“Es amor lo que sangra”: ansiedades sociales, activismos y nuevas subjetividades en torno al ciclo menstrual

    Recepción: 6 de enero de 2018

    Aceptación: 5 de junio de 2019

    Out for Blood: Essays on Menstruation and Resistance

    Breanne Fahs, 2016 Albany: State University of New York Press, Estados Unidos.

    Breanne Fahs es profesora asociada de Estudios de Mujeres y de Género en la Universidad del Estado de Arizona y forma parte del directorio de la Society for Menstrual Cycle Research. Su producción académica es copiosa, desafiante, comprometida; logra incomodar y a la vez conmover binarismos y dicotomías. Interesada por el pánico y las ansiedades sociales en torno al sexo, su propuesta es hacer que las propias mujeres testimonien sobre sus experiencias orgásmicas, de sexo oral y anal, de masturbación, uso de juguetes sexuales, sexo con “amigos con beneficios”. Sus hallazgos señalan más angustias, sometimientos y conflictos que los que el optimismo postfeminista resalta cuando habla del actual empoderamiento femenino y la liberación sexual de las mujeres. Fahs también ha estudiado a las feministas radicales como Valerie Solanas y ha propuesto estrategias pedagógicas que hacen que los estudiantes se involucren de forma personal –y por lo tanto política– con los temas de sus clases. Un recorrido por su sitio web puede completar la semblanza de esta académica dedicada a estudiar las relaciones entre cuerpo, poder, disciplina y las resistencias.

    Out of Blood se inscribe en esta fructífera trayectoria y presenta varios puntos de contacto con un trabajo previo sobre el vello corporal, tema que conectó con categorías como identidad, belleza, poder, género, raza, clase, autonomía y agencia. Una mujer con axilas y piernas no depiladas puede ubicarse en la misma línea que una mujer con el pantalón manchado de sangre, cuerpos indóciles que ciertos discursos catalogan como abyectos. Out of blood reúne once ensayos que analizan la cultura y la política de la menstruación y las conectan con las políticas de identidad (feminismo, antirracismo, subjetividades queer), la conciencia y el conocimiento corporal, las inequidades sociales y las posibilidades de transformación que generan los activismos y las solidaridades que se tejen basadas en el cuerpo. Desde un abordaje interdisciplinario que combina teoría feminista, ciencias sociales, discursos de la psicoterapia, estudios culturales, estudios trans, de sexualidad y de género, Fahs se pregunta de qué modos los procesos corporales ordinarios pueden tener implicaciones para la justicia social y la construcción de nuevas historias menstruales, individual y colectivamente.

    En uno de sus cursos en la universidad de Arizona, desde 2010, Fahs propone una tarea optativa que otorga un crédito extra: las estudiantes deben dejar de quitarse el vello de las axilas y piernas, y los varones deben afeitarse esas mismas zonas. Cada estudiante toma nota de las reacciones sociales que generan estas prácticas –qué dicen las parejas, familiares, amigos, compañeros– y de sus propios sentimientos (Fahs y Delgado, 2011). A mediados de 2014 esta experiencia pedagógica adquirió carácter público. Distintos medios –Fox incluido– sometieron a escrutinio la tarea, a la docente y a la Universidad que lo permitía. Fahs no solo enfrentó críticas sino toda clase de insultos y amenazas de muerte, que hicieron que la policía investigara sus correos y le ofreciera protección. Esta situación se relata al comienzo del libro y es lo que explica la segunda parte del título de la introducción: “Sobre dragones y amenazas de muerte: contar nuevas historias menstruales”. La primera hace referencia a una creencia que existe en las islas de Komodo, Indonesia, donde habita una clase de reptiles de tamaño excepcional conocidos como “dragones”: las mujeres que están menstruando tienen prohibido entrar al lugar porque estos dragones temibles podrían confundirlas con un animal muerto y atacarlas. Con estas dos referencias, el principio del libro no solo adelanta su contenido, sino que deja en claro lo provocador y peligroso que puede ser menstruar y promover reflexiones sobre ello.

