Diane M. Nelson salda cuentas con Guatemala

Recepción: 27 de junio de 2023

Aceptación: 29 de junio de 2023

Saldando cuentas. Guatemala, el fin y los fines de la guerra

Diane M. Nelson, 2022 Ediciones del Pensativo, Antigua Guatemala, 471 pp.

El libro Saldando cuentas. Guatemala, el fin y los fines de la guerra de Diane M. Nelson (†) nos lleva al momento de la “posguerra” en Guatemala. ¿Cuándo termina la guerra, cuándo inicia el periodo de la posguerra? Nelson no nos ofrece una respuesta fija porque es imposible “des-enredar” la guerra de la paz cuando ella escribe este libro en su primera edición. Sin embargo, a lo largo del texto, nos propone una forma de cómo comprender este periodo caracterizado por su ambivalencia y complejidad.

Por supuesto, el fin de la guerra está asociada a la llegada al poder del primer gobierno civil en 1985, a los Acuerdos de Paz firmados en 1996 y, sobre todo, a los procesos de investigación de abusos a derechos humanos y a los dos informes publicados: el Informe del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica, Guatemala: nunca más (1998), y el de la Comisión de Esclarecimiento Histórico, Guatemala: memoria del silencio (1999). Para leer este libro, tenemos que ubicarnos en 2009, cuando fue publicado en su versión original en inglés con el nombre de Reckoning: The Ends of War in Guatemala, publicado por Duke University Press. Hoy, son las Ediciones del Pensativo, basados en Antigua Guatemala, que nos traen esta rica traducción a América Latina.

Cuando Diane publicó este libro, pasaron los gobiernos de Alfonso Portillo del partido Frente Republicano Guatemalteco (frg), de Óscar Berger de la Gran Alianza Nacional (gana) y recién entraba Álvaro Colom con la Unidad Nacional de la Esperanza (une). También se dialogaba sobre multiculturalismo y los derechos específicos de los pueblos indígenas (la consulta previa y la autodeterminación por medio del fortalecimiento de las autoridades ancestrales). Era el gran momento del Programa Nacional de Resarcimiento que intentaba saldar las cuentas del pasado con su política pública de justicia transicional. También era la época del Plan Puebla Panamá (ppp), de las políticas de Mano Dura contra las pandillas, las ejecuciones extrajudiciales realizadas por la policía nacional civil, así como de las noticias incesantes sobre linchamientos tanto en la Ciudad de Guatemala como en otros municipios del país. Cuando Nelson escribió Reckoning, fueron estos eventos –y muchos más– que conforman el libro y el periodo comúnmente llamado posguerra.

El libro tiene nueve capítulos que ahondan en diferentes aspectos de su argumento principal con una descripción minuciosa de su etnografía. Sus métodos son variados y muy creativos. Se basa en la observación participante, notas de campo, historias de vida y análisis de películas (sobre todo de terror), y se ubica principalmente en Joyabaj, Zacualpa y la Ciudad de Guatemala. Su forma de escribir involucra al lector y lo interpela sobre su posición como cientista social comprometido con las luchas sociales.

Ordeno esta reseña en tres secciones que en mi opinión son los argumentos y conceptos transversales del libro: el engaño omnipresente en la guerra y la posguerra; la historia de las “dos caras” y del proceso de identificación; y la teoría de la “Posguerra-en-acción”.

El engaño: sobrevivencias, des-posesiones

¿Cómo operó la guerra? Nelson inicia su análisis escarbando el concepto de engaño. Por medio de engaños, de sospechas, de clandestinidad, de secretos, de traiciones fue que operó la guerra en Guatemala. La gente se “baboseaba” a la otra gente, nos sentíamos baboseados al conocer que alguien estaba de tal o tal lado. El engaño y todos los mecanismos de la guerra quedaron impregnados en las subjetividades y en las relaciones sociales; desde el nivel individual/personal (por ejemplo, nos cuenta cómo el campesino indígena reclutado por el ejército para conformar los grupos paramilitares, las Patrullas de Autodefensa Civil, se sintió engañado) hasta el nivel más estructural (como cuando uno de los entrevistados repite que el Estado nos engaña y que solo a Dios le podemos reclamar justicia). Engañar y ser engañado fue una forma de sobrevivir a la violencia y es actualmente la forma de navegar la vida ante el fraude de la democracia y del neoliberalismo. En fin, lo que queda en la posguerra es desconfianza y desposesión.

