París a diario: un diario personal y sociológico

Recepción: 30 de Enero de 2023

Aceptación: 28 de marzo de 2023

París a diario

Hugo José Suárez, 2022 Coordinación de Humanidades, UNAM, México, 414 pp.

Hugo José Suárez es un sociólogo versátil y multifacético. Bien puede investigar en torno a la experiencia religiosa subjetiva en distintos espacios urbanos, como sobre las transformaciones urbanas en la ciudad de La Paz (Bolivia) en el marco de una globalización modernizadora compleja y de múltiples aristas. Bien puede dialogar con relevantes sociólogos contemporáneos alrededor de sus trayectorias intelectuales, como también puede escribir artículos periodísticos y blogs. Hugo José puede convocar a las más diversas voces para reflexionar en torno a la incertidumbre en nuestros convulsos tiempos históricos y publicar, al mismo tiempo, un ensayo de corte sociológico en el que las fotografías ocupan el lugar central como forma de registro de la realidad. Hugo José Suárez puede hacer una rigurosa investigación sociológica, teóricamente sustentada y utilizando las más diversas técnicas y herramientas metodológicas, como escribir cuadernos de notas y apuntes en los que registra, en textos breves, pequeños acontecimientos de la vida cotidiana que le llaman la atención, convirtiéndolos en breves relatos en los que la mirada personal se entreteje con una reflexión sociológica de alcance más amplio. Suárez puede trazar cartografías sobre la diversidad de nuevos paradigmas teóricos que evidencian que no existen discursos unívocos en ciencias sociales y, al mismo tiempo, proponer “una sociología vagabunda”, a la que él define como “viajar y explorar formas culturales, bajo un lente sociológico y con una narrativa tan personal, vivencial y atractiva, cuanto científica y basada en datos observados”. Y Hugo José Suárez puede además transformar al diario personal –refugio íntimo y reservado, recóndito y profundo, autorreflexivo y arriesgado– en una nueva mirada sociológica a través de un acto de escritura libre, que procede casi a tientas y sin llegar a conclusiones certeras y absolutas. Ese es el caso de París a diario, publicado recientemente por la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam).

París a diario comenzó a ser escrito en el café La Selva, en Coyoacán, en marzo de 2018 y se terminó en julio de 2020 en el café Lomi de París (incluye un capítulo final sobre la experiencia de vivir la pandemia en esa ciudad durante algunos meses). Hugo José Suárez suele escribir en cafés. ¿Qué mejor lugar para una escritura solitaria y subjetiva que un café, un lugar de paso que, durante el tiempo en que se dejan correr los dedos por el teclado o se delinean palabras con una pluma sobre una hoja en blanco, se convierte en un hogar? ¿Es acaso casual que escritores como Joseph Roth o Sándor Márai –conocedores de primera mano de exilios– o Claudio Magris –el gran escritor de las fronteras– hayan escrito permanentemente en cafés, en aquel espacio protector que, sea en el arrullo de sus sonidos o en la quietud de sus silencios, puede transmutarse en un lugar de pertenencia en el que, con el potente estímulo de una fuerte dosis de cafeína, fluirán las ideas y las palabras?

Suárez escribe París a diario bajo el amparo y el ritmo pulsional del calendario, atado a la realidad cotidiana de cada día. Vuelco introspectivo para ir al encuentro de sí mismo, el diario le da voz, sin tapujos, al registro de un fragmento de su vida durante su estadía en esa ciudad. Como todo diario, es una forma de ensayar(se), de escribir(se) a partir de una página en blanco. Es un réservoir de memoria que puede reparar, quizá, las fisuras del recuerdo; es un espejo revelador de sus días, una recuperación de la fuerza de la palabra y de la potencia narrativa del yo. El diario es un collage abierto, inacabado, que se foguea en la improvisación. Su escritura se abre como abanico a pensamientos, miradas retrospectivas, bitácoras del presente, confesiones, notas y apuntes de lecturas, anécdotas cotidianas, reflexiones políticas, descripciones de personajes, recuerdos familiares, agendas futuras, testimonios, confesiones, semblanzas íntimas, alegrías, frustraciones, impresiones, sueños, sentimientos, emociones, temores, miedos, angustias. Flexible y caleidoscópica.

