Recepción: 17 de julio de 2019
Acceptation : 29 août 2019
Aída Quinatoa es una indígena ecuatoriana migrante económica en España, donde ha sido líder de la movilización de los migrantes contra la llamada “estafa inmobiliaria”, contra los bancos y las inmobiliarias. Esta misma lucha dio a conocer a Ada Colau y la llevó a la Alcaldía de Barcelona (2015-2019).
La historia de Aída está entrelazada con la de los ecuatorianos que emigraron masivamente a finales de los años noventa y durante toda la década del 2000. Durante el mandato de Rafael Correa (2007- 2017), este proceso migratorio estuvo acompañado de la voluntad de desarrollar cierta conciencia política de los migrantes (la posibilidad de votar se da en la práctica desde el 2006; los migrantes pueden elegir diputados que los representen en la circunscripción internacional; el “derecho a la migración” fue inscrito en la Constitución). Sin embargo, la movilización referida a la “estafa inmobiliaria” fue exclusivamente realizada por un sector de estos migrantes.
En esta entrevista, Aída detalla el papel de la Coordinadora Nacional de Ecuatorianos en España, conadee, organización que dirigió entre 2006 y 2013. Esta movilización se hizo visible más allá de los círculos que trabajan con migrantes a partir de mediados de 2011, debido a su presencia en los desahucios. Por medio de las redes sociales y con la intermediación de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Madrid, pah, se coordinaron movilizaciones masivas para frenar los desalojos. Desde la primera jornada de oposición masiva y pública a un desahucio, en 2011 en el barrio de Tetuán, barrio con una importante proporción de población de origen migrante, la presencia en la calle de posibles futuros desahuciados y muchos migrantes fue masiva en esos años. Sin embargo, el papel de la conadee en esta lucha fue muy anterior al año 2011, año de la inmensa movilización que dio lugar, entre otros, a la ocupación de la Plaza del Sol por los indignados.
En su agenda, conadee exigía no sólo frenar los desahucios. Además, trabajó para proponer un cambio de la ley inmobiliaria1 y denunció vehementemente “la estafa del sistema bancario”. En cuanto a lo primero, reclamaba una ley retroactiva de “dación en pago”, es decir una ley que anulara la deuda contraída previamente al momento en que el banco confiscaba la vivienda. Con respecto a lo segundo, exigía respuestas en el plano jurídico y en el plano político. Concretamente, se ha constituido parte civil de algunas demandas por estafa contra las agencias inmobiliarias.
En esta entrevista, realizada a finales de 2018, Aída Quinatoa narra los episodios centrales de su vida, su formación política, sus migraciones, su inserción laboral, las alianzas constituidas y, en términos generales, su lucha. Su trayectoria en pos de obtener justicia frente a los grandes poderes ilustra lo que William Gamson llama una “carrera de rebelión”.
Quinatoa d'Aïda: Yo me llamo Aída, nací en una comunidad pequeñita que se llama Santa Teresita, parroquia San José de Guayabal en la provincia de Bolívar, Cantón Chillanes, Ecuador. Nací en 1964. Mi comunidad queda en la Sierra, en la parte andina, en el centro de Ecuador; colinda con la provincia del Chimborazo, de allí toca ir como tres horas en carretera y ahí está mi pueblo. Hoy en día estamos a seis horas en autobús de Quito. La gente del pueblo habla español, pero todavía se habla quichua. Yo hablaba más quichua que español. Se dice “quichua” en Ecuador porque a nuestro idioma le metemos mucho la “u“ y la “i” , las vocales cerradas, en cambio, en Perú y en Bolivia se habla quechua porque muchos le ponen la “o” o la “e”. Yo crecí ahí, hasta los doce años. De pequeña viví en torno de mi familia, pero en la comunidad. Nos apoyábamos mutuamente, aunque con muchas carencias, pero siempre había esa solidaridad, ese apoyo mutuo.
Olga González: ¿Tus papás que hacían?
A.Q.: Eran campesinos, se dedicaban a labrar la tierra, crianza de animales domésticos. De eso vivíamos.
O.G.: ¿Cuántos hijos hubo?
A.Q.: Siete: Gumersindo, Rodrigo, Alejandro, Judith, Gustavo, Rocío y yo.
O.G.: ¿Y tú eres qué número?
A.Q.: Primera. Bueno… Hubo dos anteriores. Se murieron porque no había condiciones, se murieron prácticamente en y por la pobreza. La hermanita me parece que murió como a los tres añitos y el niño me parece de seis meses.
O.G.: Y tú sí sobreviviste.
A.Q.: Sí, sobreviví y justo me pusieron el nombre de mi hermanita que se murió. Mi hermana se llamaba Etelvina María y yo me llamo Aída María.
O.G.: ¿Y por qué te pusieron Aída?
A.Q.: Porque han visto en el calendario que había ese nombre.
O.G.: ¿Te gusta tu nombre? Es el nombre de una ópera.
A.Q.: Sí, sí me gusta. Y sí, me han dicho aquí que es una ópera. A mí me gustaba porque todo lo que ha hecho mi mamá, su vida, el tiempo que pasó con nosotros, a mí me encantaba.
O.G.: ¿Tu mamá se llamaba cómo?
A.Q.: Lucinda Irene Quinatoa. Está ahí [señala un retrato en el muro]. Esa foto es cuando vino ya a la ciudad, se cambió de ropa. Le habían hecho foto mis hermanos pero con ropa [tradicional], ya no tenemos.
O.G.: Tuviste una infancia campesina, en contacto con los animales.
A.Q.: Lo más bonito era eso, que tienes relación con los pajaritos, con las aves, con todo lo que te rodea en el campo. Yo recuerdo de haber caminado con los pies descalzos, me encantaba ir con los pies descalzos a la escuela y para mí era una tortura cuando me obligaron a poner zapatos y dizque yo iba a la escuela con zapatos y me los regresaba en la mano porque no me acostumbraba y lloraba cuando me los ponían, me obligaban para los días especiales y a mí me gustaba ir con el pie desnudo, porque te acostumbras y tienes una relación directa con la tierra. Me encantaba.