    Como sostiene Fahs, aunque la mitad de la población menstrua por largos periodos de su vida, poco se sabe sobre los significados sociales de estas experiencias y mucho menos se ha explorado su potencial político. El activismo que la autora presenta es diverso en sus objetivos, tácticas y estilos: están quienes asocian menstruación y anarquía, quienes denuncian las sustancias tóxicas que contienen las toallas industriales y los tampones, la medicalización, los mensajes que sostienen el tabú, la vergüenza y la idea de que el cuerpo de las mujeres es sucio. Este activismo es formal –organizaciones y redes como Blood Sisters, o cuando se presenta una petición o propuesta para lograr una normativa, como en el caso de las demandas de exención de impuestos a los productos menstruales– y también informal, por ejemplo cuando una mujer hace arte con su sangre, cuando comparte historias de su menarquia en las redes sociales o cuando decide tener relaciones sexuales durante su sangrado. Así, el activismo menstrual que presenta Fahs ofrece formas de resistencia múltiples, difusas, intuitivas, tácticas. Las referencias al trabajo de Chris Bobel (2010) sobre activismo menstrual son constantes y llenas de reconocimiento y gratitud, un ejemplo de la trama de solidaridad y sororidad que tanto Fahs como Bobel proponen.

    Los once ensayos del libro se distribuyen en cuatro secciones. La primera, “Teorizar ciclos y manchas”, incluye dos. El primer texto nos introduce en las implicaciones sociales y personales de la teoría de la sincronía menstrual. Desde que en 1971 la psicóloga de la Universidad de Chicago Martha McClintock presentó los resultados de su investigación sobre 135 mujeres de entre 17 y 22 años que al vivir juntas en un dormitorio universitario sincronizaban sus ciclos, muchas mujeres han dado por hecho que se trata de una regla. Si bien Fahs describe las controversias que provocó ese estudio en el ámbito científico, lo que ella se pregunta es por qué esta sincronía es una aspiración y un objetivo para muchas mujeres. Indagándolo, encuentra que adherirse a la idea de sincronía menstrual permite establecer conexiones con otras mujeres, con la naturaleza, con la luna y con la animalidad. De este modo, plantea interrogantes sobre el lugar de las experiencias corporales como plataforma de alineamiento político, sobre las significaciones que trae el compartir una experiencia biológica. El segundo ensayo retoma aportes de Julia Kristeva para pensar lo abyecto y problematiza el contraste que se establece entre la sangre menstrual vinculada con la pulsión vital y la mancha menstrual asociada con lo decadente y la muerte. Siguiendo también los planteamientos de Emily Martin (2001), Fahs rechaza considerar la menstruación como reproducción fallida y propone –como lo hará en la mayoría de los ensayos– pensarla como un espacio de resistencia y lucha contra el sexismo.

    La segunda sección, “Mensajes de la blogosfera”, contiene cinco capítulos cortos y provocativos que derivan de su trabajo en el blog Re:Cycling de la Society for Menstrual Cycle Research. En su experiencia como profesora y terapeuta, Fahs ha notado que las mujeres suelen reportar pérdida de energía, cambios de humor, tristeza, enojo, falta de deseo sexual, hambre y vulnerabilidad durante sus menstruaciones, y casi nunca mencionan aspectos positivos. En el tercer capítulo analiza estas opiniones a la luz de la conjunción entre capitalismo, patriarcado, culturas del trabajo e industria farmacológica, y la negación de los ciclos naturales que ellos proponen. Su propuesta es, en cambio, reconocer los ciclos, aceptarlos y aprovechar lo que nos dicen sobre la vida.