Nelson habla de “posesión” y de “desposesión” en varios sentidos inspirándose en sus entrevistas. Ella observó que cuando expatrulleros de las Autodefensas comentaban sobre su participación en los grupos paramilitares, hablaban de ellos mismos como si hubieran estado “poseídos” por una fuerza externa. No eran ellos los que estaban patrullando, era algún otro ente extraño y ajeno a ellos. Esta desposesión también estaba presente en las ideologías de las personas que eligieron el camino de la lucha guerrillera. Estas personas se levantaron en armas en contra de la “desposesión por acumulación” (haciendo referencia al concepto de David Harvey).1 Además, también trae a colación que el movimiento maya nos recuerda constantemente que el engaño no viene solo de la guerra, sino que viene desde la invasión y sus violencias, violaciones y genocidio. Los conceptos de posesión y desposesión son centrales para entender los agenciamientos (y su contraparte, como lo que nos cuenta del patrullero poseído por fuerzas externas) durante la guerra.

La clandestinidad protegió la vida durante la guerra, pero también alimentó el engaño y la enfermedad. Es otra forma de desposesión que se vive a través de los cuerpos, expresada en la depresión y tantas otras ansiedades. Las mujeres mayas nos enseñan hoy día que la sanación puede venir por métodos más corporales y afectivos. “La memoria aparece después del golpe”, nos dice Nelson (2022: 168). Procesamos y transformamos el golpe; la memoria es necesaria para la salud mental, es política y crea subjetividades e identificaciones.

Lo que produce el engaño, y que queda instalado en el seno de las sociedades y comunidades, es que veamos la cara de alguien, pero detrás de esa cara se puede esconder alguien más, es lo que Nelson desarrolla en el libro como una historia de “Dos caras”.

La historia de “dos caras”: dualidades e identificaciones

Este es el segundo concepto desarrollado a lo largo del libro. Nelson nos cuenta una historia permanente de identificaciones. Ella entiende estas identificaciones como “dos caras”: las “dos caras” de la gente, de las organizaciones, de las instituciones del Estado; todo está atravesado por una doble cara, de una faz que vemos y de otra que está escondida, detrás del escenario público.

Ejemplifica estas dobles caras por medio de historias de vida y de análisis de coyunturas. Hace referencia a las historias de vida de personas públicamente conocidas: la antropóloga Myrna Mack; de la defensora de derechos y premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú Tum; del político crítico Édgar Gutiérrez y las historias de gente de las comunidades de Joyabaj y Zacualpa. Estas trayectorias de vida, que a veces pueden parecer dicotómicas, contradictorias e incluso engañosas, muestran mucha más complejidad. Por ejemplo, nos cuenta cómo Édgar Gutiérrez, quien fue la “joven promesa de la izquierda”, lideró el equipo del anteriormente mencionado informe del rehmi, luego fue funcionario para el gobierno del frg de Alfonso Portillo y Efraín Ríos Montt, y firmó la ley de creación a la famosa Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (cicig), parece ser un personaje turbio y que engañó al movimiento de izquierda por haber trabajado con el frg. Sin embargo, escarbando las subjetividades y las identificaciones, su historia revela cómo funcionan esas “dos caras” presentes en cada momento en la posguerra.

Desde el psicoanálisis y de la sociología de Émile Durkheim, Nelson nos ofrece una interpretación sobre este proceso de identificación, constituido de tres partes:

[…] se vive post-facto, a través de un “nacimiento de la conciencia”. Lo que ha sido familiar se vuelve extraño, lo que había sido personalmente establecido como cierto, como la forma justa en que funciona el mundo, se convierte en una identidad falsa, que a su vez abre camino a lo que al parecer se percibe como un sentimiento más auténtico de uno mismo, que puede ser la posibilidad de acción política (2022: 96).