O.G.: ¿Y tus hermanitos? Al ser tú la niña mayor, ¿te tocó responsabilizarte de ellos?
A.Q.: Eso te iba a comentar, porque para mí ha sido de cierta manera, muy bonito, bonito, ser la primera. Para mis padres, para mis abuelitos, para mis tíos, era yo la protegida, la que tiene que cuidar a mis hermanos. Por una parte es precioso, pero por otra parte también es responsabilidad con mis hermanos, yo tenía que cuidar de ellos. Mi madre trabajaba todo el día en el campo. Yo me acuerdo poco de mi papá porque mucho salía y al final con diecinueve años nos quedamos sin padre, y pues nosotros éramos muchos hermanos y mi mamá trabajaba todo el día, siempre en el campo.
O.G.: ¿Siempre en el campo?
A.Q.: Siempre. Y ya cuando terminé la escuela yo tenía que ir ayudarlos a ellos, o sea a la escuela iba yo por la mañana, era caminar dos horas para llegar a la escuela, yo salía a las seis de la mañana para empezar las clases a las ocho y luego de vuelta regresaba a las cuatro de la tarde a casa e iba con mis hermanos pequeños y había otros dos niños más que me seguían a mí, tenía que cuidar de ellos, o sea era mucha responsabilidad andar con ellos, con mis hermanos, pero también ayudar a hacer deberes, luego por la tarde cuidar a los animales y cambiar de estacas a los animales que teníamos.
O.G.: ¿Las estacas, para qué?
A.Q.: Le ponían unas estacas al ganado para amarrarlo, para que no esté suelto. Tocaba cambiarlos de un sitio a otro para que ellos comieran. Hacíamos todas las tardes eso y bueno, pues, por la noche a hacer deberes, a ayudar en la casa, y también hacer a veces otras cosas. Por ejemplo, ayudar a llevar del campo, ayudar a cargar fríjol y todo lo que se producía. A veces teníamos que hacer eso también y en la noche. Ya cuando estábamos agotados nos poníamos a hacer deberes. Entonces ha sido mucho trabajo y mucha responsabilidad de pequeña, pero también muy bonito lo que eso generaba. Eso me alegraba con mis tíos, por ejemplo, en las fiestas cuando descansábamos, los primeros hijos tienen que ayudar a hacer la música. Yo aprendí por mis tíos y por mi familia a entonar la guitarra, a tocar el tambor, a marcar paso, me encantaba. Por eso andaba con ellos. Eso recuerdo de mi infancia.
O.G.: Tú saliste joven de la comunidad. ¿Necesitabas ganar dinero?
A.Q.: Ganar dinero y cambiar de vida, o sea no era tanto ganar dinero, porque no teníamos. En la comunidad, mi madre llevaba un poco de habas secas y las cambiaba por papas, con tanto que se haga un cambio, un trueque, teníamos gallina, íbamos y cambiábamos por un poco de tortillas, o sea, ya teníamos para comer. O sea, dinero dinero no había, sino que las condiciones de vida ¡eran malas! No teníamos carreteras en buenas condiciones. Yo tenía que irme a dos horas de distancia, que era cuesta y bajada para la escuela, eso era lejísimos, era horrible. Entonces dije: “esto hay que cambiarlo”, siempre dije “esto hay que cambiarlo”. Y no teníamos casa. Mi madre vivía en el terreno y casa de mis abuelitos. Ellos consiguieron ese terreno de una hacienda, esa hacienda les dieron por huasipungueros. Huasipungo es el que te da un pedazo de tierra a cambio de que la vayas trabajando para ese hacendado el resto de tu vida, y va quedando a tus hijos y tus otros hijos y así, igual que las deudas que te dejan los banqueros, así parecido, entonces yo veía esa situación fatal.
O.G.: ¿Tus abuelos nunca fueron propietarios?
A.Q.: Después sí les dieron escrituras, a mis abuelos les dieron escrituras de esas tierras, pero como era tan poquito y mi tío, hermano de mi madre, la había puesto de hipoteca para pedir prestado dinero y comprar ganado y sembrar muchos granos y luego devolver el dinero… Entonces se quedó con el terreno el banco. Mi madre nunca tuvo tierra.
O.G.: ¿Y tu padre tampoco?
A.Q.: De mi padre no recuerdo, yo no tengo en mi mente, porque mi padre encima de tomar, de beber alcohol, también tenía muchas mujeres… Esa imagen tengo, o sea… desagradable. Yo no lo soportaba, no podía, y pues no quería saber nada de mi padre, él iba a un sitio, se quedaba yo no se cuántos días, bueno… Yo más bien tenía una bonita imagen de mi abuelito, el padre de mi madre, de unos tíos, de dos tíos sobre todo, una imagen lindísima. Para mí, ellos eran mis padres, de hecho mis tíos hasta muy grande siempre enseñándome música. Y bueno, yo siempre recuerdo que mi tío quería que yo estudiara. Él me llevó lejos, también, para una niña pequeña, caminar horas, o sea yo estaba muy cansada y mis tíos me llevaron a hombros, cargada, a la Costa, para que estudiara, y yo recuerdo que lloraba hasta que me devolvieron, pero mi tío, era con esa finalidad de que estudiara.
O.G.: ¿Él te quería dejar allá, para que te quedaras en la Costa?
A.Q.: Claro, él quería que me quedara con mis primos y que estudiara y ahí terminara la escuela, porque donde mi mamá la escuela estaba muy lejos. En la casa de él, porque tenía una pequeña casita, estaba muy cerquita a la escuela.
O.G.: Eso hubiera significado que tenías que vivir allá.
A.Q.: Claro, y de hecho me llevaron seis meses, pero esos seis meses eran una tortura para ellos porque yo lloraba todo el día, mi tío no quería verme llorar. Él quería algo bonito, que terminara la escuela, que terminara el colegio. Él soñaba y decía que yo era inteligente, y eso era lo bonito, desde pequeña siempre confiaban en mí.
O.G.: ¿Por qué saliste de la comunidad?