Pero el diario de Hugo José en París es también un relato de viajes, físicos y simbólicos, en el que el autor descubre con una nueva mirada un París ya conocido y lo inscribe en su libreta viajera como una forma de hacer visible el viaje para los demás. Es, al mismo tiempo, una incursión en la otredad de una ciudad en la que no reside; un relato en el que toma cuerpo una voz en primera persona explicitando el ejercicio de escritura y privilegiando, más que la descripción, lo que va ocurriendo en el viaje mismo. París a diario es, sin duda, el trazado de una ciudad diversa y compleja y, al mismo tiempo, un ariete para reflexionar en torno a ciertos temas cruciales de nuestra contemporaneidad: el exilio, el desarraigo, la diversidad, la extranjería, la pertenencia, el hogar, etc., en una tonalidad cercana a las voces y a los paisajes, develando las historias mínimas y ocultas de quienes van apareciendo en el viaje y en el mapeo de la ciudad.

En esta línea, el diario es también, de algún modo, la travesía del flâneur benjaminiano, aunque Walter Benjamin no sea un escritor que deslumbre a Hugo José y París se haya transformado hasta un punto que les resultaría casi desconocida a los paseantes del siglo xix. Su mirada de flâneur, que –con los ojos atentos e, imagino, con un lápiz en el bolsillo– deambula un poco a la deriva por los barrios, las calles, los museos, las bibliotecas y los edificios icónicos, develando la polifonía de la experiencia urbana y sus tránsitos invisibles, rastreando –en un ejercicio de microhistoria social, política y cultural– los fragmentos dispersos, algunos de los personajes residuales y los escenarios de la vida de la ciudad en los que estallan miles de historias, en una suerte de postales urbanas que, en lo personal, sociológicamente me evocan a George Simmel y, literariamente, a Jorge Luis Borges y Roberto Arlt.

Su diario es, asimismo, una suerte de trayectoria intelectual –reminiscente de las novelas de formación– en la que convergen un vasto repertorio de lecturas, maestros, colegas y encuentros que lo formaron y lo siguen nutriendo. En esta línea, el diario abreva en estos aportes y en muchos otros (los de Michael Taussig, Richard Sennett y Loïc Wacquant, entre otros), proponiendo una nueva forma de hacer sociología, “híbrida” e “impura”, lejana a los “techos descoloridos de los libros de teoría y metodología”, como escribía el antropólogo chileno Juan Carlos Olivares (1995: 24) y próxima a nuevas formas escriturales –ajenas a la adustez críptica de tantos textos tradicionales– en las que, como Suárez ha señalado en otro de sus libros, “la ciencia no tenga por qué estar peleada con la imaginación, la intuición, el recuerdo, la memoria y la narrativa” (2018: 31).

El sociólogo que es Hugo José registra con ojo fotográfico y precisión de miniaturista los pequeños detalles, las huellas insignificantes y las mínimas historias, pequeñas y ocultas, de lo que va encontrando en el camino de la vida cotidiana, para proyectar, desde allí, una reflexión sociológica de mayor alcance. Un pequeño hecho de su vida familiar, referido a la escuela de sus hijas, lo lanza a una reflexión sobre la educación francesa. Una cena entre vecinos en la calle donde vive lo impulsa a pensar sobre la gentrificación parisina, evidenciando que el pensamiento sociológico no está solo en los grandes textos ni en las eruditas disquisiciones teóricas, sino también en las pequeñas historias de las personas de carne y hueso por cuyos rostros, cuerpos y subjetividades atraviesan los grandes procesos históricos y sociales. La de Hugo José Suárez es una sociología narrada “a ras del suelo”, que entreteje la información factual –desde la mirada en primera persona– con la interpretación subjetiva de los hechos. El escritor sale a la calle, escucha y observa –con la mirada aguda del cronista– para construir, en este libro, una radiografía de París, tanto de su arquitectura urbana como de su gente. En su travesía física y emocional por la ciudad, se despoja de los criterios canónicos de “objetividad” y pone al desnudo su propia subjetividad y narrativa biográfica, convertidas también en instrumentos cognitivos. El sociólogo que es el autor hace visible su voz, adquiere un rostro, hace sentir su presencia compartiendo con el lector sus emociones, reflexiones, dudas y descubrimientos.

