se desprenda de este raspado será vaciado en aguardiente para que sea tomado por la persona que está enloqueciendo (véase imagen 13). En palabras de Cecilio: “hay que hacer eso para que las ánimas lo suelten”.

Imagen 13: El sudor. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Octubre de 2019.

El destape

Como parte final de este momento en que los muertos conviven en el mundo de los vivos viene el destape, ritual en el que cada uno de los participantes se quita la máscara para no volverla a usar hasta el siguiente año. Este proceso ritual consiste en dar vueltas alrededor de un arco en dirección a las manecillas del reloj y después a la inversa. Posteriormente, el arco se tira y hay que danzar por encima de él. Esto se tiene que realizar con mucho cuidado, porque es la manera en la que se están alejando del posible peligro que les puede representar las máscaras, al estar conviviendo con los difuntos y el ámbito del inframundo por medio de ella.

Se busca realizar este procedimiento con mucho cuidado. En una ocasión, mientras los disfrazados estaban haciendo las vueltas alrededor del arco, pude escuchar cómo decían que era importante hacer las cosas bien, si no el vínculo entre las máscaras y sus portadores no se iba a romper y, por ende, la máscara se quedaría con ellos. El acto finaliza cuando los participantes se arrodillan uno frente al otro y se quitan la máscara (véase imagen 14). Esto da por terminado el vínculo de la materialidad con los difuntos. Las máscaras se quedan en su altar en la casa de carrizo hasta el 30 de noviembre, día de san Andrés, última ofrenda y final del Xantolo.

Imagen 14: El destape de Óscar. Chapulhuacanito, Tamazunchale, s.l.p. México. Octubre de 2019.

Conclusión

Después del recorrido etnográfico que muestra las relaciones y el proceso ritual en el que se sumergen los participantes del grupo de disfrazados con las máscaras, se vislumbra la materialidad de lo que no se puede ver, pero está presente durante este marco ritual.

Las máscaras visualizan a los difuntos, los hacen presentes; son las máscaras y los difuntos quienes se integran en la dinámica de la fiesta y la ofrenda de estos días. Mediante las fotografías se muestra el proceso completo de un ciclo ritual en el cual las máscaras son el eje sobre el cual gira un conjunto de prácticas.

En ese sentido, las máscaras poseen agencia, tienen la capacidad de influir en las personas y en el contexto ritual, producen emociones, estados de ánimo, normas de conducta, transfieren energía a quienes las portan, tienen cierto poder sobre las personas, hasta el punto de que pueden enfermarlas y volverlas “locas”.

Por otro lado, y al mismo tiempo, el ensayo fotográfico muestra cómo se va gestando el proceso fotográfico a partir de la etnografía, lo que el campo va permitiendo observar, y los objetivos de la investigación que se van reformulando, haciendo que la cámara y la imagen tengan un objetivo y encuadre particular.

Bibliografía

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Turner, Victor (2002). “Dramas sociales y metáforas rituales”, en Ingrid Geist (comp.). Antropología del ritual. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia/Escuela Nacional de Antropología e Historia, pp. 33-70.


Pablo Uriel Mancilla Reyna es doctorante en el Programa de Estudios Antropológicos de El Colegio de San Luis. Sus temas de investigación son el ritual, la antropología visual, las prácticas religiosas y la antropología del arte. Forma parte del Laboratorio de Antropología Visual de El Colegio de San Luis (lavsan).

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