A.Q.: Por mis estudios, por el colegio, la universidad y más que todo porque había que ayudar a mi familia y por eso no me quedaba otra que salir de esa comuna. A los trece años salí a la ciudad. Salí con mi hermano, el que me seguía a mí. Él tenía nueve años. Nos fuimos a la ciudad porque nos ofrecieron trabajo y que posiblemente pudiéramos estudiar en el colegio. Por eso salimos a Quito desde esa comunidad hasta la capital.
O.G.: ¿Qué trabajo les ofrecieron?
A.Q.: A mí me tocaba trabajar en una casa. A mi hermano en un almacén. Pero él era pequeño, no se acostumbró, decían que lloraba todo el día, y yo como trabajaba, no lo veía. Mi hermano no dormía conmigo, dormía en el negocio que tenía esa familia, pues ellos lo llevaron a dormir donde ellos. Pero él no se acostumbró a vivir en un ambiente donde no había nadie de la familia, dicen que lloraba de noche y de día y que por eso lo han devuelto.
O.G.: Y tú en cambio sí te quedaste en esa casa…
A.Q.: Yo sí me quedé trabajando. Yo pensé volver a verlo después de unos días. Pensé que podría ver a mi hermano si alguien me decía dónde estaba. Pero nadie lograba comunicarme con él, sólo fue hasta que han pasado los años, que mi madre me buscó y llegó donde yo estaba y ahí me enteré de que mi hermano ya no estaba en Quito.
O.G.: ¿Y mientras tanto, vas tú adaptándote a ese nueva vida?
A.Q.: Sí a esa nueva vida, y fue horrible, me costó mucho; me adapté pero no me acostumbré, es horrible todo, yo recuerdo muy duro ese sistema de vida. Yo pasé unas noches horribles, llorando igual, pero sólo recuerdo que ofrecí a mis abuelitos, a mi madre, que yo iba a sacar adelante a mi familia.
O.G.: Entonces, luego de dos años tu mamá te busca y te dice que tu hermanito ya no está ahí. ¿Y tú qué haces?
A.Q.: Ahí decido regresar a ir a ver a mi mamá y a mis hermanos. Y me encontré con él y a los otros hermanos. La hermana pequeñita que quedó y que ya estaba grande, no quería verme. Decía que me desconocía. ¡Claro, es que pasaron dos años! No era que no quería verme, ella sólo se escondía. Pero yo siempre soñaba con mis hermanos, crecer juntos, siempre jugábamos… ¡uf! Un montón de juegos, luego de hacer deberes, nos quedábamos hasta las doce de la noche, saltando a la soga y con un perro que teníamos y el perro también jugaba y era una linda vida con mis hermanos y yo soñaba seguir con ellos. Pero todo eso quedó atrás, ya cuando vienes a la ciudad, se queda ahí, se corta.
O.G.: Y la hermanita no te reconoce y eso te entristece.
A.Q.: ¡Claro! Y el perro tampoco me reconoció, ¡casi me muerde! Así que yo dije: “Aquí todos me desconocen”. Entonces, yo me quedé viviendo en la ciudad, pero a partir de eso, cada año volvía, estaba más cerca. Y en eso yo ya cumplo 18 años y decidí que mi mamá no podía estar más tiempo separada de mí. Las cosas seguían mal en la comunidad y se decidió entonces que mi mamá se viniera a Quito, y busqué sitio y conseguí que viniera con todos los seis hermanos, mi abuelita también, vivía mi abuelita todavía. Ya en ese entonces mi abuelito había muerto, yo nunca vi cómo se murió, eso me dolió mucho… Pero bueno, vino mi abuelita, vino mi mamá y vinieron mis hermanos… No sé cómo lo conseguí pero logré meterlos a todos…
O.G.: ¿En qué sector vivían?
A.Q.: Al sur de Quito.
O.G.: ¿Y seguías trabajando en una casa?
A.Q.: No, yo trabajaba en el día. Conseguí un trabajo en una panadería, en el mostrador. Trabajaba en el día en la panadería y por la noche estudiaba. Era mi trabajo. En cambio, para mi mamá no conseguimos un trabajo. Como ella estaba embarazada de tres meses de mi hermanita, ella no podía trabajar. Entonces teníamos que poner a trabajar a mis hermanos. El uno fue a trabajar ayudando a cobrar en un transporte y el otro a trabajar en construcción y nosotros, los tres, a sostener la casa. Buen tiempo aguantamos así, hasta que mi otro hermano decidió conseguir novia y ya se desbarató la familia. Lo que habíamos pensado era que los hermanos pequeños tenían que seguir estudiando mientras que los otros trabajábamos en el día y estudiábamos por la noche, así hasta que termináramos. Pero uno decidió salirse del ruedo, pues…
O.G.: Cuando consigue novia se va con ella…
A.Q.: Pues sí, ya después con su novia tuvo una niña.
O.G.: Entonces ya no aporta a la unidad familiar.
A.Q.: Ya me dio coraje. Y entonces yo seguía con mi otro hermano, seguimos para adelante, hacíamos lo que podíamos. Pero bueno, sí que nos costó eso, cuando uno sale de la familia.
O.G.: ¿Y para tu madre cómo fue la llegada a la ciudad? ¿Cuántos años tenía ella?
A.Q.: Tenía como cuarenta. Fue difícil, pero creo que la pobre tuvo que acostumbrarse. Difícil, de hecho yo a veces la veía llorar, porque quería volver. Pero al mismo tiempo decía: “¿A dónde?”
O.G.: Y había que trabajar…
A.Q.: Sí. Yo seguía en lo mío. Tenía que estudiar, tenía reuniones, porque también eso, en Quito yo siempre buscaba un medio social. Y yo me acerqué a la parroquia. Había otro espacio social comunitario donde podías reunirte, por ejemplo, veía mucho grupito como pandillas, haciendo cosas en la ciudad, hijos de mucha gente migrante que venía del campo a la ciudad pero se dedicaban a hacer cosas que yo no entiendo, que no me gustaban. Yo veía cosas raras y no me acostumbraba. Pero con catorce o quince, me acerqué a la parroquia, a una iglesia donde se reunían jóvenes dizque para estudiar a Dios para no sé qué. Me metí ahí los fines de semana. Y me dediqué a dar clases ahí, en esa parroquia, ¡y qué sorpresa! Después me enteré de que esa iglesia era parte del equipo pastoral del sur de Quito, y que tenían líneas con movimientos de la Teología de la Liberación. Conocí de cerca las obras y vida de monseñor Óscar Arnulfo Romero, Leónidas Proaño, o sea los que después fueron famosos en cuanto a la Teología de la Liberación. Había muchos encuentros, muchísima gente de Latinoamérica, luchadores por la paz se reunían en esa iglesia, se llamaba El Barquito, que era como un barco, de hecho muy jovencito fue el que es presidente ahora de Nicaragua.