Sin embargo, al mismo tiempo, el sociólogo que es Hugo José ha sido seducido por la literatura, escribiendo desde la perplejidad e incertidumbre de esta, tan lejana a las certezas que los sociólogos –o al menos algunos de ellos– quieren encontrar como conclusión de sus investigaciones. Esta seducción es la que le permite buscar extravíos para encontrar caminos sinuosos que se abren mientras escribe en un ejercicio de “imaginación sociológica”, que anuda la biografía, la historia y la sociedad, y la transmuta en ejercicio creativo, en una travesía permanente entre el registro de los hechos y la pasión por escribir, la rigurosidad del académico con el arrojo interior de su pluma, la mirada aguda del cronista con la intimidad cálida y sensible de quien escribe un diario.

La escritura de todo diario escarba en las cicatrices de la memoria, siempre volátil, siempre cambiante. Si, como el mismo Hugo José Suárez afirma, “lo vivido puesto en relato de manera cronológica implica un trabajo cotidiano de filtraje –consciente, intencionado, regular y riguroso– [en el que] el ‘borrado’ es inevitable” (2022: 281), cabría también que nos preguntáramos: ¿cuáles son los silencios –sus silencios– que dejó escondidos Hugo José en sus cuadernos sobre París? ¿Hay un París silenciado y que no tuvo entrada en este diario? Ojalá que Hugo José llene algún día estos silencios desde un nuevo diario y desde cualquier lugar donde lo lleve su deambular con la “sociología vagabunda” siempre en una maleta provisional.

Bibliografía

Olivares, Juan Carlos (1995). El umbral roto. Escritos en antropología poética. Santiago: Fondo Matta, Museo Chileno de Arte Precolombino.

Suárez, Hugo José (2018). La Paz en el torbellino del progreso. Transformaciones urbanas en la era del cambio en Bolivia. México: Instituto de Investigaciones Sociales, unam.

— (2022). París a diario. México: Coordinación de Humanidades, unam.


Gilda Waldman es licenciada en Sociología, Universidad de Chile. Maestra y doctora en Sociología, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, unam. Estudios completos de Maestría en Literatura Comparada, Facultad de Filosofía y Letras, unam. Diplomado en Creación Literaria, unam. Profesora Titular “C” de licenciatura y posgrado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, unam. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel ii. Premio Sor Juana Inés de la Cruz (unam, 2016). Ha impartido cursos en la Universidad Autónoma de Nuevo León (México), en la Universidad Autónoma de Baja California (México), en la Universidad Autónoma de Sinaloa (México), en la Universidad de Sonora (México), en la Universidad de Guadalajara (México) y en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue coordinadora de la Maestría y Doctorado en Sociología de la División de Estudios de Posgrado (Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, unam). Es autora del libro Melancolía y utopía. La reflexión de la Escuela de Frankfurt en torno a la crisis de la cultura (1989) y co-coordinadora de tres libros colectivos: Memorias (in)cógnitas. Contiendas en la historia (en colaboración con Maya Aguiluz, México, unam, 2007), Pensar la globalización, la democracia y la diversidad (en colaboración con Judit Bokser y Juan Felipe Pozo, unam, 2009) y Pasaporte sellado. Cruzando las fronteras entre ciencias sociales y literatura (en colaboración con Alberto Trejo, uam-Xochimilco, 2018).

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