En este proceso hay tres formas de entender la identidad y su orden es importante (p. 90):

  • La identidad inicia desde lo que Nelson llama “el supuesto”. Dicho de otra forma, así son las cosas y el mundo como aprendí a conocerlo.
  • En el segundo momento, la identidad es “asumida”: así entendía las cosas hasta que algo pasó que me hace darme cuenta de que fui engañada.
  • Da paso al tercer momento, la identidad desde “el ser verdadero”: ahora que conozco y doy sentido a lo que sucedió y sucede, me siento más auténtica, despierta y me transformo en sujeto. Aquí retoma el trabajo de Judith Butler.
  • Y así sucesivamente con cada momento trascendental.

Los procesos de identidad en la guerra y la posguerra no son ni duales ni simples ni lineales, nos dice Nelson. Ella nos invita a “pensar” en los entre-medios. Estos procesos están marcados por muchas emociones e intereses. En estos contextos de guerra y posguerra, la identificación muchas veces se origina en el trauma, en el sentirse defraudado, en el sentirse ignorante y engañado. Por lo tanto, las identidades no pueden ser reducidas a prototipos como se ha planteado actualmente para leer mejor a la otredad y que se plasma en los marcos legales y las políticas públicas. Me refiero aquí de manera directa al derecho internacional de los pueblos indígenas o a las políticas de resarcimiento a antiguos miembros de las Patrullas de Autodefensa Civil: si una persona o un colectivo responde a criterios definidos de identidad, es más fácil entrar en el prototipo y así recibir tal o cual servicio. Nelson nos recuerda también que “la solidaridad necesita la historia binaria para poder actuar” (2022: 221).

Las identidades se construyen y se constituyen por las relaciones, que son relaciones de poder siempre asimétricas, por intereses que motivan a entenderse y de entender al mundo de tales formas. Todo esto funciona (o no funciona o funciona a medias) en entramados, en engranajes, en ensamblajes, desde lo más local hasta lo más global. Aquí conecto con el tercer concepto central del libro, en el que Nelson ofrece una teoría de la posguerra.

Una teoría de la “posguerra-en-acción”: ensamblajes y saldando cuentas

Nelson lo llama “la posguerra-en-acción” para hacer referencia directa al trabajo de Bruno Latour, que escribe con base en la teoría de actores-redes y que a su vez se inspira de las propuestas de Gilles Deleuze sobre los rizomas y la filosofía posmoderna. La “posguerra-en-acción” es un ensamblaje de nodos y redes que trata de “articular o simultáneamente dar sentido y hacer conexiones” (2022: 431). Es un laboratorio, un campo de batalla por dar significados y por querer saber y conocer: ¿si la guerra fue para instalar condiciones para mejorar la vida?, ¿si fue una guerra de “raza” o de “clase”?, ¿quién fue engañado y quién no?, ¿quién fue poseído y quién no?, ¿quién pretende conocer y saber? Es un campo de batalla entre las caras de la represión y la violencia, así como entre las caras del reconocimiento y de lo que nos hacen creer y de lo que nos creemos que sucedió.

El escenario de la posguerra-en-acción se da en lo que Mike Davis llama la “ecología del miedo” (2022: 325), en la que siguen prevaleciendo las tácticas de terror en una global “hermenéutica contrainsurgente”. Los actores siguen siendo el ejército, las oligarquías, las diferentes instituciones del Estado, los grupos criminales: Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad (ciacs). Ahora también están las ong, las maras, los bancos, las Naciones Unidas; estuvo la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (cicig), está el Fondo Monetario Internacional y tantas otras instituciones de la geopolítica y la economía globalizada. Está la academia misma y las universidades. Las dinámicas dentro de este ensamblaje son muchas: linchamientos, exhumaciones, reparaciones, delincuencia, neoliberalismo, tráfico de drogas, servidumbre, migración y remesas, mesas de diálogo, etcétera. Todo está marcado por las identidades de raza, clase, género; por el colonialismo y la contrainsurgencia. Nelson nos dice que todas estas tienen sus “Dos caras”, agendas ocultas, manejadas por las instancias de financiamiento y cooperación. “Nos siguen baboseando y seguimos baboseando a otra gente”, como se dice coloquialmente en Guatemala. La conspiración está implícita.