O.G.: Daniel Ortega.
A.Q.: Bueno, a ése yo lo conocí jovencito y me enamoré de su lucha social, su compromiso con su pueblo, me gustaba lo que hablaba él. Era una forma de expresarse genialísima. Había muchos cubanos, o sea gente de izquierda, izquierda de verdad. Eso fue sorpresa. Luego fui creciendo, yo vi que me gustaba el trabajo social, vi que no solamente con los niños se puede trabajar sino también con los mayores. Me dediqué a trabajar también luego con radiofónicas, con el Instituto Radiofónico de Fe y Alegría, estuve ahí como cinco años.
O.G.: ¿También era de la iglesia?
A.Q.: Sí, pero de hecho era un español el que dirigía eso. Tenía una casa enorme, tenía toda una infraestructura para esa labor, estaba ahí y estuve en la parroquia también colaborando con las comunidades de base de ahí; como estaba haciendo bastante labor los fines de semana y como sabía entonar la guitarra, también me llevaba el padre de la parroquia a cantar e hicimos un grupo de música junto a una compañera llamada Margarita, que lideraba en ese entonces. Ahí ganamos el primer premio de Don Bosco en Ecuador.
O.G.: Con el grupo de música.
A.Q.: Sí, entonces yo hacía el bajo…
O.G.: ¿Qué canciones tocaban con el grupo?
A.Q.: Hicimos un himno, un himno a San Pablo, pero San Pablo el liberador, un Pablo diferente, y recuerdo que nos daba la noche estudiando y prácticando eso. La idea era proponer bonita música y algo nuevo. Y quedó para la historia, porque fotos que se hicieron, quedaron para la parroquia. Ya a los dieciocho años, o sea, yo encantada. Recuerdo que iba contenta porque trabajaba, estudiaba, estaba con mi familia, ya todos ahí, estaba más tranquila.
A.Q.: Ya luego de que estuve en esa parroquia llegué a ser secretaria de un grupo de sacerdotes que daban seguimiento a Monseñor Proaño, el Obispo de los indios, que es muy reconocido en Ecuador.
O.G.: No conozco a Monseñor Proaño.
A.Q.: Estaba a la altura del Monseñor Óscar Romero. La diferencia es que a él lo mataron y Monseñor Proaño estuvo preso en la dictadura militar cinco veces. Entonces, estos curas me llevaban de secretaria de allá para acá y, bueno, aprendí muchas cosas, aprendí a manejar documentos y con ellos también estrategias, me asesoraron en cómo estudiar, facilitaron para estudiar sobre liderazgo los fines de semana.
O.G.: ¿En la universidad de ellos?
A.Q.: Así es, pero con Monseñor Proaño se hizo un plan para que los seglares pudieran estudiar teología pero dentro de la Iglesia, en vez de salir para afuera. Yo no llegué a culminar porque él se murió justo en ese año. Yo seguí de lunes a viernes y como todo, trabajar el día y por la noche estudiar.
O.G.: ¿En qué universidad?
A.Q.: En la Central.
O.G.: ¿Y tenías que pagar o era gratuita?
A.Q.: ¡Gratis! Yo no tenía de dónde. A duras penas podía. No llegábamos al fin de mes y encima tenías gastos de luz, agua… Teléfono no teníamos en ese entonces. Los que sí tenían posibilidad, mis jefes por ejemplo, cuando yo trabaja de interna, ellos tenían teléfono fijo en casa. Nosotros no. Entonces, claro, no había dinero. Así que mis hermanos, ellos dos no lograron terminar el bachillerato, los otros sí que han terminado, y de los pequeños, la última no quiso estudiar pero estamos empujándola.
O.G.: ¿Y a la universidad cuántos han ido?
A.Q.: Hemos ido tres.
O.G.: Entonces, tú escoges ir a la Central. ¿Y allí te inscribes en qué?
A.Q.: Primero en sociología. Yo quería terminar la carrera, graduarme, pero no terminé. Me retiré porque me delegaron desde las Comunidades Eclesiales de Base, ceb, de delegada a un encuentro de más de 250 organizaciones del país para conformar un comité con conaie para reunir investigaciones en toda América latina sobre el genocidio y el etnocidio que cometieron hace más de 500 años.
O.G.: Claro, todo esto fue en los años noventa.
A.Q.: Fue previo al levantamiento indígena, en el 92. Entonces yo participé ahí, me nombraron secretaria ejecutiva del Comité y bueno, ahí estuve un buen tiempo con ellos.
O.G.: ¿Me puedes decir qué es conaie?
A.Q.: Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador. Y ahí estuve bastante tiempo. Yo tenía que estudiar en la universidad o terminar el mandato. Y dije “Como ésta, no va a haber otra oportunidad”. Terminé el mandato y ya luego sí seguí estudiando. Yo vuelvo a estudiar pero ya no me dan ganas de seguir sociología. Me gusta la psicología también, porque con eso voy a ayudar mejor y a mí misma, creo. Mis hermanos me decían: “Eso es para resolver tu problema que tienes, sigue sociología, termina eso”. Y los otros, que no querían estudiar, decían: “Tú sigue”. Es que es de debate con mis hermanos y siempre estamos así nosotros.
O.G.: ¿A tu compañero lo conociste en esa época?