    El cuarto capítulo deshace la historia del término “higiene femenina”, su paso del campo del control de la natalidad al de la menstruación, y las exclusiones sexistas que implica asociar la menstruación solamente a lo femenino y una lectura de esos cuerpos como necesitados de higiene y administración. ¿Por qué no usar “productos menstruales” o detallar lo que se ofrece: toallas, copas, tampones, etc.?, ¿qué significa que estos productos generalmente estén en los supermercados junto a los pañales?, son algunas preguntas que lanza este ensayo. El capítulo 5 relata la visita a la isla de Komodo y la exigencia de declarar a los funcionarios si se está o no menstruando. Sus sensaciones durante esa excursión y las conversaciones con otros viajeros de diferentes partes del mundo sobre estas reglas se presentan en este texto. El capítulo 6 –“La menstruación según Apple”– hace un análisis crítico de las aplicaciones menstruales para iPhone y Ipad. Para Fahs, su estética rosada, “de chicas” (girlie), y sus asunciones, por ejemplo, de que lo que las mujeres quieren saber es cuándo ovulan para embarazarse, así como su lenguaje –referirse al sexo como “intimidad” o “conexión amorosa”– no desafían las ideas que asocian la menstruación con la vergüenza, lo negativo, la heteronormatividad y la fecundidad. Al contrario, estas construcciones obturan los potenciales de estas tecnologías que permiten conocer mejor el ritmo del cuerpo, reconocer las diferencias entre los periodos, programar actividades de acuerdo a él y no embarazarse. El séptimo ensayo examina la forma en que se presentan las narrativas de la pubertad en un museo dedicado a las culturas nativas estadounidenses, la ausencia de la palabra menstruación y las ideas de decencia y obscenidad que traduce esta supresión. Los problemas, burlas y críticas que enfrentó el Museo de la Menstruación y de la Salud de la Mujer,1 que funciona sólo en línea actualmente, es otro de los ejemplos que Fahs agrega para confirmar la incomodidad que genera este tema.

    La tercera parte, “Sangre en el diván”, estudia la intersección entre menstruación y psicoterapia, a partir del análisis de las sesiones de algunas de las personas que acuden a su consultorio. El capítulo 8 indaga en los relatos de tres mujeres sobre sus menstruaciones. Si bien la mayoría se refiere a ellas en términos negativos, reconocen que al “justificar” determinadas conductas –enojo, llanto, hambre– como inevitables manifestaciones del ciclo, se permiten expresar emociones y conductas que en general reprimen. En ese sentido, indagar sobre la menstruación en terapia habilita la conversación sobre otros temas conectados, como los conflictos familiares, los tabúes sexuales, etc. El siguiente ensayo se refiere a las experiencias menstruales de varones trans. A diferencia de la creciente producción en las ciencias sociales sobre los cuerpos trans, la psicoterapia continúa anclada en la idea de disforia de género y la asociación de la transexualidad con lo patológico. Las tres historias que aquí se presentan se refieren a la necesidad de visibilizar lo que significa el sangrar en estos casos, y desarrollar estrategias que respondan a la demanda de “masculinizar” los períodos menstruales, asumiendo la menstruación en la vida cotidiana de una manera positiva.

    La última sección, “Menarquia y activismo menstrual”, contiene dos capítulos. En el primero, la autora describe distintas acciones realizadas por sus estudiantes para crear conciencia sobre el tabú de la menstruación, la falta de involucramiento de los varones, los componentes tóxicos de los productos industriales, y se detiene en las reacciones que generó esta tarea en la comunidad escolar. Este capítulo resulta especialmente motivador para quienes llevamos adelante cursos de estudios de género y de sexualidades, ya que propone tareas de investigación/acción, enseñar sobre los activismos haciendo de los estudiantes activistas. Los problemas que enfrentaron estos estudiantes para presentar los resultados de su trabajo terminaron enseñándoles de manera directa el pánico moral que generan ciertos temas, algo similar a lo ocurrido con la tarea sobre el vello corporal que mencioné al principio. El último ensayo analiza el arte menstrual como forma de activismo, incluyendo también la circulación de fanzines y el despliegue de performances, enumerando artistas y sus producciones.

    El libro es ágil, ácido y profundo. Para la autora, como para Bobel, el activismo menstrual puede ayudar a trascender las diferencias entre los feminismos y también a deshacer los binarismos de género. Como expresa hacia el final, “estamos listas para usar nuestros cuerpos menstruantes como armas, como herramientas, como marcadores de lo absurdo, como enunciados performativos, como dispositivos de optimismo salvaje y persistente”. Una apuesta desafiante y, como permite advertir este texto, muy potente.

    Bibliografía

    Bobel, Chris (2010). New Blood. Third-Wave Feminism and the Politics of Mentruation. Nueva Jersey: Rutgers University Press.

    Fahs, Breanne y Denise A. Delgado (2011). “The Specter of Excess: Race, Class, and Gender in Women’s Body Hair Narratives”, en Chris Bobel y Samantha Kwan (ed.), Embodied Resistance. Challenging the Norms, Breaking the Rules. Nashville: Vanderbilt University Press.

    Martin, Emily (2001). The Woman in the Body: A Cultural Analysis of Reproduction. Boston: Beacon Press.

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