Lo que reúne todo este ensamblaje son promesas de transparencia, de equilibrio, de “saldar cuentas” del pasado y del presente. ¿Qué es saldar cuentas? Es un ejercicio de contabilidad, de auditoría, es el hecho numérico de contar. En la posguerra, pretendemos contar las pérdidas, dar valor a esas pérdidas. Pero cuando hay guerra y genocidio, es imposible contar las pérdidas; la desposesión es inconmensurable. Y los movimientos mayas nos han recordado que, ante 500 años de colonialismo, la desposesión es intrínsecamente inconmensurable. Pero Nelson escribe que contar es más que el hecho numérico. Cuando contamos también narramos y hacemos visibles los procedimientos. Y es aquí donde la autora encuentra la esperanza que yace en la posguerra-en-acción: “las redes [transnacionales] son una unión de fuerza que pueden traducir una serie de intereses para hacer que ciertos números ‘cuenten’ y de este modo hacer que una causa sea más poderosa” (2022: 413).

Para concluir, este libro nos recuerda que lo que se ha enseñado en la Antropología más tradicional sobre los procesos formativos de identificación y la subjetivación es más complicado de lo que parece. En contextos de guerra y posguerra, las identidades y las formaciones de sujetos están íntimamente marcadas por golpes e intereses que producen conciencia, movilización y agenciamiento. La autora nos invita a ir más allá de lo asumido y de observar lo que está entremedio. Esta es una antropología de las emociones aplicado a los estudios del hecho político. Este libro es un ejemplo sólido, en español, de lo que se ha llamado en Estados Unidos el Affect Theory (una teoría de los afectos), que consiste en estudiar las emociones y lo que estas pueden producir en términos de interacciones sociales y experiencias de habitar el mundo. Finalmente, como lo escribe Nelson: “Este libro explora las experiencias de la posesión, de la duplicidad y de la esperanza de saber, que forman parte de la vida cotidiana de los guatemaltecos.” (2022: 88). Efectivamente, este libro nos arroja luces en esta esperanza de comprendernos, no solo en Guatemala, sino en cualquier territorio que haya compartido condiciones similares a las que aquí se abordan.

Bibliografía

Comisión para el Esclarecimiento Histórico (1999). Guatemala: Memoria del silencio. Guatemala: ceh.

Nelson, Diane M. (2009). Reckoning: The Ends of War in Guatemala. Durham: Duke University Press.

— (2022). Saldando cuentas. Guatemala, el fin y los fines de la guerra. Antigua Guatemala: Ediciones del Pensativo.

Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (1998). Guatemala: nunca más. Informe del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica. Guatemala: odhag.


Ana Braconnier De León es actualmente investigadora posdoctoral en el ciesas Ciudad de México. Es becaria del proyecto de investigación “PluriLand: Theorizing Conflict and Contestation in Plural Land Rights Regimes” dirigido por la doctora Rachel Sieder. Ana es doctora en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Texas en Austin (2021), y maestra y licenciada en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París (2009). Trabaja temas de política judicial, redes de poder en contextos coloniales-extractivos y derechos de pueblos indígenas utilizando métodos cualitativos y etnográficos. Forma parte del grupo interdisciplinario de Estudios Empíricos del Derecho, auspiciado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam. Ha sido catedrática en la Facultad de Ciencias Políticas en la Universidad Rafael Landívar de Guatemala y ha colaborado con organizaciones de sociedad civil en consultorías en temas de justicia transicional y pluralismo jurídico en el poder judicial guatemalteco.

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