A.Q.: Sí, creo que ya lo conocía pero él no estaba en mi plan. Yo lo veía, él nunca estaba en mis planes, pero él decía que yo sí en los suyos. Es que yo también tenía algún novio, pero como anduve metida en trabajos, estudiando, mi familia, la organización… Me olvidaba de las citas, así que siempre terminábamos peleando porque alguno de ellos siempre me decían que soy “plantilla”, o sea que dejo plantada a la gente…
O.G.: ¿En esos años en que dejaste psicología te juntaste con tu compañero?
A.Q.: Sí, me fui a vivir a su pueblo, Echeandía. Era la misma provincia de Bolívar donde nací, lo que pasa es que él es de la parte Costa y yo soy de la Sierra, de la parte andina, pero está a tres horas de distancia, está cerquita. Pero yo lo conocí en Quito.
O.G.: ¿Él qué actividad tenía en esa época?
A.Q.: Activismo social y radiotécnico.
O.G.: Ahí pasas un tiempo en Echeandía.
A.Q.: Sí. Cinco años antes de venir aquí.
O.G.: ¿Y a los cinco años te vienes?
A.Q.: Sí, y aquí ya llevamos 18 años.
O.G.: ¿Y cómo es la decisión de venir para acá?
A.Q.: A ver: Gerardo, mi compañero, tenía un negocio, en Echeandía a él le iba a mal… En cambio a mí no me fue tan mal, tuve un trabajo fijo.
O.G.: ¿En qué trabajaste en Echeandía?
A.Q.: Estuve de secretaria en el departamento jurídico del municipio. Estuve varios años, pagaban más o menos, no tan bien pero tampoco tan mal, me daba para vivir. Él, en cambio, tuvo que poner un negocio en el Oriente, lejos, a doce horas de camino. Fue para allá y no le fue tan bien. Y luego, pues a mí me lanzan de candidata para concejal de ese municipio.
O.G.: ¿Para Echeandía?
A.Q.: Sí. Tuve que hacer gastos, tuve que invertir y sin embargo, ¿después de dónde iba a tener para pagar? Porque la lógica que tienen los partidos es gastar mucho dinero para ganar y luego exprimir al municipio, y luego la deuda va para la gente. ¿De qué le sirve eso a la gente? Yo no estoy en esos planes y dije: “No, esa deuda yo tengo que pagarla”. Pero en ese entonces se dolarizó el país. Se subió la deuda, te puedes imaginar. Entonces un día dije: “Me voy a Europa un tiempo, pago esas deudas y regreso a trabajar”.
O.G.: ¿Te pidieron que fueras concejal por qué partido?
A.Q.: Pachakutik, de los pueblos indígenas, un ala del movimiento indígena para participar en elecciones.
O.G.: ¿Y no quedaste?
A.Q.: No, no quedé como concejal. No gané nada, pero yo podía volver a trabajar ahí en el municipio. Pero yo digo: “No, yo mejor pago aparte y ya después volveré”.
O.G.: Sí, y tiene que ver con la dolarización…
A.Q.: Efectivamente. Para poder sobrevivir iba a ser más precario, más compleja la vida que nos esperaba.
O.G.: Y es una época en que salieron muchos ecuatorianos.
A.Q.: Muchísimos. Entonces decidimos que seguramente sería mejor que los dos trabajáramos acá y luego regresáramos.
O.G.: ¿Llegaron a Madrid?
A.Q.: Sí. Llegamos a donde una amiga que nos esperaba. Ella nos dio cobijo los primeros ocho días o quince, luego conseguimos un trabajo de interno los dos.
O.G.: ¿En qué consistió el trabajo de él y el tuyo?
A.Q.: Yo en la cocina y él limpiar, porque era una casa grande. Limpieza y ayudar a servir. Era en la misma casa. Nos alojaban ahí mismo, teníamos una habitación para los dos.
O.G.: ¿Y cómo les fue ahí?
A.Q.: Nos fue… bueno, bien. Conseguimos pagar las deudas, con respecto a eso no hubo problema. Pero claro, era mucho trabajo. Había que atender a una persona que estaba invalidada, otra persona que tampoco podía movilizarse mucho pero caminaba con dos personas, y en el resto había que atender a cinco. Ahí estuvimos dos años. Conseguimos papeles. Al año y medio ya teníamos papeles. Gerardo consiguió papeles con el trabajo en la electricidad y yo de ayuda a domicilio.
A.Q.: En eso se vino mi hermana la pequeña, que quería estar aquí. Tenía diecisiete años. Cuando ella vino, tuvimos que alquilar una habitación. Era un lío. Mi hermana tuvo que ir a vivir en una habitación, nosotros en otra y también por eso tuvimos que buscar. Por eso fue el apuro de buscar piso, alquiler y no había cómo y tuve que comprar.
O.G.: ¿Era más fácil comprar que alquilar?
A.Q.: Era más fácil comprar que alquilar porque ellos mismos te decían que en vez de gastar el dinero en alquiler, pues estás ahorrando. Decían que cuando llegue tu día de devolverte, vendes este piso, que nunca los precios van para abajo. Entonces, claro, yo podía supuestamente vender ese piso y luego ya volver a mi tierra con dinero, eso es lo que nos vendieron en el principio.
O.G.: Y ustedes lo creen y se endeudan, y compran este apartamento.
A.Q.: Sí, este apartamento donde estamos.
O.G.: ¿Esto es en qué año?
A.Q.: En el 2004 compramos este piso, nosotros llegamos en el año 2001 y luego a los tres años es que viene mi hermana. Bueno, porque este piso no era habitable
O.G.: ¿No era habitable?
A.Q.: O sea, nos vendieron supuestamente un apartamento amoblado, pero no era así. No teníamos cocina, había cables que estaban todos podridos, hacían corto circuito cada rato, y así… Limpiamos todo para poder vivir.
O.G.: ¿Este apartamento se los vendió quién?
A.Q.: Una inmobiliaria, una agencia, de hecho este es el caso chi, Central Hipotecaria del Inmigrante, ésa es la inmobiliaria que nos captó para que compráramos este piso.
O.G.: ¿En qué consiste el engaño y en qué consiste la lucha?
A.Q.: Acá estuvo todo organizado, planificado por la banca. Tenían sus asesores, tenían gente muy preparada para que las víctimas, en este caso por necesidad y porque te inducían a ello, pues cayeran en que lo mejor era comprar vivienda. Para traer a nuestras familias, incluso, dentro de los requisitos, había que tener un piso. Entonces, acá el Estado estaba realmente implicado en esto de inducir a conseguir un piso, una vivienda. Nosotros venimos, muchísimos latinoamericanos, en los años 2000 a 2004, nos embarcamos aquí porque en nuestros países nuestras condiciones iban a ser peores. En nuestros países se dio el corralito, se dio la debacle económica, los bancos ahí también fueron los responsables, pues no resolvieron el problema, lo que hicieron fue echarnos a nosotros. Y aquí, pues encontramos todo igual, lo que pasa es que no sabíamos. Igual, si hubiéramos sabido, no sé qué hubiéramos hecho.
Para mí, la lucha social ha sido… No es que me guste, es que con ello hemos nacido y hemos crecido y hemos conseguido cambios importantes en nuestros países. Y yo también tenía esa fe de que aquí eso no lo debo perder. Estuve en muchos grupos, integrándome, pero ninguno me dijo que acá puede haber una estafa o que vea bien la letra pequeña, nadie me dijo nada…
O.G.: Y es que fueron muchos los que cayeron…
A.Q. Miles… Es que no tenemos idea de lo que ha sido esta brutal estafa a la gente. Hemos sido víctimas en nuestros país de origen y ahora acá también hemos venido a caer. Nos hizo falta el apoyo de personalidades que tienen conocimientos. Por ejemplo, lo que se ha investigado en Ecuador sobre lo que hizo Estados Unidos para que se diera la dolarización y para que se quedaran los bancos con la plata de mucha gente… Nos hubiera ayudado eso, para que aquí nosotros estuviéramos preparados. Es que son cosas que se repiten, solamente cambian algunos contenidos, pero se vuelve a repetir la estafa. Y las víctimas seguimos siendo los mismos. Solamente hemos cambiado de lugar. La batalla aquí ha sido muy dura, muy dura.
O.G.: ¿Cuándo empezó la batalla?
A.Q.: En el 2007. En el 2006 yo asumí la presidencia de la conadee.
O.G.: Háblame de la Coordinadora Nacional de Ecuatorianos en España, conadee.
A.Q.: La conadee se creó en el año 2000, pero con el objetivo de difundir la cultura, hacer música y danza. Yo llegué después. Cuando yo llegué había conflictos, porque algunos querían sólo dedicarse a la cultura y al deporte, pero yo no estaba por eso. El plan de trabajo que yo presenté para ser presidenta era visibilizar no sólo la parte cultural, también otras cosas fundamentales. Los jóvenes y las mujeres me dieron el voto. Eso fue una lucha dura. Incluso una noche antes de las elecciones, la mujer de uno de los hombres que competía por la presidencia vino para comentarme: “Yo de usted recibo un plato de comida y nunca usted me ha dicho a cambio de qué”. Dice: “De usted he recibido consejos, apoyo solidario…” Mejor dicho, el discurso que se lanzó. “En cambio, de mi marido –dijo, mejor dicho, hasta golpes aguanto”. Me di cuenta de que son enemigos hasta en la casa, estos machistas. Ella me dijo: “Prepárate para mañana, que él va a llevar gente, ecuatorianos que se van a afiliar a la organización, y eso lo hace para ganar votos”. Yo dije: “Por mí no hay problema”. Lo que sí, cuando supe eso, dije: “Tiene que haber medios de comunicación. No importa que yo no sea presidenta, pero que quede por lo menos una foto”. Llamamos a unas personas. Había periodistas grabando todo. La mujer de él votó por mí. Fue lindísimo. Porque cuando otras personas con las que yo hacía danza se enteraron, convocaron a más gente. Estaba la sala llena, había como 200 personas. Doce votaron por estos dos, uno tuvo 8 votos y el otro 4. Del resto, toditos por mí. Yo gané por las mujeres y los jóvenes, y algunos hombres, que también hay buenos.
O.G.: ¿Qué pasa cuando eres elegida?
A.Q.: Eso fue bonito. Estábamos trabajando en propuestas de inmigración, explicando que los inmigrantes no venimos aquí a quitarle el trabajo a nadie, sino a construir, y para construir tenemos que conocer la realidad de acá, y la historia, que también hay buenas cosas. Y también, lo bueno que hemos traído nosotros es para compartir. Hay que debatir, hay que llegar a consensos. Estábamos trabajando en eso y preparando materiales cuando en el 2007 mi marido se quedó sin trabajo, e igual los maridos de mis compañeras y de mis amigas. Primero fueron los migrantes, los que trabajaban en la construcción. Cuando nos quedamos sin trabajo, lo primero que hice fue acudir al banco. Porque cuando yo tomé la hipoteca, me dijeron que los primeros años iba a pagar tanto, y luego iba a pagar menos. Y del dicho al hecho, fue todo diferente.
O.G.: ¿Qué te dijo el banco?
A.Q.: Me dijeron que esto no era así: “Tú has firmado una hipoteca variable, y por lo tanto el Euribor2 cambia y eso es problema vuestro”. Yo digo, “¿Cómo es esto?” Y empezamos con las reuniones en conadee, con las preguntas, a averiguar de qué iba esto. Le dije al abogado que nos asesora que nos ayudara a ver a un profesional, a ver si era cierto lo que me estaba diciendo la señora del banco. El leyó la hipoteca y dijo: “No sé lo que has firmado, pero acá hay una cosa gorda”. Se contrató a un equipo de abogados, y también a otro grupo de mujeres abogadas. Y los dos equipos casi coincidieron. Uno dijo “Acá ha habido fraude” y otro dijo “Acá hay estafa”. Con otros compañeros del tema contable hemos venido analizando cuánto he estado pagando y cómo se distribuye el interés y el capital. ¡Pero para el capital es nada! ¡Sólo para el interés! Inicialmente este análisis se hizo con mi escritura. Luego, lo que hice fue compartir con la gente, para que esta información no fuera sólo para mí, sino también para los que estaban padeciendo lo mismo que yo. Se hicieron talleres. Yo pedía que vinieran veinte personas, que no fueran muchos, y venían 40 o 60. Invitaba a 40 o 60 y llegaban 300 personas.
O.G.: ¿Esto ya es en el año 2008?
A.Q.: Sí, en 2008. Éramos inmigrantes. De hecho, la mayoría de las hipotecas fueron firmadas por los inmigrantes. Porque nosotros en ese entonces teníamos recursos. Nosotros nunca decíamos no a lo que los bancos nos ponían sobre la mesa. Son ellos los que nos han inducido y preparado el paquete para que cayéramos en eso. Los responsables son ellos, pero a la hora de la hora ellos nunca han asumido su responsabilidad.
O.G.: Háblame de la lucha, cómo se organizó y cuál fue tu papel.
A.Q.: Para mí fue un papel fundamental aguantar, resistir, no dormir, hasta que se visibilizara. En el 2006 fui elegida presidenta. En el 2007 yo estaba encantada, haciendo cosas, y tuve que dejarlas, porque ya descubrí el tema de hipotecas. Así que esto ha sido para mí… Se me ha ido la vida… En principio, yo dije “Si somos muchos, no vamos a tardar, vamos a salir pronto de esto”. Pero no ha sido así.
O.G.: ¿Cuáles fueron las etapas?
A.Q.: En el 2007 se hizo la investigación, se hizo la reunión para informar a los migrantes. Nos organizamos para, primero, entrar a hablar con las autoridades. Nos organizamos por comisiones, en total como ocho grupos. Éramos sólo migrantes, casi todos ecuatorianos, con conadee. Yo estaba en la comisión que hablaba con las autoridades. Fui a hablar con Zapatero, tres veces nos recibió él. Luego nos mandó a donde el responsable del Banco de España y con el representante del psoe en el campo económico. Con los responsables de la banca bbva, Bankia, de Banco Santander, con ellos también nos sentamos a hablar. Hemos hablado con medio mundo. En el 2008 fue esto, y ellos nos echaban la culpa a nosotros. Nos dijeron: “Ustedes han decidido comprar”. Y yo lo único que tenía era la esperanza de hacer ver la realidad a las ong, o por ejemplo a la ugt, Comisiones Obreras, y yo vi que ellos… ¡nada! Ellos dijeron que nosotros habíamos firmado. Y nos dijeron que cada uno debía resolver con el banco. Ésa es la posición del gobierno y de la banca: captar al afectado y poner a firmar a las personas lo que la banca quiere. En esa situación yo dije: “Aquí, o nos movilizamos, o nos comen”. Asistí a una reunión en el psoe donde me pidieron que demostrara que había estafa, que llevara las escrituras. Yo escogí como 200 escrituras, donde estamos todos encadenados. En cada escritura hay cuatro o cinco personas, propietarias o copropietarias, que no tenemos un trabajo fijo y que servimos de avalistas. Pero esto es ilegal, tener hipotecas así, saltando los controles de riesgo del Banco de España. Yo llevé pruebas. Y me dijeron los representantes del psoe: “Si tienes claro que esto ha sido una estafa, para eso están las autoridades, los juzgados. Segundo, no hagas ruido, porque lo que quieres es echar para abajo el sistema”. Cuando me dicen eso, yo pensé: “Yo asumiré mi equivocación, tendré que asumir ciertas cuestiones ahí, pero no puede ser que tenga que asumirlo todo. Si a esto le llaman sistema, mal asunto, ellos tendrán que asumir”.
O.G.: ¿Cómo es esto de los avalistas cruzados?
A.Q.: Por ejemplo, la persona a la que en 2004 yo le firmé el aval me llamó en 2008 para decirme que había dejado de pagar el piso. Y que le parecía que el piso estaba en juicio. Ocho días después me llamó el banco para decirme: “Tú tienes que pagar porque tú tienes nómina, vamos por tu nómina porque tú fuiste aval para esta persona”. Yo estaba consternada. Pensé: “Voy a quedarme sin ese salario”, siendo que era yo quien seguía pagando por el piso que habíamos comprado con mi marido, que estaba sin empleo. Yo era la única que estaba solventando. Así que fui corriendo a ese banco, Caja del Mediterráneo, y les dije que yo iba a cantarle a toda España esa estafa. No sé qué pasó, luego de eso nunca más me llamaron. Sólo supe que el piso estaba saneado y que no iba a haber problemas. Me quedé libre de eso. Pero a otros no les ha pasado así. Ahora mismo tengo a una amiga que fue avalista de otra, y que le están cobrando de su nómina con una sentencia judicial. Esto era en 2008, y yo no sabía que iba a pasar en mi futuro.
O.G.: Son ya diez años de lucha.
A.Q.: Sí, son ya diez años. En 2008, después de las reuniones con la ugt [Unión General de Trabajadores], con el gobierno, con los banqueros, veíamos que no nos iban ayudar. Entendimos que teníamos que movernos, aunque no llegáramos lejos, pero con ideas claras.
O.G.: ¿Hubo alianzas con sectores españoles?
A.Q.: Solamente nos recibió la Federación de Vecinos de Madrid, fravm. Nacho Murgui estaba de presidente. Mientras tanto, en el 2008 creamos una plataforma de afectados por las hipotecas. Ahí estaban nuestras escrituras, que eran las hipotecas. Creamos una plataforma, porque había como ocho o diez asociaciones de ecuatorianos. Pero luego quedamos como agua de borrajas. Nadie hacía eco, ni siquiera la prensa latinoamericana, y peor la prensa española. En la primera movilización éramos cuatro mil migrantes, fue el 20 de diciembre de 2008. Fuimos desde la Embajada ecuatoriana hasta el Banco de España. En el 2009 vino la compañera Ada Colau, con su trabajo en el Observatorio, a la conadee, porque quería saber qué estábamos haciendo. Yo le di papeles e información de lo que estábamos haciendo. Luego, me fui a cinco de las provincias más grandes, Cataluña, Navarra, Murcia, Andalucía y otra, en dos fines de semana, para organizar en talleres y preparar a la gente, que se enterara de lo que se iba a venir: no van a tener trabajo, les echan de la casa y encima, van a perder los papeles, por ser migrantes. Yo iba a dar las charlas y a hacer contactos y luego iban a dar seminarios Iván Cisneros y Rafa Mayoral, profesionales de la conadee, e iban a contar lo que se había investigado. Lo de Ada Colau era Stop Desahucios, en Barcelona.
O.G.: Entonces ella se inspira mucho de lo que se hace aquí.
A.Q.: De hecho, hay un libro que te voy a mostrar, donde dice “Antes de Ada está Aída”. Ada le dijo al periodista de El País que escribió el libro que ella se inspiró de esto. Lo de ella fue Stop Desahucios. Mientras tanto, nosotros estábamos amarrados de pies y manos, no había cómo, no nos permitían visibilizar. Ya había desahucios, cualquier cantidad. Pero pensamos que si desde Barcelona ella lograba parar desahucios, sería genial. La plataforma de afectados por las hipotecas, nosotros la hemos empezado, pero nosotros no legalizamos la organización. Entonces ella cogió ese vacío que había y legalizó como pah, Plataforma de Afectados por las Hipotecas. Ya luego ella fue al Congreso, dijo lo que dijo y yo ya dije, para mí, he logrado lo que quería. Logramos visibilizar, recogimos firmas para cambiar la ley, hubo mucha movida y logramos llegar a lo alto.
Ada Colau, de la pah a la Alcaldía de Barcelona
En 2009 Ada Colau fue una de los organizadores de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, pah, en Barcelona. En febrero de 2013 fue la encargada de presentar en nombre de la pah, del Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y de otros movimientos sociales, una iniciativa legislativa popular en el Congreso de los Diputados, para que se elaborase una nueva legislación en materia hipotecaria que contenía una proposición de ley para la regulación de tres aspectos: la dación en pago como fórmula preferente para la extinción de la deuda contraída con el banco por vivienda habitual; la moratoria de todos los desahucios por ejecución hipotecaria de viviendas habituales, y la ampliación del alquiler social de las viviendas en manos de los bancos. Entre 2015 y 2019 fue elegida alcaldesa de Barcelona por la coalición Barcelona en Comú (confluencia de Iniciativa per Catalunya Verds, Esquerra Unida i Alternativa, Equo, Procés Constituent, Podemos y la plataforma Guanyem).
O.G.: ¿El gobierno ecuatoriano los apoyaba en aquellos años?
A.Q.: Para nada. De hecho, en el 2010 el Banco Pichincha, ecuatoriano, había comprado deudas de hipotecados de Bankia, y teníamos documentos. Cuando vimos esto, y que el presidente Correa estaba por aquí, le dijeron: “Esto está pasando, ¿qué hay de verdad?” y él dijo que no, que esto es falso. A los pocos meses, ya empezaron las deudas contra los ecuatorianos en el Ecuador. Entonces ahí es cuando justo se cambió de canciller, yo logré hablar con él. Luego, con Iván3 y un equipo preparamos un proyecto para que desde dentro del gobierno lo defendiera Correa en 2012; logramos introducir esta propuesta, pero Correa no la firmaba, no estaba de nuestro lado.
O.G.: Ha sido una lucha muy solitaria.
A.Q.: Y de hecho, esta demanda colectiva reciente se ha hecho con nuestros recursos. Somos sesenta familias.
O.G.: Aún en el 2018 quedan sesenta familias que buscan justicia. ¿Cómo fue ese proceso?
A.Q.: En el 2008 éramos cinco familias. O sea, en ese año, todos los ecuatorianos dijeron “Vamos a meter juicio a la banca; en Ecuador hemos botado gobiernos, vamos a demostrar que sí podemos”. Bueno, pero a la hora de la hora, de 500 que se apuntaron, se asomaron cinco con papeles, como siempre. Pero bueno, esos casos se ingresaron en el sistema judicial, juzgado de Plaza Castilla 42, en el 2010. En el 2012 hubo una orden de captura para el director de este chiringuito financiero que es de la Central Hipotecaria. Él declaró muchas cosas: dijo lo que ya habíamos dicho, lo que sabemos. Lo que él declara está grabado en video. Con todos esos elementos, hemos seguido ampliando más denuncia, pero nos han tenido dando vueltas por todos los juzgados. Durante siete años nos tuvieron en los juzgados de Plaza Castilla, hasta que llegó a la audiencia provincial, al Constitucional, y por último hemos llegado ya, a los ocho años, al Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo. Eso es lo último.
O.G.: ¿Qué ha resultado de todo esto?
A.Q.: El juzgado ha dicho que aquí no hay delito. Han ido archivando todo. No quieren investigar. No quieren tocar a los directores de las entidades financieras. Sí tocaron al director de la inmobiliaria, de hecho a él le dieron una orden de captura, el del chiringuito. Él dijo que él es prescriptor de la banca, dijo que la banca lo asesoró, que le dijo “Tú haz esto” y él cumplió lo que le dijo la banca. El del chiringuito dice que él estaría dispuesto a pagarles a los afectados, pero la banca no quiere eso. Los juzgados les guardan las espaldas a los directores de las entidades financieras. Y hay pruebas, hay videos donde los directores de los bancos dicen cuál es su plan. Nos hemos movido duro para llegar a donde hemos llegado. Como dicen nuestros abogados, “Hemos llegado con dignidad”.
El último recurso legal de los afectados, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo, se pronunció el 18 de junio de 2018. En su dictamen, afirma que una formación de Juez único ha decidido inadmitir la demanda de referencia y que la decisión, definitiva, no puede ser objeto de recurso alguno.
Aída sigue trabajando como ayudante de personas mayores y en labores de limpieza. Actualmente tiene a su cuidado a dos personas. Paralelamente, realiza estudios de derecho, a distancia, con la Universidad Técnica Particular de Loja (Ecuador).
En 2018 Aída fue elegida en las elecciones primarias de Podemos. Fue la primera persona migrante en su lista blanca. En 2019 aspira a la Diputación del Congreso con Unidas Podemos, en el puesto 12 de la lista.